- ¿Qué ocurre cuando los que rompieron el monopolio –de la venganza y de la violencia– obtienen un premio por haber dejado de romperlo mientras tantos casos siguen irresueltos y se facilitan los homenajes a los asesinos?
En La violencia y lo sagrado señala Girard que «no se puede prescindir de la violencia para acabar con la violencia». En cada sociedad pesa, bajo distintas capas de incompleto olvido, una violencia original, el borroso recuerdo de un caos de represalias, venganzas encadenadas donde resulta imposible situar por unanimidad la primera ofensa. Para Girard, la institución del sacrificio de un tercero es curativa y aleja el peligro del retorno a aquella etapa a través de incontables rituales que se han extendido por todo el planeta, en culturas sin contacto entre sí, desde tiempos inmemoriales. Hasta que algunas sociedades alcanzaron la solución perfecta, que hoy damos por sentada: el sistema judicial. «El sistema judicial racionaliza la venganza, consigue aislarla y limitarla como pretende; la manipula sin peligro; la convierte en una técnica extremadamente eficaz de curación y, en segundo lugar, de prevención de la violencia».
La ausencia de venganzas entre las numerosas víctimas de ETA ilustra el éxito del sistema judicial al cumplirse (hasta ahora) esta condición: «la autoridad [judicial] no depende de nadie en particular, y está, por lo tanto, al servicio de todos y todos se inclinan ante sus decisiones. A la vez, se ha satisfecho la premisa de que el sistema judicial «posee sobre la venganza un monopolio absoluto». Pero, ¿qué ocurre cuando los que rompieron el monopolio –de la venganza y de la violencia– obtienen un premio por haber dejado de romperlo mientras tantos casos siguen irresueltos y se facilitan, despenalizándolos, los homenajes a los asesinos? Y, sobre todo, ¿qué ocurre cuando la autoridad judicial pasa a depender de alguien en particular, cuando deja de estar al servicio de todos, cuando se convierten las sentencias judiciales en papel mojado, cuando el bloque en el poder no se inclina ante las decisiones judiciales? Ocurre que sobreviene el caos. Eso ocurre.