“Es inconstitucional, un cambio estructural que atenta contra la Constitución y la España unida”, además de una “quiebra de la solidaridad”. Son palabras de Javier Lambán, secretario general del PSOE aragonés además de ex presidente del Gobierno regional. Un hombre honrado. En la misma línea, más moderada, se manifestó el presidente castellano manchego García Page, un tipo que ha dilapidado su crédito en el engañabobos perpetuo del sí pero no de su oposición a Pedro Sánchez. Y eso fue todo. A eso se redujo el Comité Federal de ayer en la calle Ferraz y en el que, decían los optimistas, iban a saltar chispas. Sánchez prometió más financiación para todos, pasta para aburrir, dinero p’asar una vaca, y se fue a tomar el aperitivo. Todavía debe estar riéndose. El PSOE no es más que una agrupación de gaiteros dispuesta a acompañar el desfile del jefe hacia la inmortalidad. En el mejor de los casos. En el peor, una banda mafiosa dispuesta a dinamitar la convivencia entre españoles por cuatro monedas. No hay noticia de que Sánchez entregara ayer a Page una copia del pacto firmado con los separatistas, del que el manchego decía conocer “solo el borrador filtrado por ERC”, aunque, al final del festejo, Lambán leyó ayer unos párrafos del supuesto acuerdo, que les habría facilitado Salvador Illa. Hasta ahí llega el desprecio de Sánchez por sus conmilitones. Maduro no presenta las actas de las elecciones venezolanas y Sánchez no entrega el documento firmado con Ezquerra que rompe la igualdad entre los españoles y privilegia al golpismo catalán.
“Sánchez soslaya el cupo catalán y anuncia que permitirá a todas las CCAA gestionar su fiscalidad”, titulaba ayer tarde este diario, tras el Comité Federal. Y si todas las CC.AA. van a poder gestionar la totalidad de sus impuestos, como Cataluña, entonces decae el Estado, sobra el Estado, se derrumba por innecesario como un castillo de naipes. Sobra el Estado y sobra también la nación, sustituida por 17 estaditos y sus nacioncitas respectivas. Es la Confederación de Repúblicas Socialistas Ibéricas soñada por Zapatero, que Sánchez se ha propuesto llevar a la práctica mediante la práctica de “entregar a terceros parcelas de poder que constitucionalmente corresponden al Estado” (Agustín Valladolid aquí el jueves). Y ¿en nombre de quién impulsa usted esta revolución? ¿Quién le ha mandatado para ello? ¿Con qué autoridad? ¿Con qué respaldo? Con ninguno. Por mis santos cojones. No hay un Estado democrático en el occidente cristiano que renuncie o haya renunciado nunca a recaudar el 100% de los tributos de una parte de ese Estado que, además, representa el 19% de su PIB. Lo explicaba aquí el viernes José Luis Feito. ”Un aumento de ingresos de esta envergadura para Cataluña sólo se puede conseguir mediante la combinación de dos vías: la reducción de los ingresos del Estado central y de los de las comunidades de menor renta” (…) “La caída de ingresos del Estado central se puede compensar incrementando impuestos o recortando el gasto público estatal. Hay apenas margen para aumentar el déficit y la deuda pública y ninguno para recortar apreciablemente el gasto público estatal. En cuanto a la subida impositiva, los impuestos directos son tan elevados que un aumento de los mismos apenas fomentaría los ingresos públicos y, de hecho podría incluso reducirlos. Sobre todo, teniendo en cuenta que de la subida del IRPF estarían excluidos los recaudados en Cataluña. La única salida, por tanto, sería una subida intensa del IVA y del resto de impuestos indirectos”.
Y si todas las CC.AA. van a poder gestionar la totalidad de sus impuestos, como Cataluña, entonces decae el Estado, sobra el Estado, se derrumba por innecesario como un castillo de naipes
Dijo Sánchez en la calle Barquillo que habrá mucho dinero extra para Cataluña, pero también para el resto de CC.AA. Champán para todos. Lo ha aclarado Fedea: El pacto fiscal catalán exige elevar un 30% el tramo estatal de IRPF en el resto de España. O una subida descomunal del IVA, como opina Feito. ¿Alguien pensó que los caprichos del sátrapa nos iban a salir gratis? Estamos gobernados por una mafia, una organización criminal cuyo único objetivo es ocupar el poder para esquilmar a la población y enriquecerse. Con el Lamborghini como cortina de humo para tapar el escándalo del concierto fiscal catalán y su propia corrupción y la de su familia. Esquilmar a la mitad o más de los españoles y subvencionar a la otra mitad. Modelo Venezuela. “Son ustedes una banda, señor Cuerpo, sí, una banda señor Cuerpo”, se atrevió el diputado del PP Jaime de Olano esta semana dirigiéndose al ministro de Economía. “Una banda peligrosa para el bolsillo de los españoles, una banda peligrosa para la ética pública, una banda peligrosa para las instituciones y su independencia y una banda peligrosa, en consecuencia, para la democracia en este país”
El aprendiz de tirano (“vamos a gobernar con o sin apoyo del poder legislativo”, ayer en Ferraz) ha decidido esta semana llevar a la práctica el penúltimo golpe contra la penúltima institución cuya independencia le quedaba por arrasar: el Banco de España. Tenía que ser José Luis Escrivá por bemoles y ha sido José Luis Escrivá. La distancia sideral que en lo moral, además de lo intelectual, separa a Escriva de su antecesor en el cargo, Pablo Hernández de Cos, es la unidad de medida del irreparable deterioro institucional en el que ha caído este país. Y ¿qué le dirá este señor a sus hijos, cómo les explicará su falta de dignidad, su forma de plegarse ante los caprichos de Sánchez? ¿Cómo les contará qué él, que pasaba por independiente con el PP, se ha prestado a servir de felpudo donde el gran chulo restriega la suela de sus zapatos? ¿Y cómo reconvendrá a Sanchez cuando Sánchez siga gastando lo que no tiene, siga engordando déficit, siga aumentando deuda, y tenga que recordarle la necesidad imperiosa de consolidar las cuentas públicas? ¿Qué hará cuando sea evidente que las pensiones cuya reforma él manoseó son insostenibles y amenazan con llevar al Tesoro público al default? ¿Qué dirá entonces este desahogado encaramado al Banco de España con la mayor desenvoltura del mundo? A nuestro autócrata ya solo le queda la AIRef por controlar. Y anunciarnos, cual Maduro, que la Navidad empezará este año el próximo 1 de octubre.
