Alcalde de la ciudad más grande de Galicia, Vigo, desde hace nueve años, el aporte de votos que hace Abel Caballero a las papeletas del PSOE no tiene competencia en ningún otro punto de la comunidad. Ningún otro edil socialista en una gran ciudad de toda España puede presumir del 52% que él alcanzó en 2015. Dice llevar afiliado «prácticamente» toda su vida y ser el militante de mayor antigüedad el Comité Federal. Hace años que marca el ritmo a seguir de muchos socialistas. El principal activo electoral y político del PSOE gallego amenaza, sin embargo, con no participar en la campaña de las próximas elecciones autonómicas ante su «desacuerdo» con las listas presentadas.
Los críticos no tienen reparos en calificar de «cambiazo» de Pedro Sánchez la actuación sin precedentes de la Ejecutiva gallega y del Comité Federal de Listas al alterar las candidaturas para las elecciones del 25 de septiembre presentadas por las agrupaciones provinciales con el aval de las bases, colando a candidatos no elegidos por la militancia. Los cambios afectaron a las listas por Orense y Pontevedra, pero a menos de un mes de la cita electoral, han generado un cisma en toda la comunidad excepto en Lugo, en el que Caballero, destacado alfil del PSOE crítico con Sánchez, está echando un pulso al partido que, hasta el momento, va ganando.
El enfado en las filas socialistas llevó a Caballero a advertir en los últimos días a los responsables de su partido con un «que no cuenten conmigo» que no le incluiría sólo a él, sino también a una corriente mayoritaria en el partido a nivel autonómico que se alinea sin fisuras tras uno de los socialistas gallegos que más poder han acumulado en su historia reciente, desde su época como ministro de Felipe González o como secretario de Política Institucional de la Ejecutiva Federal.
No ha aclarado si hará o no campaña por su partido para las autonómicas, pero en la recta final de la semana ya dejó el primer desencuentro al respecto. El candidato socialista a la Xunta el 25 de septiembre, Xoaquín Fernández Leiceaga, acudió a un acto preelectoral en Vigo al que no acudió ningún representante del ayuntamiento ni de las agrupaciones local y provincial del partido, pero más significativo fue el plantón del cabeza de lista por la provincia y afín al alcalde, Abel Losada. La polémica llevó a un cruce de acusaciones en el que la Alcaldía argumentó que se le había avisado la tarde anterior y los socialistas locales, que no habían tenido «ninguna comunicación» de campaña.
Las ejecutivas provinciales de Orense y Pontevedra intentaron frenar el «cambiazo» y presentaron un recurso ante los órganos federales del partido para pedir su anulación pero, antes de que se resolviera, terminó el plazo para presentar las listas ante la Junta Electoral y los nombres que finalmente se inscribieron no fueron los aprobados por la militancia. Ese último intento de pedir que se les tuviese en cuenta, en el que Caballero se mostró especialmente beligerante, ahondó la división.
De un lado, Fernández Leiceaga y la gestora del PSOE gallego y, del otro, Abel Caballero y sus afines. El presidenciable se impuso en las primarias socialistas con gran respaldo de las agrupaciones de La Coruña y Lugo al candidato respaldado por el alcalde de Vigo y presidente de la Federación Española de Municipios y Provincias, José Luis Méndez Romeu, a quien no le resultó suficiente la fuerza conseguida en Pontevedra y Orense.
La guerra entre los dos bandos parecía haberse acabado al proclamarse Leiceaga como candidato, pero no hizo más que empezar. Y ahora, además, parece que ha perdido ese feudo que tenía en A Coruña. El «desagrado, desacuerdo y malestar» que sienten Caballero y la agrupación de Vigo con el «cambiazo» se ha extendido y justo antes de presentarse las listas ante la Junta Electoral se produjo un aluvión de pasos atrás de candidatos, cinco en Pontevedra, tres en Orense y, de forma más inesperada, uno en La Coruña.
In extremis se cambiaron de nuevo las listas para sustituir a quienes habían renunciado, de modo que se sorteó cualquier posible incompatibilidad en la Junta Electoral, pero lo que no se ha subsanado es el daño que hace mella a nivel interno. Caballero, faro moral de los socialistas que sienten la misma «decepción» con quienes tomaron la decisión, atribuye el gesto, a nivel autonómico, a Leiceaga, y, hasta ahora, no ha cargado demasiado las tintas contra los responsables del despropósito en Ferraz, pero sí ha dejado caer el nombre de Pedro Sánchez.
En una de sus múltiples comparecencias de la última semana, quien está considerado el activo más fuerte del PSOE en Galicia recordó al secretario general que en un acto electoral de los últimos meses en Vigo le respaldó cuando él prometía a la militancia que anteponía a su ciudad incluso al partido. «Ése es el Pedro Sánchez que yo quiero, el que antepone las estructuras de los ciudadanos a las estructuras del partido», opina Caballero y, con el «cambiazo» de las listas cree que se ha impuesto «la política de despachos».