IGNACIO MARCO-GARDOQUI-EL CORREO
- Los datos merecen complacencias, pero su análisis suscita muchas preocupaciones
En 2021 se crearon en España 840.700 empleos, lo que permitió reducir la tasa de paro al 13,33%. ¿Un éxito? Pues sí, sin duda, pero es un éxito que necesita bastantes matizaciones que perfilan mejor la realidad del mercado laboral español actual.
Primero. Es la mayor subida del empleo, que viene detrás de dos años de destrucción masiva, causada por las restricciones a la movilidad que impuso la pandemia.
Segundo. Seguimos mostrando una tasa de paro que duplica la media europea y se sitúa por encima de países a los que damos poca importancia como son Grecia y Portugal. Esto no es algo puntal, es una de nuestras ‘tradiciones’ más acendradas, todo un clásico entre nuestros estrangulamientos históricos.
Tercero. En números, seguimos con 3.103.800 personas asiladas en el paro. Una situación que exige una reflexión urgente sobre la adecuación del sistema educativo a las necesidades del mercado y sobre el impacto de los sistemas de apoyo social en el ‘ánimo’ de los demandantes de empleo. No puede ser que tengamos tanta gente en paro a la vez que las empresas tienen dificultades crecientes para cubrir sus necesidades laborales. El caso del paro juvenil es mucho peor, pues la tasa se eleva a un insoportable y humillante 38,14%.
«No nos podemos consentir una pérdida de competitividad que nos pone a la cola»
Cuarto. Buena parte de las contrataciones realizadas en el año han sido responsabilidad del sector público. La razón es evidente, pues se deriva del colosal aumento de las necesidades del sistema sanitario. Pero habrá que ver, con atención, cómo evoluciona este capítulo. Por más que las demandas sociales sean infinitas, no podemos mantener de manera permanente un sistema sanitario dimensionado para una pandemia que, si bien es desagradablemente persistente, no va a ser eterna. Lo contrario sería como pedir que se anulen todos los puestos de funcionarios que han visto su trabajo seriamente ralentizado por la misma pandemia.
Quinto. Hay que leer los datos del empleo, en donde hemos recuperado el nivel prepandemia, en relación con la evolución del PIB, en donde aún nos falta un buen trecho para igualarlo. Lo que nos lleva a una pérdida de competitividad que nos sitúa en el vagón de cola europeo. Un ‘lujo’ que no nos podemos consentir de ninguna de las maneras, porque ahí nos jugamos nuestro futuro. Máxime, teniendo a la vista la negociación de los salarios, que se vislumbra enconada.
Así que, complacencias sí, todas las merecidas. Pero preocupaciones también y todas las necesarias, que son muchas.