EL MUNDO 30/11/13
· Todos los partidos presionan a la izquierda ‘abertzale’ ante la escalada de actos violentos.
Dos cócteles molotov contra la oficina del PP vasco en la localidad de Baracaldo confirmaron que la escalada de violencia iniciada con pintadas en la madrugada del pasado martes constituía otro de los avisos que el entorno violento de la izquierda abertzale dirigía hacia el Gobierno de Mariano Rajoy. Todos los partidos vascos exigieron ayer a los dirigentes de Sortu la «condena» de este sabotaje y el histórico dirigente de Batasuna y ahora portavoz de Sortu Joseba Permach manifestó «de forma clara y nítida» un «absoluto rechazo» a este acto de kale borroka. Hasta ayer, la izquierda abertzale, con portavoces cualificados como Pernando Barrena, habían minimizado la trascendencia de los sabotajes que grupos de desconocidos han perpetrado durante los últimos tres días con el lanzamiento de pintura contra una sede del PP en Getxo, las pintadas a favor de los presos de ETA en el Metro de Bilbao y la quema de contenedores en dos barrios de la capital vizcaína.
Dos cócteles molotov, símbolo de los años más duros de la violencia terrorista y especialmente de la tregua trampa de septiembre de 1998 a enero de 2001, impactaron contra la fachada del inmueble en el que se sitúa la sede del PP en Baracaldo. Los artefactos impactaron contra el exterior sin causar grandes destrozos pero desataron el unánime rechazo de los partidos democráticos vascos y descolocaron a los portavoces de la izquierda abertzale legalizada.
La presidenta del PP vasco reclamó, junto a la fachada con los restos del fogonazo de uno de los cócteles, un «pronunciamiento claro» de Sortu contra un ataque que desde el partido de Arantza Quiroga se interpreta como un paso más dentro de la espiral de radicalización del discurso y de la presión violenta que la izquierda abertzale ha desatado en los últimos meses. Una «escalada», en palabras de Quiroga, que se inició el pasado día 4 cuando desconocidos precintaron el acceso de la sede del PP en San Sebastián con carteles de la organización ilegalizada de apoyo a los presos Herrira en las que se pedía su retorno al País Vasco y que fueron colocados por un grupo de jóvenes que desde el exterior de la sede llamaron «fascistas» a los dirigentes populares.
«No es casual que sólo un día después de que Asier Harraiz llamara fascista en el Parlamento vasco a Borja Sémper y que Pernando Barrena reiterara el insulto en rueda de prensa se hayan incrementado las presiones hacia el PP vasco», reconocían fuentes de la dirección de este partido, que ha reducido tanto los sistemas de protección de sus sedes como la de sus cargos públicos tras la declaración de alto el fuego definitivo anunciado por ETA el 20 de noviembre de 2011.
La encartelada de la sede de San Sebastián se produjo tan sólo tres días después de que las oficinas del PP en Llodio y Amurrio aparecieran pintadas con lemas de apoyo a ETA. Pese al evidente y reiterativo señalamiento del PP, Quiroga denunció ayer que el sabotaje constituye un «ataque a la sociedad vasca, un ataque a las ansias de la sociedad vasca a pasar página». Evitó señalar de forma expresa a la izquierda abertzale al afirmar que desconocía «quién está detrás de estos ataques» pero exigió un «pronunciamiento claro».
Más explícito fue el consejero vasco y portavoz del Gobierno Josu Erkoreka, que reconoció la «enorme preocupación» generada por la «serie de episodios violentos» y «expresiones de intolerancia» que se han sucedido en los últimos días, que tan sólo se han saldado con la detención de un joven que participó en las pintadas en el Metro de Bilbao. «Hay que actuar con claridad contra quienes se empeñan en alterar la convivencia y el orden público con este tipo de actuaciones», señaló Erkoreka, que intentaba contrarrestar las críticas contra la inacción de la Ertzaintza del diputado general Javier De Andrés, del delegado del Gobierno Carlos Urquijo y del ministro del Interior.
La actitud de la Policía vasca volverá a ser examinada hoy en dos manifestaciones en San Sebastián y Bilbao de apoyo a los etarras encarcelados en la prisión de Sevilla II.
EL MUNDO 30/11/13