Un comienzo desorientado

TONIA ETXARRI, EL CORREO 07/01/13

Los primeros mensajes del Gobierno de Urkullu contradicen la oferta de diálogo a los demás partidos para sacar adelante los Presupuestos.

Cuando se estrena un Gobierno y la realidad le va estropeando los titulares que manejaba desde la oposición y, además, no acaba de concretar las promesas de acuerdo que tanto brillaron en su campaña electoral, se puede hablar del comienzo duro del principiante. Pero cuando se recupera un Gobierno, tras un breve período de tres años y medio de legislatura constitucionalista, queriendo olvidar que, antes de Patxi López, gobernó el PNV durante casi treinta años, habrá que decir que el lehendakari Urkullu está protagonizando un comienzo de mandato ciertamente erróneo.

Con los dos primeros traspiés que ha dado el nuevo Ejecutivo nacionalista a la hora de transmitir sus deseos sobre la «nueva» Ertzaintza y la «nueva» red sanitaria, ha trasladado la impresión de que sus referencias sobre la historia institucional de Euskadi se han perdido en la nebulosa del tiempo. Urkullu habla como si fuera nuevo. Como si representara a un nuevo partido que llega a Ajuria Enea para cambiar todo lo que hizo su antecesor Patxi López.

Pero la historia no comenzó con el lehendakari socialista. La Ertzaintza, como Osakidetza, existen desde que empezó su gestión el primer Ejecutivo nacionalista en 1980. Es cierto que un Gobierno recién llegado al timón de sus responsabilidades suele deshacer lo que hizo el anterior para marcar su impronta. Ocurrió cuando Zapatero dio la vuelta al calcetín de las leyes aprobadas anteriormente por Aznar. Y ahora Rajoy se ha situado en las Antípodas de los ‘planes E’ y los cheques bebé con los que su antecesor socialista regalaba a los ciudadanos en plena curva de la crisis. Pero en el caso de Euskadi, este vicio político resulta, ahora, injustificable.

Que Patxi López quisiera cambiar (al final, por cierto, mucho menos de lo que prometió) las señas de identidad de un Gobierno socialista apoyado por el PP resultaba comprensible. Al fin y al cabo se había comprometido a pilotar el cambio después de casi 30 años de gobiernos nacionalistas. Ahora, esa tendencia en el lehendakari Urkullu no tiene sentido. No puede hablar de «devolver» el prestigio a la Ertzaintza y al sistema sanitario vasco, sencillamente porque, salvo el paréntesis de los tres años y medio, quien ha dirigido siempre Euskadi ha sido su propio partido: el PNV.

No se debería tratar de un pulso de ofensas entre gobiernos que se dan el relevo. Se trata de mantener una honestidad intelectual con la propia historia vivida. De no traicionar la memoria. De no engañarnos para saber de dónde venimos y hacia dónde nos quiere llevar el nuevo Gobierno vasco.

El recorrido por los 30 años de ejecutivos del PNV son fundamentales a la hora de entender cómo se construyó el cuerpo de la Policía autónoma, con los sueños del consejero Luis María Retolaza que chocaron con la realidad que le fue imponiendo el terrorismo de ETA. O cómo se fue tejiendo una red sanitaria tan prestigiada como la vasca, a pesar de la crisis.

La consejera de Seguridad, Estefanía Beltrán de Heredia, que tiene la suerte de dirigir a la Ertzaintza sin tener que perseguir ya los delitos de terrorismo, sorprendió con sus primeras declaraciones orientadas a «devolver» la imagen de la Policía autónoma. Se habrá percatado después de los sucesos del partido Euskadi-Bolivia en Anoeta, de que, para garantizar la seguridad a los ciudadanos no se puede apagar fuegos vestidos con el traje de paseo.

Desde que a ETA no le quedó más remedio que anunciar su retirada, aún sin disolverse, se ha avanzado mucho. Pero los posos de intransigencia y comportamientos violentos no se disuelven de la noche a la mañana. La consejera tendrá que explicar en el Parlamento quiénes fueron los responsables de enviar al estadio a una Policía sin escudos ni cascos de protección para cortar el lanzamiento de bengalas y la rotura del mobiliario que acabaron provocando un saldo de catorce agentes heridos que, según los sindicatos, se vieron indefensos.

Ante casos como el del partido en Anoeta, la Policía «cercana» al pueblo tendrá que ser contundente para defender, precisamente a ese pueblo de los desalmados que no suelen ser entes extraños sino que forman parte de nuestra sociedad compleja.

El lehendakari se encuentra cómodo hablando de la «devolución del prestigio» de instituciones tan emblemáticas como Osakidetza. Quizá se acuerde únicamente de la breve etapa socialista en la que el consejero Bengoa logró reducir listas de espera quirúrgicas y de consulta y se olvide de su polémico antecesor, Inclán, que no consiguió colocar al servicio público en el segundo lugar del ránking sanitario español, donde se encuentra en la actualidad.

Con este panorama, el consejero de Hacienda será el primero en comparecer en el Parlamento, con la vista puesta en la necesidad del Gobierno de contar con apoyos para aprobar sus Presupuestos. Los primeros mensajes de la consejera de Seguridad y del propio lehendakari no ayudan a imaginar un escenario de alianzas. La exportavoz socialista Idoia Mendia acaba de recordar que el PNV ha dinamitado muchos puentes para tejer los acuerdos de los que ahora habla. Desde que Urkullu lanzara su guiño a los socialistas en el pleno de investidura, han transcurrido más de quince días de mensajes desafortunados. Por si acaso, los nacionalistas ya se han puesto la venda antes de que brote la herida diciendo que la prórroga de los Presupuestos no sería un drama. Puede que no lo sea. Pero la credibilidad del «lehendakari de los acuerdos» quedaría muy tocada.

TONIA ETXARRI, EL CORREO 07/01/13