Alberto Ayala, EL CORREO, 8/7/12
Un Ejecutivo funciona si tiene respaldos parlamentarios o si la oposición está dividida. Liderar exige mayorías estables y sólidas
La Euskadi política lleva dos meses –exactamente desde que Antonio Basagoiti dio un radiofónico portazo a Patxi López– instalada en el axioma de que Euskadi necesita un Gobierno «fuerte» y «sólido» porque el actual ya no lo es. En consecuencia, hay que adelantar a otoño las elecciones al Parlamento vasco que por calendario debieran celebrarse entre febrero y marzo de 2013.
A la cantinela se han sumado desde Iñigo Urkullu a Basagoiti, pasando por la izquierda abertzale, los partidos minoritarios y buena parte de la opinión publicada. También, aunque con subterfugios verbales, el presidente de Confebask, Miguel Ángel Lujua, quien tardó nada menos que ¡un día! en intentar desdecirse de lo que sí había querido decir recurriendo a lo que suelen hacer quienes no encuentran argumentos de más peso: intentar matar dialécticamente a los mensajeros.
Probablemente tienen razón. Dos partidos que suman mayoría absoluta en el Parlamento pueden unirse, desplazar a la fuerza política más votada en las urnas y gobernar. Es puro ejercicio democrático. Pero hecho gran parte del trabajo que explicó tal anomalía política, rota esa mayoría, toca volver a llamar a los ciudadanos a las urnas y pasar examen. Resistir, qué duda cabe, es perfectamente democrático –para tumbar gobiernos existen las mociones de censura–, aunque éticamente resulta bastante menos defendible.
Pero estábamos en que la clave de bóveda de la reclamación de comicios anticipados radica en que Euskadi necesita un Gobierno «sólido», «fuerte». En especial, en un momento en el que atravesamos lo peor de la crisis y las inclemencias de todo tipo no permiten vislumbrar un puerto seguro en el horizonte.
Pactos tras las elecciones
Llevamos ya un par de semanas o tres de encuestas preelectorales; entre ellas, la que realizó Ikerfel para EL CORREO. Como suele ser habitual en estos casos, existen matices diferenciales entre los distintos sondeos. Pero se repiten varias conclusiones y no precisamente menores. Una: que el PNV ganará, con EH Bildu detrás, el PSE en tercer lugar y el PP cuarto. Dos: que los jeltzales se quedarán muy lejos de la mayoría absoluta (el trabajo demoscópico más favorable les otorga 26 escaños y el control parlamentario se logra con 38). Tres: que una cuarta parte del electorado aún duda si ir a votar o no, y a quién. Y cuatro: que acceder a Ajuria Enea primero y gobernar después requerirá de pactos, bien por acción o por omisión.
A estas alturas del negocio no voy a caer en la ingenuidad de esperar que los principales partidos destapen sus intenciones postelectorales, ni tampoco les creería sin más aunque lo hicieran. No creo que haga falta recordar ejemplos variados de aquello de «donde dije digo, digo Diego».
Aún así, existen fundados elementos que inducen a pensar que ni PNV ni PSE –y, obviamente, ni PP– contemplan en su hoja de ruta rubricar un acuerdo para formar un Gobierno de coalición con la izquierda abertzale. Si los indecisos no propician un vuelco que desautorice los pronósticos de los institutos de opinión, el baile ‘post’ tendrá, pues, como gran protagonista a Urkullu y al PNV.
Si la suma entre jeltzales y PP da mayoría absoluta, algo que en este momento no parece del todo probable, apuesten a que los peneuvistas se lanzarán a gobernar en solitario con apoyo externo del PP. Los populares no exigieron carteras gubernamentales para estar en el Gobierno de Patxi López y no se las exigirán llegada la ocasión a Urkullu. Sería un Gobierno bastante estable, con capacidad de liderazgo, salvo aventuras soberanistas en las que entraría en juego EHB. El portavoz en el Congreso, Josu Erkoreka, sería el encargado de las compensaciones; al Gobierno de Rajoy, claro. Ambos grupos mantendrían plena libertad de acción en cuestiones como el derecho a decidir, el autogobierno o cómo cerrar el desgraciado capítulo del terrorismo de ETA.
Si tal suma no alcanza será cuando se complique el escenario. ¿Buscará el PNV pactar un Gobierno de coalición con el PSE, también sólido y estable? ¿Lograrán entenderse? ¿Ofertará EH Bildu a Urkullu los escaños que necesite para ser investido lehendakari como ya hizo con Ibarretxe? ¿Aceptará tal ofrecimiento el aún presidente del Euzkadi buru batzar y flamante candidato a ser el próximo inquilino de Ajuria Enea? ¿Negociará simplemente abstenciones para alcanzar el poder aún a riesgo de tener que formar luego un Gobierno tan minoritario, tan poco sólido y tan poco estable como el actual de López? Por preguntar.
Alberto Ayala, EL CORREO, 8/7/12