Tonia Etxarri-El Correo
La pérdida de la votación de Feijóo en su investidura se produjo sin sorpresa gracias a la alineación de los diputados de Puigdemont con Pedro Sánchez. Un fracaso que el mismo candidato del PP daba por descontado y del que ha salido reafirmado como líder de la defensa de los principios de los más de once millones de votantes del centro derecha. Feijóo perdió en el Congreso pero ganó el relato de la amnistía a un Sánchez silente en el hemiciclo. Con un estilo completamente nuevo. Con una sorna a la que no estaban acostumbrados en el Congreso en los últimos cinco años, el líder popular decidió fajarse en la búsqueda del apoyo del PNV hasta el último minuto del partido. Y lo hizo a su manera. Respondiendo en bloque a los dos grupos independentistas vascos. Al fin y al cabo, los dos iban a votar en contra de su investidura y darán su apoyo a Pedro Sánchez en su próximo intento. Pero marcando una clara línea divisoria entre ellos. Palo y zanahoria. «Yo respeto al PNV; a Bildu, no», dijo para aclarar que la negativa del partido de Otegi era, para él, un honor, dada su trayectoria. Lejos de ofenderle, le parecía un trofeo. «Sus votos se los dejo a Sánchez; yo no los quiero».
En la táctica de la división del adversario, Feijóo se ha encontrado tan cómodo estos dos días que ha logrado provocar un desconcierto indisimulado entre sus interpelados. Lo hizo con los secesionistas catalanes. No es lo mismo ERC que Junts. Ayer le tocó a los vascos. Cuidado, PNV. Que, en la maratón vasca Bildu les puede llevar la delantera. Avisos más inquietantes que los que manejaron desde las bancadas de enfrente, empeñados, sin éxito en mentar la sombra de Isabel Díaz Ayuso sobre la cabeza de un Feijóo que estaba alardeando de la unidad de su partido.
Recordar el vínculo de Bildu con ETA, como hizo Feijóo, era una mención previsible. Y obligada por parte de un partido como el PP que, al igual que el PSOE, tiene víctimas del terrorismo en su equipaje sentimental pero que ahora se ve solo en el rechazo a pactar gobiernos con quienes, además de no condenar la trayectoria de la banda, fueron capaces de incluir a condenados por delitos de sangre en sus listas electorales. De ahí su contundencia al pedir un cordón sanitario para Bildu.
El trato al PNV fue, lógicamente, diferente. Con ellos mantiene muchas coincidencias aunque esta evidencia incomode ahora al partido de Andoni Ortuzar. Aitor Esteban dejó su perla sobre el escaño: «Entre Feijóo y la amnistía, planteado así, la amnistía».
Su negativa viene condicionada por la cita electoral en el País Vasco en donde el PNV se juega el primer puesto contra la formación de Otegi. Después del viernes, cuando vuelva a fracasar Feijóo en la segunda votación, empezará el turno de Pedro Sánchez. Por fin podrá responder: ¿Amnistía: sí o no? ¿Autodeterminación: sí o no? Si pretende cambios tan radicales, debería someterlos al escrutinio de las urnas. Que la gente pueda votar, esta vez, sin engaños.