EDITORIAL EL MUNDO – 29/05/16
· Las palabras de Pedro Sánchez en el Círculo de Economía, que estos días se celebra en Sitges (Barcelona), de que «no habrá terceras elecciones» si él no consigue una mayoría para gobernar tienen un extraordinario valor porque sugieren muy claramente que el PSOE se abstendría y permitiría que un candidato del PP pudiera ser investido en esa hipótesis.
Esa es la única interpretación posible de su declaración, que coincide con el punto de vista expresado por Albert Rivera, quien también ha dejado claro en el mismo foro –que ha ido adquiriendo una gran relevancia durante los últimos años– que Ciudadanos hará lo posible para que haya un Gobierno estable. Y así lo entendieron todos los empresarios que escucharon la intervención del líder socialista.
Nos parece un cambio cualitativo muy importante porque hasta la fecha Pedro Sánchez se había cansado de negar toda posibilidad de dejar gobernar al Partido Popular. Ahora ha flexibilizado su posición, consciente seguramente de que España no aguantaría unas terceras elecciones en diciembre.
«No voy a vetar a ninguna fuerza política, no se trata de arrinconar a nadie», sentenció Sánchez ante un auditorio plagado de empresarios y economistas, detalle que no es baladí. Acompañado por el coordinador económico del programa electoral de su partido, Jordi Sevilla, el secretario general del PSOE articuló un discurso marcado por la moderación.
Creemos que las palabras de Sánchez suponen un gesto de sensatez que ayudará a normalizar la campaña electoral y a restablecer un cierto clima de diálogo entre las fuerzas políticas. Eso es lo que quiere la mayoría del electorado, hastiado por el ejercicio de irresponsabilidad y la falta de acuerdo entre los principales líderes políticos.
Han pasado más de cinco meses desde las elecciones, periodo en el que los partidos se han tirado los trastos a la cabeza y han sido incapaces de llegar al más mínimo consenso. El único afán de sus dirigentes parecía culpar a sus adversarios de la convocatoria de las nuevas elecciones.
A menos de un mes de la cita con las urnas, estamos ya cerca de una nueva campaña que esperamos que se desarrolle de una manera muy distinta que la anterior, marcada por el durísimo enfrentamiento entre Rajoy y Sánchez.
Aunque a muchos les parezca ingenuo, seguiremos reclamando desde estas líneas un cierto fair play que resulta compatible con la firme defensa de las ideas propias. Pedimos a los partidos que expongan sus ideas y sus programas para resolver los grandes problemas que tiene este país y no que sucumban al juego de las descalificaciones personales.
España necesita un Gobierno estable que afronte las reformas pendientes y que pueda llegar con la oposición a grandes pactos de Estado. Sea Rajoy o sea Sánchez el vencedor del combate electoral, ambos deben entenderse por el bien de España.
Será difícil que ambos lleguen a pactar una coalición para gobernar, que es lo que siempre hemos defendido desde nuestras páginas, pero tienen la obligación de anteponer el bien de la nación a sus intereses particulares. Y ello se puede hacer como Gobierno y como oposición, porque ambos papeles son igualmente importantes.
Como popularmente se dice, los líderes deben cambiar de chip, lo que significa que deben olvidarse de poner zancadillas al adversario y empezar a pensar lo que pueden hacer por mejorar este país.
Es imposible saber si va a haber una variación sustancial de resultados porque han aparecido nuevos elementos como la alianza entre Podemos e Izquierda Unida. Y tampoco está claro que la nueva situación vaya a propiciar una polarización del voto entre el PP y Podemos, como predicen muchos analistas. Todas las posibilidades están abiertas y habrá que esperar hasta la noche del 26 de junio para saber quién se lleva el gato al agua.
EDITORIAL EL MUNDO – 29/05/16