Santiago González, EL MUNDO, 2/6/12
El colectivo de presos de ETA, también llamado EPPK o Frente de Makos en lenguaje más cheli, ha hecho una reflexión que va a dar a conocer hoy en Gernika. Puede que las almas cándidas aprecien en sus declaraciones un paso adelante muy significativo, quizás insuficiente, matizarán los más cautos.
El acto de hoy viene a recordar aquel 14-N de 2004 en Anoeta, en el que Arnaldo Otegi hizo una intervención tan memorable que atrajo la atención y la voluntad del entonces presidente del Gobierno.
La de Jesús Eguiguren, ese autodenominado nacionalista que hoy ejerce de mercenario en sus visitas a la cárcel de Logroño ya la había atraído en los amables vernissages del caserío Txillarre, enclave que se convirtió para él en uno de los santos lugares de su vida, porque allí conoció a su amigo Arnaldo.
Recordarán los más memoriosos que el amigo de Txusito empezó su parlamento diciendo: «Hoy, un portavoz ilegal de un partido ilegal celebra un acto ilegal». Uno recuerda haber mirado alrededor del hecho. El alcalde de San Sebastián había cedido instalaciones municipales para un acto ilegal, el delegado del Gobierno se había hecho el distraído, el Ministerio del Interior se llamó andana y la Fiscalía debió de considerar que aquel asunto no era competencia suya.
Casi ocho años después, un grupo de excombatientes que representa al citado Frente de Makos convoca una rueda de Prensa, sin que ninguno de los citados anteriormente haya movido un dedo. Bueno, el alcalde de San Sebastián de ahora no tenía por qué; después de todo él tiene una manifiesta simpatía a los convocantes.
Aquello de Anoeta fue precedido por un debate de presos en la intimidad. Pakito y sus cinco llegaron a la conclusión de que la lucha armada estaba muerta y así se lo hicieron saber por carta a la banda. El resultado fue su expulsión, un rotundo mentís a la voluntad de paz de ETA. Ninguna iglesia expulsa de su seno a su Juan Evangelista, si me perdonan la licencia. Los presos van a defender hoy el mismo criterio de paz que los etarras en libertad. Como ellos, como la ETA de siempre, están dispuestos a defender la paz siempre que ésta se negocie, sin vencidos ni condenas tontas; no considerarán que la detención de dos tipos armados con pistola y revólver, documentación falsa, matrículas de coches falsificadas, explosivos y ampollas de mercurio para bombas-lapa sea una contradicción con el calificativo «definitivo» que le han puesto a su cese de la actividad armada. La solución a los presos ha de ser colectiva, aunque la excarcelación pueda hacerse poco a poco, quizá con el fin de establecer un calendario festivo razonable para los homenajes a los excarcelados en sus pueblos, no es cosa de amontonarlos.
En El Padrino II, el joven Vito Corleone, ya una autoridad, recibe una petición de la señora Colombo: su casero quiere echarla por tener perro y deberle algún mes de alquiler. Vito cita al señor Roberto, le convence de que su inquilina se ha deshecho del perro y de que él le pagará el alquiler. Cuando el arrendador accede al saber con quién está hablando, Corleone le dice con una sonrisa: «Ah, y el perro se queda».
Santiago González, EL MUNDO, 2/6/12