ABC 16/12/13
ESPERANZA AGUIRRE
Uno de estos intelectuales catalanes que han decidido plantar cara a los independentistas es Girauta, que lleva años defendiendo con valentía la Constitución Española en ese territorio donde declararse contrario a la independencia te convierte en sospechoso
El que llamamos desafío independentista de los políticos secesionistas de Cataluña está teniendo el positivo efecto de despertar la conciencia de muchos intelectuales catalanes que, hasta ahora, habían permanecido en silencio ante las pretensiones de los nacionalistas y ante las falsificaciones históricas y de todo tipo que han ido perpetrando en los últimos tiempos.
Nombres tan prestigiosos, respetados y respetables como Juan Marsé, Félix de Azúa, Ignacio Vidal-Folch, Albert Boadella, Francesc de Carreras, Arcadi Espada, Xavier Pericay, Miquel Porta Perales, Valentí Puig, Félix Ovejero, Ramón de España, Javier Cercas, José García Domínguez o Salvador Sostres han levantado ya su voz y han cogido su pluma para denunciar lo que consideran una maniobra al servicio de determinados intereses partidistas, que quiere borrar de un plumazo muchos siglos de historia compartida y que quiere embarcar a los catalanes en un futuro incierto que sus impulsores, los nacionalistas, ni siquiera son capaces de describir.
Uno de estos intelectuales catalanes que han decidido plantar cara a los independentistas es Juan Carlos Girauta, que lleva muchos años defendiendo con valentía y, sobre todo, con la fuerza de su inteligencia y de su palabra, la Constitución Española en ese territorio donde hoy el simple hecho de declararse contrario a la independencia le convierte a uno en sospechoso.
Pues bien, Juan Carlos Girauta, el mes de agosto pasado, lo dedicó a cargarse de argumentos en contra de los que quieren romper España y, con esos argumentos, escribir un libro, «Votaré NO a la secesión de Cataluña» (Ediciones B), que acaba de aparecer. Y que lo ha hecho en el momento más oportuno, justo cuando los partidos independentistas, acompañados por los restos del comunismo (¡qué compañía más tranquilizadora para iniciar el camino del precipicio!), han anunciado la convocatoria del referéndum de secesión con una pregunta que, para alimentar la confusión, son dos.
Es, sin duda, un libro de combate desde el mismo título. Y es un libro escrito con la pasión que sólo puede sentir un catalán cuando ve cómo unos políticos nacionalistas quieren acabar con la Nación-estado más antigua de Europa de la que Cataluña ha formado parte desde siempre.
«Votaré NO» es un libro para agitar las conciencias de todos esos catalanes que, sin ser independentistas, contemplan atónitos cómo los políticos nacionalistas han ido creando esa atmósfera típica de los regímenes totalitarios en la que llevar la contraria al establishment dirigente exige una buena dosis de heroísmo.
Es un libro que recopila muchos de los argumentos necesarios para, llegado el caso, votar que no a esa secesión, que, se pongan como se pongan sus impulsores, siempre será traumática para todos los catalanes y, también, para todos los españoles.
Una muestra de esos argumentos la tenemos en el libro cuando explica cómo lo del referéndum, que, a simple vista, parece impecablemente democrático (¿qué puede haber más democrático que dejar a la gente que diga lo que quiere?) es una trampa que nadie con un mínimo de rigor intelectual, jurídico o político puede aceptar. Porque, como explica Girauta, no hay democracia por encima de la Ley. Y no sería admisible, por ejemplo, que en un barrio o en una ciudad se celebrara un referéndum para prohibir la entrada a miembros de una determinada etnia o religión, por mucho que la mayoría o todos los habitantes de ese barrio o ciudad votaran democráticamente a favor de esa prohibición. Porque la Ley es la que marca lo que se puede o no hacer. Y hay muchas decisiones que serían ilegales por mucho que un grupo las votase «democráticamente» de forma unánime.
Entre los argumentos racionales que Girauta exige a los secesionistas está el pedirles que expliquen cómo será el futuro estado catalán.
¿Cómo va a ser su ejército? ¿Se cederá a Francia la defensa de Cataluña, como algunos soberanistas han llegado a decir, según nos explica Girauta? ¿Cómo será una Cataluña fuera de la Unión Europea y de la OTAN?
¿Pueden decirnos quién será catalán en esa futura república? Este problema, el de la nacionalidad de los ciudadanos, no es de los más fáciles de resolver. Y no se puede mentir a los ciudadanos.
¿Qué pasará con la moneda? ¿Y con el reconocimiento internacional? ¿Han calibrado las consecuencias que tendrá esa declaración de independencia unilateral en las relaciones con el resto de los españoles, si la razón fundamental que se esgrime para separarse es el rencor, cuando no el odio? ¿Podrá España, como ahora hacen los demás países del mundo, abrir escuelas e institutos en todo el territorio de la república de Cataluña donde se estudie en castellano?
Son muchas las preguntas que los independentistas dejan sin contestar. Demasiadas para proponer algo tan serio como acabar con España.
Pues bien, si hacemos caso a Juan Carlos Girauta, ha llegado la hora de dar la batalla de las ideas. Y para eso nos ofrece las que ha reunido en este libro.
Ahora se ve con claridad que, desde el momento mismo en que la Constitución Española fue aprobada, los nacionalistas, sin perder un minuto, y con una deslealtad que ahora resulta evidente, empezaron a trabajar para socavarla. Y socavarla es intentar cambiar el sujeto de la soberanía, porque ahora ya no se trata de asumir más competencias, sino de negar que la soberanía resida en el pueblo español en su conjunto.
Mientras tanto, los constitucionalistas, con una ingenuidad, que también ahora se hace palpable, creyeron que la fuerza de la Ley era suficiente para contener las pretensiones de esos nacionalistas que habían estado en el consenso constitucional.
Unos nacionalistas a los que Vargas Llosa dedicó el pasado 11 de septiembre unas palabras que merece la pena recordar: «Salir de la tribu es el comienzo del progreso, de la civilización». Y añadió: «El nacionalismo es el regreso a la tribu». Para terminar: «El nacionalismo es una carga de la que es muy difícil librarse, pero que hay que combatir con enorme energía si se quiere que haya civilización».
Creo que no se puede decir más claramente.
Sólo me queda invitarles a leer el libro de Juan Carlos Girauta. Sus argumentos, desgraciadamente, van a hacernos mucha falta.