JUAN CARLOS GIRAUTA-EL DEBATE
  • Nacho Cano ha hecho tanto bien en su vida, ha sembrado tanta alegría, tanta belleza, ha dado tantas oportunidades a otros artistas, ha trabajado tanto, ha producido tan inolvidables y hermosos frutos, que somos muchos los que le queremos y le admiramos

Poco podían imaginar los jóvenes artistas, cuando asistieron a la recepción del embajador de México, que en España sufrirían seguimientos, que les fotografiarían subrepticiamente agentes del Estado, que acabarían siendo obligados a subir a vehículos policiales sin conocer el carácter de su retención, que pasarían diez horas metidos en temibles dependencias, que serían coaccionados para declarar falsedades, que las transcripciones de sus declaraciones serían manipuladas, que se les amenazaría con la deportación, que se les asustaría con requisitos inexistentes para seguir en España (cantidades mínimas en su cuenta bancaria), que se les arrebatarían los teléfonos móviles y que se violaría su privacidad.

Y aún tendría algún agente el valor de enviar luego mensajes personales a una de las muchachas. ¡A un número que conocía contra la voluntad de la receptora! Acaso creyó que durante las diez horas que pasó forzada a permanecer en tan siniestra situación, se había movido algún resorte afectivo. ¿Qué instrucciones tenían para preguntar con tanta insistencia a las bailarinas acerca de la actitud de Nacho Cano con ellas? ¿Qué órdenes obedecían cuando, ante las inequívocas negativas de las interrogadas, seguían y seguían sin base ni denuncia alguna? «¿Se acerca, te toca?» Días después detuvieron a su objetivo y lo soltaron de inmediato. Lo justo para filtrar a La Ser la primicia fabricada, el factoide pestilente: «Nacho Cano detenido».

Se llama asesinato civil, y es lo que han intentado hacer con un hombre que da mil vueltas en integridad y talento a los jefes de los jefes de esa triste maquinaria trituradora de reputaciones. Y su muerte civil habrían conseguido con cualquier otro en su situación. Pero han pinchado en hueso. El oscuro agente sanchista que ha querido darle una buena lección —y asesinar civilmente— al único artista español que no acusa la presión ambiente para declararse de izquierdas, no tiene la menor idea de dónde se ha ido a meter. Porque, efectivamente, para parar lo que les viene ya solo pueden asesinarlo en sentido estricto. De ahí el «si aparezco muerto en una cuneta ya saben quién ha sido». Lo tenemos más que claro.

Nacho Cano ha hecho tanto bien en su vida, ha sembrado tanta alegría, tanta belleza, ha dado tantas oportunidades a otros artistas, ha trabajado tanto, ha producido tan inolvidables y hermosos frutos, que somos muchos los que le queremos y le admiramos. Somos muchos los que, ante esta operación contra un hombre bueno con un don divino, decimos: con Nacho Cano a muerte. Si a un artista woke le hiciera algo parecido un gobierno de derechas, yo lo denunciaría igual. He ahí la principal diferencia de lo que hoy llamamos derecha e izquierda. La segunda cree que contra la primera vale cualquier cerdada. Sí, nos han deshumanizado, tienen podridos alma e intelecto. Si no acaban en la cárcel los que han tratado de asesinar civilmente a Nacho Cano y han violado los derechos de otros artistas por trabajar y aprender con él, quedará certificado que han regresado las checas.