Isabel San Sebastián-ABC

  • Sánchez hizo a Ábalos diputado cuando ya conocía sus sucias aficiones y el modo en que se las costeaba

Disculpen queridos lectores la ordinariez del titular, pero siempre he defendido la necesidad de llamar a las cosas por su nombre, máxime cuando nuestra lengua española es extraordinariamente rica en palabras cuyo significado contempla toda clase de matices. En el caso que nos ocupa, no hay matices que valgan. ‘Putero’ es, según la RAE, «un hombre que mantiene relaciones sexuales con prostitutas», definición en la que encaja a la perfección José Luis Ábalos, sin que existan alternativas mejores ni más precisas. Con una peculiaridad. Ábalos, «soy feminista porque soy socialista», se pagaba este vicio repugnante con nuestro dinero, a través del PSOE, partido al que representaba al máximo nivel en su doble condición de ministro y secretario general. Nadie, salvo Pedro Sánchez, estaba por encima de él en la sede de la calle Ferraz a la que enviaba a su lacayo, Koldo, a recoger los sobres llenos de billetes con los que abonaba los servicios de esas profesionales del sexo, en metálico y mediante regalos. La procedencia de ese dinero es lo que investiga ahora la UCO, una vez acreditado con documentación abrumadora que se usó para financiar gastos por completo ajenos a los propios de un cargo público y de cualquier persona honesta. O sea, que hubo financiación ilegal de al menos un alto cargo del partido y con toda probabilidad de la formación en su conjunto. Efectivo abundante, presuntamente ligado a las comisiones derivadas de obras amañadas e infladas de precio cargadas a las espaldas de nosotros, los contribuyentes, exprimidos por la insaciable voracidad de Hacienda.

Aducen en defensa del ‘número 1’ los voceros oficiales del puño y la rosa que Sánchez expulsó de su gobierno al que había sido hasta entonces su mano derecha en cuanto tuvo conocimiento de su conducta, en julio de 2021. Lo que no dicen es que el cesado mantuvo el acta de diputado, además de libre acceso a la caja B del partido, y que dos años después, en julio de 2023, revalidó el escaño en el Congreso porque su jefe y amigo, el caudillo sanchista, lo colocó en un puesto de salida en las listas electorales cuando ya eran de dominio público no solo sus sucias aficiones, sino la forma en que se las costeaba. ¿Por qué? He ahí la cuestión. La única respuesta lógica es que necesitaba asegurarse el silencio de su leal colaborador, conocedor de sus andanzas desde los tempos del Peugeot. Taparle la boca garantizándole un sueldo más que decente, además del aforamiento ante el Tribunal Supremo. Hasta la fecha ambos han cumplido su parte del pacto. Ahora que la Guardia Civil ha dejado al descubierto las vergüenzas del exministro, hasta el punto de situarlo a un paso de entrar en la cárcel, veremos si se le suelta a lengua o se inmola hasta el final por el bien de su querido Pedro.