EL MUNDO 04/03/15
· Los yihadistas crean provincias en seis países vecinos, con Egipto y Libia como prioridades
En el último medio año, las huestes del Estado Islámico han ofrecido una feroz resistencia a los envites de la coalición internacional pergeñada desde Washington. Los cientos de bombardeos arrojados sobre sus confines no han impedido que la organización yihadista continúe cincelando su estructura territorial en Siria e Irak ni ha detenido la expansión internacional de su terror, con el frenético desfile de grupos jurando lealtad al autoproclamado califa Abu Bakr al Bagdadi y el establecimiento de provincias allende el califato, desde la amenazante orilla sur del Mediterráneo a tierras curtidas en la yihad como Afganistán y Pakistán.
El afán del IS (Estado Islámico, por sus siglas en inglés) por conquistar territorios ha colocado al movimiento a años luz de la que un día fuera su matriz, Al Qaeda. «Los objetivos de Al Qaeda están en tierras controladas por otros. El IS, sin embargo, ha pasado de actuar como una guerrilla a disponer de un verdadero ejército. No sólo defiende su territorio sino que intenta expandirlo. De hecho, en los últimos meses ha logrado compensar sus pérdidas en Irak ganando un 4% más de territorio en Siria», señala a EL MUNDO Veryan Khan, directora editorial de TRAC (Consorcio de Análisis e Investigación en Terrorismo).
El califato, instaurado en junio, ha logrado trastocar el mapa de Oriente Próximo. Una suerte de país, con una nueva organización, ha dinamitado el acuerdo Sykes-Picot. «Hay varias razones detrás del establecimiento de provincias del IS en Siria e Irak. En septiembre de 2014, por ejemplo, el grupo creó la provincia de Faluya para demostrar su control sobre la ciudad y derrotar a movimientos rivales como el ejército de Al Naqshbandia [integrado por miembros del disuelto partido Baaz de Sadam Husein] y Jaysh al Muyahidin», detalla a este diario el reputado experto en yihadismo Ayman al Tamimi. Desde entonces, ha ido modelando su mapa con nuevas wilayat (provincias). Las últimas, las de Al Yazira y Tigris, fueron anunciadas este febrero y se extienden por el norte de Irak. La sed de poder ha llevado al IS a superar su territorio en busca de lugares donde extender su ley e influencia. Una miríada de grupos, vinculados muchos de ellos a la decadente Al Qaeda, ha voceado su baya (juramento de lealtad) al califa.
A menudo, tras aceptar las adhesiones, el IS ha proclamado el establecimiento de nuevas provincias extramuros del califato. Así sucedió en noviembre cuando Ansar Beit al Maqdis, la organización que ha puesto en jaque a las fuerzas de seguridad egipcias, rindió pleitesía a Al Bagdadi. El IS celebró el paso creando la provincia del Sinaí. «Piensa que puede expandirse aunque no haya pruebas de una presencia significativa de seguidores en zonas como Yemen. En cualquier caso, la firma de una alianza no conlleva la creación automática de una provincia. Ansar al Tawhid en India juró lealtad en octubre de 2014 pero el IS no ha anunciado la provincia de India porque no considera al grupo lo suficientemente poderoso», destaca Al Tamimi.
De momento, aparte del Sinaí, el califato ha desplegado provincias en Afganistán y Pakistán –bautizada como Jorasán–; Yemen –en las gobernaciones de Saná y Dhamar–; Argelia; Arabia Saudí –denominada Al Haramain, los dos santuarios– y Libia –donde cuenta con tres sucursales: Trípoli, responsable de la decapitación de 20 cristianos egipcios, Fezzan y Barqa–. Pese a las reclamaciones del IS, sólo sus afines en Libia y Egipto controlan territorio y gozan de cierta viabilidad a corto plazo.
El libio es el caso más paradigmático. «En Libia», precisa Khan, «el IS envió a un emisario para ayudar a establecer el minicalifato de Derna. Oriundo de Yemen, el comandante gobierna la ciudad en nombre del IS a través del Consejo de la Shura de la Juventud Islámica. Así planean cosechar ganancias transnacionales».
Un proyecto que podría plantar sus próximas provincias en el norte de África y Nigeria y que contrasta con la insistencia de Obama por restringir la acción a Siria e Irak. «Boko Haram se está acercando al IS al adoptar su estética mediática. Nigeria y Túnez [a través del batallón Uqba bin Nafi, rama de Al Qaeda en el Magreb] pueden ser las próximas provincias», aventura Al Tamimi.