Francesc de Carreras-El Confidencial
- La comunidad debería tener un estatus especial en la España autonómica: es una nación (o una nacionalidad), pero sobre todo no es una región
Me intriga Aragonés. Hasta hace muy poco, dos o tres años, era apenas conocido. Hoy es presidente de la Generalitat. ¿Cómo se ha encumbrado tan rápidamente? La respuesta más plausible es que se trata de un alter ego de Junqueras, no en vano fue su segundo cuando este fue vicepresidente y ‘conseller’ de Economía. Además, en el convulso septiembre de 2017 catalán, exactamente durante el día 20 del citado mes, la ‘conselleria’ de Economía fue el epicentro de la rebelión catalana. En todo caso, con Junqueras ya detenido y encarcelado, empezó a cobrar personalidad el escurridizo Aragonés como máximo dirigente de Esquerra.
¿Sigue siendo la voz del inhabilitado Junqueras? Probablemente así es y todos sus movimientos políticos están dirigidos y supervisados por su antiguo jefe. ¿Hacia dónde se dirigen de manera inmediata estos movimientos? Oficialmente hacia dos objetivos muy concretos: la amnistía y el referéndum de autodeterminación.
¿Hacia dónde se dirigen de manera inmediata estos movimientos? Oficialmente hacia dos objetivos: la amnistía y el referéndum
Pero creo que Aragonés juega de farol, ambas finalidades son imposibles. Empieza por ahí por dos motivos: primero, porque ERC está enfrentada a Junts, de Puigdemont, cuya táctica para restarle apoyos consiste en rebasarle mediante épica independentista; segundo, porque a su socio parlamentario en España, el PSOE de Pedro Sánchez, le interesa dejar correr el tiempo para conseguir llegar hasta el final de su mandato.
Aragonés se presta a esta comedia con posturas de una dureza granítica. Pero quizás, por consejo (o mandato) de Junqueras es más astuto de lo que parece, más posibilista, no en vano ha aludido a veces que su independentismo es práctico, una confusa expresión que quizás vale la pena intentar averiguar.
Algunos sostienen que el ‘procés’ que empezó en 2012 terminó con la sentencia del Supremo y, quizás, añaden ahora, con los indultos. No es esta mi impresión, pienso que el ‘procés’ sigue, no ha sido derrotado y sus protagonistas no cejan en su empeño inicial aunque quizás algunos han empezado a reconocer que cometieron muy graves errores y están dispuestos a virar el rumbo para preservar lo esencial.
Algunos errores eran evidencias de cajón: la independencia situaría a Cataluña fuera de la UE, quedaría marginada de la comunidad mundial de naciones por contravenir los tratados internacionales, su economía —cuyo principal cliente es el resto de España— entraría en una profunda depresión y, por último, no ha contado nunca con el apoyo de una mayoría clara de catalanes.
Aún no entiendo cómo personas presuntamente inteligentes se prestarán a este juego, seguramente por ser más fanáticas que inteligentes. El daño causado ha sido incalculable, no son merecedores de ningún perdón, me refiero al perdón moral, y la historia hará justicia con ellos, también con los tibios que rehuyeron sus responsabilidades mirando hacia otro lado. Por tanto, quizás algunos, Aragonés sería su portavoz, conscientes de la situación, han decidido retroceder en lo adjetivo para preservar lo esencial. Déjenme especular un poco.
¿Qué es lo esencial para los independentistas? Mandar en Cataluña sin interferencias del Estado. También es algo absurdo porque en el mundo globalizado de hoy las interferencias provienen del marco internacional, en nuestro caso muy especialmente de la UE. Pero la UE obliga a las autoridades de los estados, pero no designa a sus cargos políticos y esto es lo que principalmente les interesa.
¿Quién conocía, o mejor, quién conoce a los actuales ‘consellers’ de la Generalitat? Han pasado de la nada a ser unos personajes públicos, muchos de ellos con un currículum exclusivamente con méritos de partido, con una trayectoria profesional nula o irrelevante. Se habla de unos quinientos cargos con sueldos superiores a 80.000 euros, más los varios miles que se conforman de momento con los premios de la pedrea. Pues bien, dicen —aseguremos esto—que con las cosas de comer no se juega: más adelante ya pensaremos en cómo llegar a este efluvio sentimental denominado autodeterminación.
En esta mesa de negociación sobre cuestiones de fondo con el complaciente Gobierno Sánchez se podría recuperar una vieja aspiración: Cataluña debería tener un estatus especial dentro de la España autonómica: es una nación (o una nacionalidad), pero sobre todo no es una región. Y si bien introducir el derecho de autodeterminación en el texto constitucional supone, como bien ha argumentado el profesor Manuel Aragón, la destrucción de la Constitución, conferir un estatus especial, con símbolos, competencias y financiación distintas al resto de comunidades, podría ser constitucionalmente más aceptable, en definitiva el federalismo asimétrico que propugnaba Maragall.
Todo no se puede lograr de una tacada, acordemos una tregua durante unos años, recuperemos la reputación internacional
Todo no se puede lograr de una tacada, acordemos una tregua durante unos años, recuperemos la tan maltrecha reputación internacional, la independencia llegará cuando ciertas cuestiones —entre ellas la llamada mayoría social— hayan madurado y, por el momento, sin renunciar a nada cara el futuro, aferrémonos a este nuevo estatus que aumentará nuestro ámbito de poder en Cataluña.
No tengo dudas de que buena parte de la sociedad catalana, cansada y harta de un conflicto interno tan perjudicial, aceptaría de buen grado una solución de este tipo, apadrinada no solo por un sector del independentismo sino también por el PSC. Este fue seguramente el acuerdo previo entre ERC y los socialistas si en las elecciones de febrero hubieran sumado un número suficiente de escaños para obtener una cómoda mayoría absoluta. No sucedió así, y estos partidos tuvieron que rectificar, pero ahora, con las dos mesas de negociación acordadas, esta estrategia puede ser de nuevo el nudo central de la negociación.
Todo ello, además, sería aceptado por esta élite catalana —empresarial, social y cultural— a la que antes denominé los tibios, que están dispuestos a lo que sea para seguir mandando y, ante una oferta para tener todavía mayor poder de mando, apoyarán la solución con entusiasmo. Este tipo de élite, de ‘establishment’, prefiere tener el poder cerca, lo conoce mejor; amigos y hasta familiares se infiltran en sus filas, les es más fácil obtener las gabelas que siempre buscan: subvenciones, permisos, concesiones, influencia, ayudas de todo tipo. Estarán encantados con esta salida.
Los problemas para que esta solución sea aceptada vendrán de otro lado. Con esta nueva posición constitucional de Cataluña se rompe el principio de igualdad entre comunidades autónomas. Dudo que sea un tema pacífico dentro del PSOE.