El chulo no tiene rival. El chulo campa por sus respetos. El pedrisco de desgracias sobre este país es de tal dimensión que la gente ha bajado los brazos
La única buena noticia de lo ocurrido en el BdE ha sido la briosa reacción de nuestros banqueros, la protesta airada de nuestro siempre heróico capitalismo financiero, vive Dios, qué coraje, qué condena tajante, qué gritos desgarrados, qué aspavientos… Todos, con la venerable Ana Botín a la cabeza, y el bobo del BBVA al lado, en primera posición de saludo. ¡A tus órdenes, Pedro! ¡Lo que tú mandes, Pedro! Es el viejo eterno problema de nuestras elites, la desgracia de una ausencia que hemos padecido a lo largo de siglos, que seguimos sufriendo y que desde Unamuno hasta Jovellanos pasando por Costa y tantos otros denunciaron en el pasado. El chulo no tiene rival. El chulo campa por sus respetos. El pedrisco de desgracias sobre este país es de tal dimensión que la gente ha bajado los brazos. Todo vale, cualquier barbaridad se asume con indiferencia porque sabemos que el escándalo de hoy quedará rápidamente opacado por el de mañana.
En el vecino país del norte, el bloque de La Francia Insumisa (LFI) ha presentado una propuesta en la Asamblea Nacional para destituir al presidente de la República, Emmanuel Macron, “ante su comportamiento peligroso y errático”. La razón es que Macron se ha negado a elegir un primer ministro de extrema izquierda, porque en Francia están mal, incluso muy mal, pero no tan mal como en España, en manos de una banca criminal dispuesta a acabar con la convivencia entre españoles. El impeachment de Macron (el artículo 68 de la Constitución dice que el presidente puede ser destituido si su comportamiento es «manifiestamente incompatible con su mandato») no tiene ninguna posibilidad de prosperar, mucho menos despues de que el republicano Michel Barnier haya sido nombrado, con el visto bueno de Marine Le Pen (el elefante en la habitación que la clase política parisina se empeña en ignorar y con el que va a terminar encamado a no tardar), como nuevo primer ministro, pero el episodio es una muestra deslumbrante de las diferencias entre la versatilidad del engranaje institucional de la V República y la rigidez de una Constitución como la española donde nadie previó los mecanismos necesarios, salvo la dichosa moción de censura constructiva, para desalojar del poder a un aventurero capaz de aliarse con la extrema izquierda y lo peor de la casta nacionalista para conducir al país a un callejón sin salida.
Representáis a esa España revanchista que quiere volver a los años 30 del siglo pasado. Y no lo vais a lograr porque media España no se va a dejar conducir mansamente al matadero por la otra media
¿Estamos condenados a soportar al personaje sine die? “España parece condenada a reproducir la virulencia política de tiempos trágicos de nuestro pasado”, escribía el viernes en El Correo Ramón Jauregui (“El congreso del PSOE”), uno de los pocos socialistas honestos que podría encabezar, si tuviera agallas, una revuelta interna contra el sátrapa. Virulencia no, Ramón, violencia. Violencia a palo seco. Y sois vosotros los culpables, no podéis echar la culpa a nadie. Representáis a esa España revanchista que quiere volver a los años 30 del siglo pasado. Y no lo vais a lograr porque, ahora como entonces, media España no se va a dejar conducir mansamente al matadero por la otra media. “Ya es muy poco lo que nos separa de una dictadura perfecta”, escribía aquí el viernes Martínez Gorriarán. “Aquí hay un golpe que triunfará o será derrotado, una legalidad que prevalecerá o desaparecerá, unos jueces que serán independientes o ropones del despotismo. A eso se enfrenta Isabel Perelló” contaba por su parte en El Mundo Federico J. Losantos. No estoy de acuerdo: No podemos pedir a los jueces que nos saquen las castañas del fuego. “Ursula y la Comisión, que necesitan los votos del PSOE en Bruselas, no harán nada que les enemiste con Sánchez para proteger la democracia que la propia España no sabe proteger. No nos engañemos: los Reyes Magos somos nosotros mismos. No hay otros”, concluía Gorriarán. En efecto, no nos salvará Europa, ni los jueces, ni nuestras elites, ese cobarde capitalismo hispano dispuesto siempre a aliarse con el diablo con tal de salvar su culo. Nos salvará el españolito de a pie, ese que se levanta cada día a las 6 o a las 7 de la mañana dispuesto a labrar un futuro para él y sus hijos y que ve su dignidad mancillada por una mafia que se enriquece con sus impuestos (más de la mitad de lo que gana). Se puede decir más fino, pero también se puede enunciar en román paladino: esto se acabará el día que a Juan Español se le terminen de inflar las pelotas ante tanto atropello.