El cardumen está empezando a distraerse

Pedro Sánchez Pérez-Castejón culmina hoy su reflexión de cinco días y comunicará a los destinatarios de su carta si esto merece o no la pena, si continúa en el Gobierno o se planta. Él ha montado todo este número para seguir, para convocar a sus fieles en torno a Ferraz, una calle estrecha donde unos pocos miles lucen más que en la Plaza de Oriente que siempre llenaban los manifestantes cuando los convocaba Franco.

Eran 12.500, según la Delegación del Gobierno, que siempre calcula al alza las manifestaciones oficiales, cinco veces menos que la convocada por el PP contra la amnistía, por más que para él será miríada. La realidad es que la movilización para apoyar al líder fue ridícula, por más que Marichús y otros dirigentes abortaran la reunión del Comité Federal para unirse a los manifestantes y convirtieran lo ridículo en patético. Ya debieron imaginarlo cuando la primera alarma, difundida por whatsapp, solo reunió a 72 personas en apoyo del jefe ante la sede del PSOE. Quizá es que ya no está Rubalcaba para agitar la jornada de reflexión o que los militantes sanchistas conocen mejor Génova que Ferraz.

Con su extraordinaria carta a la ciudadanía, el presidente fijo discontinuo, que dirían Yolanda y Feijóo, se ha tropezado por segunda vez con sus propios pies. Tiene abiertos tantos frentes que inevitablemente cuando trata de abrochar uno descose otro. Quiso cerrar el más cercano convocando al socialismo realmente existente a cerrar filas con Begoña y su galán enamorado. La consecuencia, no deseada, es que todo el mundo, para el que el nombre Begoña Gómez no significaba nada, ahora sabe que es la mujer del presidente español, y que está de alguna manera implicada en asuntos de corrupción. Y por extensión, él mismo se ha convertido mediante su carta en ruiseñor de sus desdichas, eco de su mala suerte, con permiso de Miguel Hernández. ¿Qué salida podría tener en Europa este desecho de tienta? Ya se lo auguró el presidente del PPE, Manfred Weber, después de que el gañán lo relacionara con Hitler: está descalificado para cualquier cargo europeo internacional en el futuro.

Los sujetos como Sánchez recuerdan el experimento de Erich von Holst, un psicólogo conductista alemán que extirpó a un gobio la parte anterior del cerebro, en la que reside el instinto de adhesión al cardumen. El pez iba a su bola sin preocuparse del resto del banco que formaban sus congéneres. En consecuencia, todos se adherían a él. Era su carencia lo que le convirtió en líder y guía del cardumen. Eso es lo que le pasa a Pedro Sánchez. No es un estratega; es que carece de la parte del cerebro en la que reside la empatía y eso le ha convertido en capitán de la manada. Todos los suyos interpretan que es un gran táctico, cuando en realidad es solo un tipo imprevisible al que se adhiere una masa amorfa movida tan solo por mero instinto de supervivencia.

La única diferencia con el gobio es que Pedro Sánchez puede conducir a su cardumen en ausencia, como ayer mismo en la calle Ferraz, mientras los peces exigen la presencia del pez bobo. Tenía yo escrito que para librarme de esta pesadilla solo confiaba en Puigdemont, pero no es cierto; también me infunde esperanza la imprescriptible memoria que para el agravio tienen los judíos.