Un debate sobre la autodeterminación

JUAN JOSÉ SOLOZÁBAL, EL IMPARCIAL 07/08/13

· Como ha ocurrido en otras ocasiones, también ahora veo que el auditorio prefiere antes que escuchar un concierto sobre el Estado federal del futuro, que se le responda sobre la posición socialista frente al desafío independentista en Cataluña. Más o menos para eso estamos los convocados en la ocasión en el curso de verano del Escorial por Rafael Simancas que modera, muy bien, el debate.

Roberto Blanco aprovecha su intervención para, a la contra, ordenar el terreno de la discusión. Quizás no merezca la pena malgastar esfuerzos para acabar en un lugar no muy lejano del que se parte, si se admite, con muchos estudiosos, que el Estado autonómico ya es un sistema federal o al menos, como diría Azaola, una forma federativa. Tampoco, señala Blanco es muy razonable la fijación en la discusión con el Senado, si se le hace estandarte de la reforma, pues ocurre que de los Estados federales, el único caso en el que el Senado tiene un sentido territorial es en Alemania. Pero la opción por una segunda cámara tipo Consejo, como ocurre en el caso germano, no deja de plantear diversos, y graves problemas.
La intervención del profesor Blanco llama la atención, sobre todo, por sus argumentos contra la autodeterminación. Frente a los que la presentan como una solución a las reclamaciones separatistas, la verdad es que estas no acaban sino en el caso de que el referendum lo ganen los independentistas, de otro modo la consulta solo sirve de precedente a la siguiente, en la que se repite el proceso, y así sucesivamente. Lo que denuncia la irrazonabilidad de la autodeterminación como tratamiento de las tensiones nacionalistas son los efectos divisivos en la sociedad que queda dramáticamente escindida con un gravísimo costo para la convivencia política en su seno. A juicio del profesor Blanco, las dos inevitables consecuencias de la autodeterminación señaladas, la invalidan como fórmula política adecuada en sistemas territorialmente no solo diversos sino complejos o con pluralidad interna.

Txiki Benegas emplea en su parlamento tres argumentos. Primero señala el ventajismo nacionalista en presentar la autodeterminación como derecho, cuando, sin demérito de su legitimidad democrática, no deja de ser una pretensión política más. En segundo lugar, subraya la mayor capacidad integradora del Estado autonómico frente al Estado federal, que está basado en unos patrones de homogeneidad e igualdad que resisten mal la asimetría, especialmente en el caso foral, incorporado con total normalidad en nuestro sistema constitucional.

Pero la intervención de Benegas insiste sobre todo en el paralelismo entre el caso Ibarretxe y el soberanismo de Mas. Por supuesto que hay diferencias entre los planteamientos de Ibarretxe y los planes secesionistas de Mas, pero tales diferencias, y la más notable de ellas, sobre la que también suele insistir Patxi López, es la que se refiere a la actitud en la crisis de los socialistas vascos y de los catalanes. Pero en ambos casos estamos ante un desafío constitucional, que debe ser tratado también exclusivamente de manera constitucional. Con toda pertinencia Txiki Benegas se refirió al modo en que el Tribunal Constitucional, implacable e impecablemente, desmontó la pretensión de convocatoria de un referéndum soberanista(una segunda versión resumida del Plan ) por parte del Gobierno vasco, declarándola anticonstitucional.

El diputado Francesc Vallés resaltó el difícil papel del PSC en la encrucijada catalana. A su juicio la garantía de la estabilidad territorial está sobre todo en manos de los socialistas catalanes, cuya oposición al independentismo es indudable. Su inveterado catalanismo no concibe prescindir de la lealtad a España para afirmar Cataluña. Lo que ocurre es que existe, dice Vallés, una demanda de consulta en la sociedad catalana, que impide al PSC, por sensibilidad democrática, no prestarle atención. A su juicio desatender la petición de un referéndum sobre la independencia, bien que legal y pactado con el gobierno de la Nación, no hace sino incrementar el número de independentistas, como muestran los diferentes sondeos al respecto.

En mi intervención me inclino en el debate sobre la reforma federal por la tesis de la profundización federal del sistema autonómico, resaltando la necesidad, en un hipotético cambio de modelo, de mantener algunas características asentadas del sistema constitucional que tenemos. Hago alusión, en una línea que los lectores conocen, en primer lugar, a la necesidad de que los estatutos conserven siempre su condición dual , como normas con significado territorial y general, controlables por el Tribunal Constitucional, admitiendo la posibilidad de que tal control se ejerza antes de la aprobación estatutaria por los cuerpos electorales respectivos. Y , en segundo lugar, defiendo el mantenimiento de la facultad de suspensión de las actuaciones normativas anticonstitucionales como consecuencia de la impugnación de las mismas por el gobierno de la Nación ante el Tribunal Constitucional, que hace posible, como se sabe, el actual artículo 161.2 de la Constitución.

Pero, aprovechando que soy el último en intervenir, me permito matizar algunas afirmaciones anteriores. Me refiero a la virtualidad integradora de nuestro sistema constitucional y , también, especialmente, a la cuestión sobre el apoyo a la demanda de un referéndum , aunque sea consultivo, en Cataluña, según la tesis del PSC. Señalo una vez más que no creo incompatible el orden territorial constitucional con los planteamientos nacionalistas, porque no siempre, de verdad, el nacionalismo, es secesionista. Pongo ejemplos ilustres de nacionalistas vascos, que no eran independentistas (a mi juicio los mejores) y señalo que este era el caso del nacionalismo catalán hasta hace bien poco, incluso en el nivel de su dirigencia.

Por lo que hace a la intervención de nuestro socialista catalán le señalo que, según mi punto de vista, el derecho a decidir no deja de ser un eufemismo ventajista, eso sí bien efectivo, del derecho de autodeterminación, cuya incompatibilidad constitucional me parece, nos parece a todo los miembros de la mesa, obvia. Hace no tanto tiempo que un ilustre socialista denunció la inconsecuencia de reclamar la autodeterminación para votar en contra de la independencia , y subrayó los efectos debilitadores de la demanda de la autodeterminación para el Estado autonómico que apoyan los socialistas. Entendía que el nacionalismo pudiese defender la autodeterminación, pero le parecía incongruente y desleal que lo hicieran los socialistas. Yo sigo pensando lo mismo que Solé Tura, acabé diciendo.

JUAN JOSÉ SOLOZÁBAL es catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad Autónoma de Madrid.

JUAN JOSÉ SOLOZÁBAL, EL IMPARCIAL 07/08/13