Puesto que los ‘mediadores’ ya están aquí y que han entrado en escena a petición de Batasuna y con el visto bueno de ETA, podrían intentar que ésta les entregara sus arsenales o los destruyera en su presencia. Esa sí sería una aportación importante para la paz. Del futuro político vasco ya se encargarán las instituciones.
El abogado sudafricano Brian Currin y su Grupo Internacional de Contacto ya están en el País Vasco. Vienen como Dora la exploradora, con su mapa de la paz y hablando inglés. Vienen como pacificadores en el sentido establecido por Michael Ignatieff cuando señala que «los pacificadores son imparciales por definición y no les compete establecer distinciones morales entre el agresor y la víctima».
La intervención de Currin responde a la petición de Batasuna y de la propia ETA que, en 2008, le animó con una carta a seguir sus trabajos en el País Vasco, tal y como desvela en el documental ‘Pluja seca’ (Lluvia seca), emitido por TV3. Cuenta, en cambio, con el rechazo del Gobierno vasco y del Ejecutivo español, lo que hace del Grupo de Contacto una entidad escorada y parcial. Ello le ha cerrado algunas puertas en la esfera internacional como, por ejemplo, la de Noruega, cuyo Gobierno se ha negado a apoyarle.
Currin, en declaraciones efectuadas el pasado mes de noviembre en Radio Euskadi, dijo que uno de los objetivos de este grupo era «propiciar la creación de una mesa de partidos». «Yo personalmente considero que esto es algo que podría ayudar a persuadir a ETA para que cesara permanentemente su lucha armada», indicó. Aquellas palabras provocaron un tirón de orejas del presidente del PNV, Iñigo Urkullu, quien dijo que no admitía que «por satisfacer a no se quien» se reclamara «una mesa de partidos políticos que pueda estar tutelada por una decisión todavía no emitida por una organización terrorista».
Después de la tregua de ETA, las tareas inmediatas que se ha marcado este grupo son de apoyo a las demandas de Batasuna: presionar para conseguir la legalización de Sortu, el cambio de la política penitenciaria aplicada a los presos etarras y promover una negociación que cambie el marco político.
Ese movimiento del grupo de Currin encaja bien con uno de los objetivos que se marcó ETA al anunciar la tregua del 10 de enero. La banda terrorista pretendía con su iniciativa que los firmantes de la Declaración de Bruselas y los del Acuerdo de Gernika pasaran a presionar al Gobierno español y de esa manera se aliviara la presión que sentía la propia banda.
Puesto que ya están aquí y dado que el grupo de Currin ha entrado en escena a petición de Batasuna y con el visto bueno de ETA, podrían aprovechar esa circunstancia para conseguir que la banda les entregara sus arsenales o los destruyera en su presencia. Esa sí que sería una aportación importante para la paz. Del futuro político vasco ya se encargarán las instituciones democráticas sin necesidad de ayuda exterior. En Euskadi los partidos han demostrado de sobra su capacidad para el diálogo político y para los acuerdos y nunca han necesitado observadores extraños.
Florencio Domínguez, EL CORREO, 15/2/2011