Editorial, EL MUNDO, 17/9/11
POCOS juicios han sido seguidos con tanta expectación como el celebrado contra Arnaldo Otegi y Rafael Díez Usabiaga, los dos principales líderes históricos de la izquierda abertzale, que quisieron convertir el caso Bateragune en un alegato político y llegaron incluso a escenificar su distanciamiento de ETA.
Los tres magistrados de la Audiencia Nacional no picaron en el anzuelo y dictaron ayer una sentencia que condena a Otegi y Usabiaga a 10 años de cárcel como dirigentes de ETA. Otros tres acusados fueron condenados a ocho años al considerarlos como miembros activos de la banda, pero no jefes.
Dice literalmente el fallo que «Otegi y Usabiaga ostentaban la superior categoría de responsables y promotores de la novedosa estructura [de coordinación con ETA], trazando y transmitiendo las líneas de actuación ». La sentencia señala que a finales de 2007 la banda concibió el proyecto de creación de «una alianza popular nacional», compuesta por diversas organizaciones políticas y sociales para lograr «una acumulación de fuerzas» que impulsara al movimiento independentista.
Ese fue el proyecto encomendado a Otegui y Usabiaga, que mantuvieron frecuentes contactos con ETA y los dirigentes de la izquierda abertzale. Según sostiene el auto, Otegi viajó clandestinamente a Francia –tenía prohibido salir de España– en varias ocasiones en 2009 para recibir instrucciones de la banda. El plan encomendado a Otegi y Usabiaga coincide punto por punto con la posterior estrategia de creación de Sortu y de Bildu, en la que también aparecen «los grupos afines» de los que habla un documento de ETA.
Con todos estos elementos de prueba, la Audiencia concluye que la apuesta por las vías políticas que defendían públicamente Otegi y Usabiaga era «una simulación » planificada desde ETA, que no tenía intención alguna de renunciar a las armas. Esta era también la argumentación de la Fiscalía en el proceso de legalización de Bildu: que la coalición de tres partidos era un instrumento al servicio de la banda. El Tribunal Supremo asumió esta tesis, pero el Constitucional legalizó Bildu al considerar que no había indicios concluyentes. Por ello, esta coalición pudo presentarse a las elecciones y gobierna en el Ayuntamiento de San Sebastián y en la Diputación de Guipúzcoa.
La decisión de la Audiencia Nacional frustra las pretensiones de la izquierda abertzale, que hubiera interpretado la absolución de Otegi y Usabiaga como un refrendo a los votos de Bildu y a su proyecto político. De ahí su gran enfado y las reacciones tan negativas.
Llaman la atención a este respecto las palabras del lehendakari Patxi López, que declaró que «entiende » que el fallo haya podido producir «frustración» y «sorpresa». Parece que se está poniendo en el lugar de los cómplices y simpatizantes de ETA, porque todos los demócratas tienen motivos para alegrarse de una sentencia que hace justicia y pone las cosas en su lugar al quitar la careta a la banda y a su última criatura, Bildu.
Editorial, EL MUNDO, 17/9/11