Ignacio Marco Gardoqui-El Correo
Siempre que nos enfrentamos a algún problema -y no es necesario que sea del tamaño ni de la gravedad del causado por el maldito virus-, aparecen multitud de propuestas. Unas pretenden solucionar los problemas de índole general y otras, las más, se refieren a la defensa de intereses personales o gremiales. Perfectamente legítimos, por supuesto, pero no siempre convenientes ni coincidentes con el interés general. Con las muchas experiencias que nos ha tocado vivir en el pasado, yo he confeccionado un método bien sencillo. No es perfecto, pero sí es sencillo. Consiste en desconfiar por sistema y de inicio de todas aquellas propuestas de solución que no conlleven ningún tipo de esfuerzo ni supongan ningún perjuicio para quien las propone.
Ahora tenemos varios ejemplos. Primero el de los estudiantes. Las clases se han interrumpido, muchos las siguen por medios telemáticos, pero otros no pueden hacerlo. Se podría haber ofrecido una prolongación del curso, dado que el periodo vacacional del sistema educativo es bastante más dilatado que el laboral normal en nuestro país, y muchísimo más que los períodos vacacionales en vigor en otros lugares como en los Estados Unidos o en China. Pero no, lo que se ha propuesto es la concesión de un aprobado general, el pase automático de curso y la eliminación de las restricciones calificativas para el acceso a la Universidad.
Claro que estamos en una situación excepcional que exige medidas excepcionales. Pero, ¿no sería más sensato enfrentarnos a ella con el esfuerzo de todos, estudiantes y profesores, y prolongar el curso unas pocas semanas de manera que diese tiempo a ver las materias interrumpidas? Otro ejemplo es el campo. Los agricultores se enfrentan a la recogida de los productos de temporada sin la posibilidad de traer temporeros del extranjero. Pero esa situación convive con una cifras de paro agrícola tremendas. ¿Cómo es posible? El Gobierno es magnánimo y decretó ayer la posibilidad de compaginar el cobro de las prestaciones con los salarios de la recogida. ¿Por qué es así? Si van a cobrar un sueldo completo, ¿son más prioritarias esas ayudas que los gastos sanitarios o la cobertura de aquellos que pierdan su empleo en el comercio o en la industria?
Termino. ¿Por qué a nadie se le ha ocurrido la idea de trabajar una hora más durante unos meses y dedicar ese salario y, por supuesto, el beneficio empresarial que conlleve a dotar un fondo de ayuda para las enormes necesidades sociales que van a aparecer de inmediato? No se le ocurra proponerlo, aparecerá con rapidez alguien diciendo que eso atenta contra el empleo.