Teodoro León Gross-ABC

  • La legislatura del Frankenstein 2.0 ahonda en el clima de polarización y deterioro institucional

Suele decirse de lo malo o nocivo que es «para olvidar». Y no es así, o no siempre. 2024 tal vez haya sido políticamente el año más negro desde la Transición; un año del que le costará a la democracia española reponerse, si se repone completamente. Por eso no debería ser un año «para olvidar» sino para recordar, y además recordarlo bien. No debería desdibujarse en la memoria colectiva este momento de populismo polarizador contra la democracia liberal que se disfruta en España desde la Transición, puesta en entredicho por el Frankenstein de izquierda y nacionalistas. Y aunque pueda enumerarse un listado largo de asuntos corrosivos para la convivencia y la degradación institucional, hay tres frentes de deterioro profundo:

–Guerra sucia contra el rival político: operación Ayuso. Uso de información ‘confidencial’ de su pareja, un ciudadano particular que había defraudado a Hacienda y, como tantos, pretendió regularizar y después pactar con la Fiscalía. En origen fue una ‘operación de Estado’ para desviar la atención del escándalo de la mujer del presidente. Moncloa antepuso los intereses de su familia a los intereses del Estado, y metió a la Fiscalía en las cloacas.

–Guerra contra los jueces: el relato de la ‘lawfare’. El trilerismo conceptual del sanchismo pretende, a la vez, presumir de liderar una democracia top y denunciar la ‘guerra sucia judicial’ de una judicatura de la fachosfera en connivencia con la oposición. No son compatibles. Sánchez y sus ministros no se cortan en señalar a los jueces de prevaricadores. Es un relato comprado a sus socios independentistas, que están haciendo caja como nunca y viendo cómo sus mantras contra el Estado se normalizan. A esto se añade el escándalo del Constitucional convertido en tribunal de casación para blanquear los ERE y atender las necesidades del sanchismo. Y la Fiscalía General como parte del aguafuerte.

–Guerra contra el periodismo crítico: la «máquina del fango». La obsesión por colocar al periodismo bajo sospecha para neutralizar cualquier información hostil descalificándola como bulo o desinformación. Si los ataques del sanchismo a los jueces tienen el sello trumpista, sus ataques a la prensa van más allá del trumpismo. El magnate americano generaliza la idea populista de los medios como proyección del ‘establishment’ y por tanto enemigos del pueblo, pero Sánchez asocia la desinformación estrictamente a la derecha. Este trincherismo partidista del Bien contra el Mal cuenta con una maquinaria mediática –popularmente ‘la Sincronizada’– que sirve de correa de transmisión.

La legislatura del Frankenstein 2.0 ahonda en el clima de polarización y deterioro institucional, con la estrategia de sacudirse la presión de jueces y medios, rasgo de los nuevos líderes autoritarios del XXI retratados por Gideon Rachman. Y esto no va cambiar. Nada de ‘año nuevo, vida nueva’. Pero recordaremos, o deberíamos, aquel año negro de 2024.