EL MUNDO 22/09/13
· El documental ‘En tierra de vascos’, único filme realizado por los nazis sobre Euskadi que se conserva, demuestra que el régimen nacionalsocialista estuvo muy atraído por los «misterios» de este territorio. Sus líderes y las tropas eran «amigables» y «simpáticas» con los vascos. En la imagen, dos niños vascos hacen el saludo nazi a un dirigente.
«Sí, conozco pero no te los digo». Con una sonrisa pícara, el ex alcalde de San Sebastián Ramón Labayen (PNV) se niega a facilitar ante la cámara el nombre de representantes nacionalistas que contactaron con los dirigentes nazis durante la Francia ocupada, para tratar de mantener unas relaciones estables con los alemanes que les aseguraran ciertos beneficios, entre ellos su respaldo a una hipotética independencia de Euskadi. «Había que jugar a ganador por una vez», argumenta para justificar estos encuentros.
La existencia de estos contactos para que los nazis tuvieran en cuenta las aspiraciones nacionalistas vascas en una Europa postbélica bajo dominio alemán se plasma en el documental Una esvástica sobre el Bidasoa, estrenado ayer en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián (Zinemaldia). Una realidad histórica que se sustenta en el testimonio de testigos de la época, historiadores y documentos alemanes que se recogen en el filme y que confirman que hubo un acercamiento de dirigentes del PNV para ganarse las simpatías del régimen nazi. «Había cierta esperanza de que los alemanes nos apoyaran frente a Franco», admite Labayen.
«De la reordenación de Europa, los vascos esperan obtener el cumplimiento de al menos una gran parte de sus reivindicaciones nacionales. Por este motivo, los vascos no se posicionan con rechazo ante los alemanes». Esta consideración se refleja en un informe sobre el pueblo vasco que encargó realizar el alto mando del ejército nazi en Francia Werner Best, dentro de su idea de llegar a alianzas con pueblos puros a semejanza de la raza aria.
En todo caso, estas pretensiones nacionalistas no significan que se pueda deducir que tuvieran «una estrategia de alianza» con los nazis, porque «sería mentira», apunta de forma categórica a este periódico el catedrático de Historia de la Universidad del País Vasco (UPV-EHU) Santiago de Pablo, que participa en el filme, en un planteamiento que comparten testigos de la época.
La postura oficial del PNV era apoyar a los aliados que seguían luchando contra Franco, por lo que estos contactos –autorizados por el lehendakari Aguirre en el exilio, aunque con la advertencia de ir con «cautela», ya que no había que «fiarse» de los nazis– hay que encuadrarlos en el «oportunismo» que vieron en una guerra que parecía decantarse por el potente ejército nazi, que a principios de los 40 «arrasaba con todo». «Querían dejar la puerta abierta por si los nazis ganaban la guerra, como parecía, y en ese nuevo mapa de Europa podían conseguir la independencia», apunta De Pablo.
«Yo no condeno estos contactos. Un pueblo se defiende como puede. Habíamos perdido la guerra, la represión de Franco era tremenda y éramos mal recibidos por los franceses. La única muestra de simpatía con nosotros fue de los alemanes», sostiene en el filme Labayen, que por entonces se encontraba exiliado en el País Vasco francés, si bien apostilla que en todo momento «se ignoraban las barbaridades y los crímenes en masa» del régimen nazi.
El objetivo de los contactos no se limitaba al mero planteamiento de que los alemanes tuvieran en consideración la cuestión vasca y la pretensión era sondear «ciertas posibilidades», entre ellas la intervención de las autoridades germanas ante el franquismo para salvar a los presos vascos o dotar de una cierta tranquilidad a los refugiados en Francia, como constata el también catedrático de Historia Ludger Mees, de origen alemán. «Best predicó el entendimiento con los vascos, lo que se reflejaba en una cierta permisividad con las actividades de los nacionalistas en la Francia ocupada», señala.
Es Mees quien ha dado con diversos documentos alemanes de aquella época que reflejan cómo fueron estos contactos. En estos informes, los nazis daban por seguro que el pueblo vasco estaba «convencido» de que «no será olvidado ni despreciado» al configurar la nueva Europa, y queda patente que no se fiaban de sus verdaderas intenciones, al considerarles «rojos separatistas».
Aunque la película aborda estas relaciones, el germen de Una esvástica en el Bidasoa es el descubrimiento de la única película rodada por los nazis sobre el País Vasco que se conserva, En tierra de vascos, que estuvo más de medio siglo oculta en los archivos alemanes. La película evidencia la «fascinación» que sintieron los nazis por los vascos, como resalta Javier Barajas, director del documental junto a Alfonso Andrés. Prueba de ello es que encargaron la realización de la cinta, rodada en 35 milímetros y de 12 minutos de duración, a uno de los directores más reputados, Herbert Brieger, y contó con el respaldo de la productora más importante del régimen, la UFO.
La cinta, según apunta su hijo Nicolas Brieger, es de una «gran calidad artística» y lo «menos logrado y más aburrido» es su parte política. Esta circunstancia le lleva a pensar que fue una especie de «concesión» de su padre al régimen. De hecho, Una esvástica sobre el Bidasoa se estructura en torno a las contradicciones que habitan en Nicolas sobre si la afiliación de su padre al partido fue por «oportunismo» para trabajar en el cine o porque realmente tenía una fuerte afinidad ideológica.
Y el nuevo encuentro con su padre a raíz del rodaje de este documental «no deja de ser contradictorio» para él porque sigue sin comprender las motivaciones de su progenitor. «Era una persona desconocida y ahora tengo una impresión más ambigua», admite Nicolas, quien a día de hoy no se atreve a «juzgar» a su padre al no saber a ciencia cierta «hasta qué punto tendría información de los crímenes» de los nazis.
EL MUNDO 22/09/13