Santiago González-El Mundo
El senador Johnson dijo hace un siglo que la primera víctima cuando llega una guerra es la verdad. Vale también con un golpe de Estado. La segunda es el periodismo, que lleva toda la semana en plan arúspice, no leyendo las entrañas de la oca, sino las circunvoluciones cerebrales del presidente de la Generalidad, ese lugar flagrante y nulo, que diría Saint-John Perse. Todo el día fue un confuso ir y venir detrás de un pollo descabezado.
Cuando los suyos anunciaron que Puigdemont iba a comparecer a la una y media para anunciar elecciones, comprendí que en algo no decían la verdad, en la hora o en el mensaje. No hay un solo asunto en el que los golpistas no hayan mentido. Pasaban 20 minutos de la hora cuando se dijo que la comparecencia se atrasaba a las dos y media. Después que se suspendía y luego que no, que sería a las tres y media en el Parlamento catalán y otra vez que no. El miércoles nos acostamos con la Declaración Unilateral de Independencia. El jueves iba a anunciar elecciones, mientras en la plaza Sant Jaume se iban concentrando los estudiantes (no llegaron nunca a los 500) que llamaban «traidor» al presidente y dos parlamentarios del PDeCAT, que dimitieron en protesta y se dieron de baja en el partido.
Finalmente Puigdemont compareció poco después de las cinco para desmentir algo que él en ningún momento había anunciado. Dejó claro que no iba a convocar elecciones, pero no afirmó que fuera a declarar la independencia. ¿Será el Parlamento? Yo esto lo siento por Margarita (está linda la mar) que tenía mucha ilusión en las elecciones, aunque no tanto como en congelar el 155 y estuvo en duchas escocesas todo el día hasta que P. le acabó de borrar las ilusiones.
El Parlamento es esa cámara oscura que se abre o se cierra al antojo de la señora Danvers que ejerce de ama de llaves, y lo tiene cerrado a cal y canto. El Pleno de las cinco se aplazó hasta las seis. Mientras, ERC amenazaba con romper la coalición si adelantaba los comicios.
Ayer más que nunca, Puigdemont era el idiota que contaba el cuento de Macbeth, lleno de ruido y de furia, pero que no quería decir nada. Con lo fácil que les habría quedado organizarlas con las mismas garantías que el referéndum del 1-O. Las novias de Barcelona harán a sus novios la pregunta que le hacía Andie McDowell a su marido en Sexo, mentiras y cintas de video, aunque el pobre no era catalán: ¿Cómo quieres hacer el amor con la cantidad de basura que hay en Cataluña? No descarten que en opinión de este aventado, DUI quiera decir dispositivo intrauterino. Ayer empujó el 155 para disgusto de los socialistas que se vieron obligados a seguir uncidos al PP. Puigdemont sale condenado, pase lo que pase: si hay elecciones, ganará Junqueras, otro que tal. Si declara la independencia espero verle haciendo compañía a los Jordis, a su gitano exhibicionista y al preso que canta a Manolo Escobar. No hay otro camino para los golpistas que el de Soto del Real.