EDITORIAL EL MUNDO – 23/07/16
· Un nuevo atentado sembró ayer el terror en suelo europeo, en este caso en la ciudad alemana de Múnich. Aunque al cierre de esta edición las informaciones eran confusas, al menos tres atacantes perpetraron un tiroteo en un concurrido centro comercial de la ciudad.
· En el incidente murieron diez personas y resultaron heridas otras 10. Varios terroristas pudieron huir del lugar, lo que provocó una gran persecución policial por todo Múnich, que vivió una noche de auténtico pánico.
Las autoridades decretaron el estado de excepción en la ciudad y varios recintos públicos y medios de transporte fueron evacuados. La policía informó de que no había ninguna pista que pudiera vincular los hechos con el yihadismo, por más que en las redes simpatizantes del Estado Islámico celebraran las muertes. Y, con todas las cautelas, se empezó a barajar la posibilidad de que se tratara de un ataque de odio de inspiración ultraderechista. Testigos afirmaron que uno de los tiradores gritó «¡Soy alemán, extranjeros de mierda!», algo que aún debía ser confirmado de forma oficial.
No olvidemos que, junto al desafío islamista, en Alemania se ha convertido en un gran quebradero de cabeza la lacra de la xenofobia y el auge de grupúsculos de ideología neonazi, que han perpetrado decenas de ataques vandálicos en todo el país en los últimos meses, la mayoría contra mezquitas y establecimientos para musulmanes, así como contra centros de acogida de inmigrantes. Varias células paramilitares se han desarticulado estos años y se han efectuado numerosas detenciones. Casualidad o no, el atentado coincidió con el quinto aniversario de la matanza que cometió en Utoyä (Noruega) el ultraderechista Anders Breivik, que acabó con la vida de 77 personas.
Lo cierto es que, más allá de la autoría del atentado, Alemania se encontraba en alerta máxima tras el ataque el lunes de un afgano de 17 años en un tren regional de Baviera, estado del que Múnich es su capital. El joven hirió con cuchillos y un hacha a cuatro pasajeros. El IS difundió después un vídeo en el que el adolescente –un refugiado que llevaba un año en Alemania con una familia de acogida– instaba a matar infieles.
No hay duda de que la sucesión de ataques en distintos puntos de Europa está extendiendo un miedo generalizado. Se ha disparado la sensación de inseguridad entre la ciudadanía, a la vez que se da un muy preocupante y peligroso aumento de la islamofobia. Los partidos de ultraderecha están explotando esos sentimientos con un discurso populista tan maniqueo como eficaz para ver engordadas sus expectativas de voto. Y Alemania, que durante décadas pareció estar vacunada del extremismo propagador de odio y racismo, es hoy uno de los países donde más rápidamente están creciendo formaciones con esta ideología. Entre ellas, Alternativa para Alemania (AfD), que ha capitalizado el malestar de la población ante desafíos como el yihadismo o la crisis de refugiados. Recientemente, la AfD proclamó en su congreso federal que «el islam no forma parte de Alemania».
El debate político ya estaba muy polarizado por estas cuestiones. Hay que tener en cuenta que el país acoge a más de un millón de refugiados. Aunque en 2016 la llegada de inmigrantes ha caído en picado –en coincidencia con el giro de la estrategia de la UE– no se han apagado las críticas a Merkel por su política de acogida. Incluso socios de su partido, como la CSU que gobierna en Baviera, la acusan de haber creado «un Estado de injusticia» con su gestión del fenómeno.
Es muy preocupante el enrarecimiento social alemán. Muchas ciudades han vivido manifestaciones contra los inmigrantes, si bien es cierto que ha habido réplicas en defensa de la tolerancia, como las registradas hace meses en la propia Múnich. Es tan grave lo que está pasando que la irresponsabilidad política es pura gasolina. Y en días como hoy hay que insistir en que ni los yihadistas representan a los musulmanes ni los populistas que se envuelven en banderas nacionalistas y xenófobas pueden seguir ganando posiciones gracias al miedo. Parece mentira que hayamos olvidado tan pronto las lecciones más dramáticas de la reciente Historia.
EDITORIAL EL MUNDO – 23/07/16