LIBERTAD DIGITAL 18/11/16
· La inclusión en las quinielas para secretario de Estado de los EEUU de Dana Rohrabacher dispara la euforia en la Generalidad.
Nada escapa al radio de acción de los impulsores del proceso separatista ni hay acontecimiento mundial que les resulte ajeno. Una de las obsesiones de Artur Mas y de su sucesor, Carles Puigdemont, es la «internacionalización» de lo que denominan «conflicto» y la victoria de Donald Trump, sostienen convencidos, les abre un resquicio inesperado. Así lo expresó Mas en un vídeo que subió a las redes y así lo creen en el seno del ejecutivo autonómico y en el PDECat, la vieja Convergencia. «El mundo nos mira» es uno de sus mantras.
Tanto el Brexit como el triunfo del candidato republicano han sido traducidos al idioma del proceso separatista como la constatación de que cualquier cosa es posible, hasta la independencia de Cataluña. Si a eso se le añade que Raül Romeva, el consejero (se presenta como ‘minister’) de Asuntos Exteriores de la Generalidad, conoce a un congresista estadounidense del círculo de Donald Trump, la euforia se dispara.
Dana Rohrabacher es el nombre del político republicano que recibió a sendas delegaciones catalanas en los Estados Unidos, la primera encabezada por Roger Albinyana, un alto cargo de la «diplomacia» de la Generalidad, y la segunda por el mismísimo Romeva el pasado septiembre. En ambas ocasiones, Rohrabacher, un californiano de 69 años cuya esposa es de origen vasco, expresó su posición favorable al derecho de autodeterminación y su aplicación en Cataluña.
La circunstancia que ha desbordado todas las previsiones separatistas es que Rohrabacher, vinculado a Trump por su afecto a Putin, ha sido incluido en la quiniela para secretario de Estado junto a Rudolph Giuliani y John Bolton. Si «su» congresista es finalmente el designado, las organizaciones y partidos separatistas no perderán la oportunidad de explotar en su beneficio el nombramiento de un «amigo de Cataluña».
La última polémica del congresista, con fama de excéntrico, se debió a su apoyo a Putin en el Congreso de los Estados Unidos, en sentido contrario a las tesis del Partido Republicano al que representa, lo que llevó al New York Times a dedicarle un artículo titulado «El Kremlin encuentra a su defensor en el Congreso».