La operación de la Guardia Civil dificulta a ETA el control de su entorno político y se suma a la desarticulación del ‘aparato de de presos’ y a la pérdida de liderazgo de los cabecillas de la banda, dado el ritmo de capturas. En resumen, brinda a los jefes de Batasuna una oportunidad de consolidar su autonomía frente a ETA, si es que la quieren aprovechar.
Batasuna le quería hacer a ETA las cosas fáciles y por eso le puso un listón bajito para que lo saltara con facilidad cuando le reclamó una tregua bajo verificación internacional. La demanda no tenía más objeto que el de colar por la puerta de atrás la presencia de observadores ajenos que no eran necesarios ni habían sido pedidos por nadie, observadores cuya presencia sólo tenía sentido en un proceso de negociación.
Para verificar una tregua no hace falta ningún invitado internacional. ETA inició a principios de marzo el parón técnico que ahora ha rebautizado como «suspensión de acciones ofensivas» y sin que nadie nos lo cuente sabemos que en este tiempo ha matado a un policía francés, ha enviado regularmente todos los meses sus cartas de extorsión, ha cobrado las que ha podido, ha robado coches y, en suma, ha mantenido en marcha su maquinaria terrorista.
Actuaciones como esas se verifican solas y otras –el reclutamiento, adiestramiento de nuevos miembros, compra de armas o fabricación de explosivos– no serían verificables por ninguna comisión internacional a no ser que los etarras –como la guerrilla salvadoreña– decidieran concentrarse en determinados puntos donde se les pudiese contar un par de veces al día para saber que no estaban realizando actividades clandestinas. Esas actuaciones que no serían capaces de controlar los invitados extranjeros sí son verificables por los servicios de información españoles y franceses. Y si no que se lo pregunten al jefe del aparato militar Mikel Carrera, sorprendido cuando realizaba actividades relacionadas con su responsabilidad dentro de la banda.
La idea de la verificación adoptada por Batasuna procede de Irlanda del Norte, donde se empleó el mecanismo para controlar la destrucción de armamento del IRA sin entregárselo al Gobierno de Londres. Ahí sí que intervinieron observadores internacionales, en un detalle concreto, no en la verificación de la tregua, que el IRA rompió cuando le pareció oportuno y reanudó cuando quiso.
ETA, sin embargo, no ha pillado el sentido de la propuesta de Batasuna y ha dado calabazas a la presencia de observadores exteriores en una tregua que tampoco ha querido declarar. El objetivo de la banda es encontrar la forma de volver a hacerse con el control de Batasuna, aunque sabe que eso no lo va a conseguir de la noche a la mañana y que, en el mejor de los casos, le llevará algún tiempo.
La operación de la Guardia Civil dificulta los intentos de ETA de recuperar el control de su entorno político y se suma a la desarticulación del aparato de control de los presos y a la pérdida de capacidad de liderazgo de los jefes de ETA dados los ritmos acelerados de captura. En resumen, que detenciones como las de ayer brindan una oportunidad de consolidar su autonomía frente a ETA a los jefes de Batasuna, si es que la quieren aprovechar.
Florencio Domínguez, LA VANGUARDIA, 15/9/2010