Algunos críticos del PSOE han alquilado una sede alternativa en la mismísima calle de Ferraz, en el número 10, que se abrirá la semana que viene para promover la afiliación. Este paso de los críticos es una prueba implícita de que Sánchez va a dar el paso de presentarse a las primarias. Niegan los arrendatarios del local de que el ex secretario general tenga que ver con el tema y niegan también que quiera «sustituir a la organización del PSOE». Sólo quieren ser «una ayuda para que cuanta más gente se afilie, mejor».
Es evidente que no pueden sustituir al PSOE; la Gestora no lo tolera y va a perseguir la iniciativa por la vía legal y la administrativa por constituir «una usurpación de la imagen, de las siglas y de los símbolos del partido». Cualquier dirección de cualquier partido haría otro tanto. No se conocen casos de que ninguna fuerza política, con dirección permanente o interina, externalice sus mecanismos de afiliación o permita que los gestionen voluntarios al margen de la Secretaría de Organización. Hay cosas y funciones que no se pueden delegar y mucho menos aún dejar que se las quiten. El mismo hecho de que unos afiliados del PSOE (o de cualquier otro partido) abran una sede de manera autónoma respecto a la dirección de su partido es una anomalía difícil de comprender.
Admitida la primera rareza, podría admitirse una segunda, que se trate de un grupo de pedrosanchistas con los que el patrón niegue toda relación, en plan Misión Imposible. Los eslóganes pintados en la persiana –Recupera PSOE. Afíliate. Que nadie decida por ti– no dejan lugar a dudas: esas no son consignas que haya impartido Javier Fernández. En todo caso, los desconocidos críticos no podrían de ninguna de las maneras afiliar por sí mismos, con sus propios mecanismos, a nuevos socialistas. En la mejor de las hipótesis tendrían que recibir a los catecúmenos, explicarles la problemática, darles una pegatina con el anagrama del partido y un folleto y enviarles por la misma calle, sin salirse de acera, 60 números más arriba, para formalizar su inscripción.
Si tal fuera el caso, es de imaginar que la dirección del partido establecería una criba para cerner adecuadamente a los aspirantes, que los aparatos suelen ponerse susceptibles ante solicitudes de afiliación que no vengan de una en una cuando se van a producir elecciones primarias para dotarse de una nueva dirección.
O sea, que las dificultades de encontrarle al tema una utilidad práctica son muchas y un alquiler en Ferraz cuesta un congo; no es cosa que puedan afrontar medio centenar de afiliados por mucho que les guste llamarse militantes. Cabe preguntarse lo mismo que Pla al ver desde el barco el sky line resplandeciente del nocturno de Manhattan: «Y esto, ¿quién lo paga?».
No es un asunto que beneficie al ya baqueteado Partido Socialista, cuya más que probable candidata oficial ya está externalizada. No hay cosa que más perjudique a Susana Díaz que el hecho de ser la candidata preferida de los votantes del PP y los pedristas no dejarán de usarlo en su contra.