• Peor sería la de la izquierda (Ana Ferrer)

    Al filo mismo del toque de campana, a 48 horas de que el Rey inaugure el año judicial, el Consejo General del Poder Judicial ha elegido Presidencia, del propio Consejo y del Tribunal Supremo. Ha sido agraciada Isabel Perelló, magistrada de la Sala Tercera del Tribunal Supremo, que después de los intentos infructuosos para elegir un presidente entre los siete candidatos que se habían propuesto: Esperanza Córdoba, Antonio del Moral, Ana Ferrer, Ángeles Huet, Carmen Lamela, Pablo Lucas y Pilar Teso, se ha incorporado al lote una candidata nueva a propuesta del bloque conservador. Se llama Isabel Perelló, es catalana y progresista y milita, si es que entre los jueces conservara vigencia este lenguaje, en ‘Juezas y Jueces para la Democracia’. En el origen de la elección está una condición básica requerida por los progresistas, mejor dicho, dos: el nuevo presidente del CGPJ y por tanto, del Tribunal Supremo había de ser mujer y progresista. Había un candidato excelente, en mi opinión, que era Pablo Lucas, por trayectoria personal e incluso por herencia familiar, por ser hijo de Pablo Lucas Verdú, pero no era mujer y su progresismo estaba en entredicho a los ojos del sanchismo. El PSOE habría considerado progresista a Pasqual Estevill, que fue vocal por designio de Convergencia i Unió durante los años dorados del pujolismo.

    Los conservadores habían propuesto a Pablo Lucas que fue vetado por los progresistas, mientras las tres candidatas propuestas por estos, Ana Ferrer, Angeles Huet y Pilar Teso eran rechazadas por los vocales conservadores. A Perelló le habrían bastado 12 apoyos, que son exactamente los tres quintos de los veinte vocales que componen el Consejo. Le sobraron votos, porque obtuvo 16 mientras la única Peor sería la de la izqiuierdacandidata que seguía en activo, Ana Ferrer recogía los cuatro restantes.

    No se acaba de comprender que se sostengan como requisitos indispensables la condición femenina o el progresismo de sus ideas, en lugar de someter ambas exigencias a una mucho más perentoria para un juez que es la independencia. Es verdad que en la carrera judicial hay más mujeres que hombres y que podría afirmarse que la judicatura es una actividad profesional para la que están mejor dotadas las mujeres. Tienen mejores condiciones para afrontar las oposiciones, más capacidad y más concentración. Pero no se pueden confundir los requisitos con la estadística. El sexo del candidato nunca debe ser considerado en sí mismo un mérito relevante en detrimento de la capacidad o la independencia.

    Carmen Lamela y Pablo Lucas me habrían parecido dos candidatos idóneos, ya digo. Comprendo las razones que han llevado al PP a proponer la candidatura de Isabel Perelló: está en su naturaleza: Vamos a apoyar a esta que la alternativa es peor. Y en ese cálculo tienen razón. Ana Ferrer formuló un voto particular rechazando que el delito de malversación de caudales públicos no admita la amnistía para Carles Puigdemont. Mejor que no.

    Así están las cosas. Sánchez elegía ayer entre los suyos al nuevo gobernador del Banco de España como hace tiempo eligió a la fiscal general del Estado. El PP propuso para presidir el CGPJ a una progresista ma non troppo. Peor podría haber sido. Laus Deo.