Alberto Ayala-El Correo
Por si lo habían olvidado, el martes Alberto Núñez Feijóo presentará su candidatura a la presidencia del Gobierno en el Congreso. Dos días de pleno para constatar, salvo sorpresa mayúscula, que el PP ganó las elecciones del 23-J sin mayoría suficiente. Y para certificar su soledad, con la excepción de Vox, Coalición Canaria y los navarros de UPN.
El PP se ha convertido en un auténtico chollo para Pedro Sánchez. La llegada de Feijóo a Génova se pensó que podía significar que los conservadores exhibieran un perfil más centrado. No ha sido así. El líder del PP ha decidido tragar con muchas de las demandas de Vox y cogobernar con ellos. Amén de mantener al partido instalado en ese ‘no es no’ que le llevó en su día a rechazar la ley del divorcio, la del aborto, la del matrimonio entre personas del mismo sexo o la de eutanasia. Así como a no apoyar las subidas del salario mínimo o la revalorización de las pensiones según el IPC.
Hoy la esperanza del PP se limita a esperar lo que cada vez parece más improbable: que Sánchez no cierre una alianza con independentistas y nacionalistas cuya factura más elevada ya conocemos, la amnistía para quienes delinquieron al saltarse la ley en el fallido ‘procés’. Ese fracaso marcaría el pistoletazo de salida hacia unas nuevas elecciones en las que Feijóo partiría de nuevo como favorito, que no como seguro vencedor.
En julio, una gran movilización de última hora de votantes jóvenes, mujeres y mayores, satisfechos con las políticas progresistas de Sánchez y temerosos de las del PP, evitó el retorno de los conservadores al poder y ya veremos si propician que Sánchez siga en Moncloa.
¿Podría repetirse llegado el caso? Algunas políticas que se han empezado a aplicar en autonomías y ayuntamientos gobernados por PP y Vox son la mejor invitación a otro voto de castigo contra los conservadores. Y su rechazo ayer al uso de las lenguas cooficiales en el Congreso, puede que también. Fuera de Madrid, claro.
La pregunta sigue siendo si Sánchez tragará con la amnistía -con el nombre que se le quiera dar-, como dejó entrever con nitidez el miércoles en Nueva York, y con otras demandas ‘indepes’, y logrará así la reelección. Les confieso que he cambiado de opinión. Empiezo a pensar que lo logrará. Es lo que tiene ser el mejor ‘marxista’ -de Groucho- que he conocido, y estar dispuesto a cambiar de principios y a desdecirse de la palabra dada una y otra y otra vez.
Aunque lo logre, el PSOE saldrá tocado de este viaje. Un sector de la ‘vieja guardia’ encabezado por González y Guerra -por cierto, vaya exhibición de machismo impresentable contra Yolanda Díaz el que protagonizó ayer el ‘exvice’ socialista- está contra Sánchez y sus cambalaches. Puede que parte del electorado, también. Pero el grueso de la militancia, en cambio, le respalda. Luego habrá que ver cuánto consigue prolongar su mandato.
Pensando en ello, Aznar, Rajoy y Feijóo volverán este domingo a la calle. En Madrid, claro. ¿Entenderán los conservadores alguna vez que el pálpito político de la capital no es el del resto de España?