El PP ha calificado justamente la foto en la que posan juntos el PNV, el PSE, EH Bildu, Podemos, los sindicatos abertzales y el secretario general de Sortu, Arnaldo Otegi, como «la foto de la vergüenza». Que cuatro fuerzas que suman 66 de los 75 escaños del Parlamento vasco se hayan sentido mejor acompañados en la foto por Arnaldo Otegi que por los populares vascos, es toda una declaración de intenciones y un manifiesto moral.
No hace falta preguntarse por lo que pasa en la clase política vasca. Está en ese documento aprobado por el 88% de sus representantes. Sin embargo, sí cabe plantearse qué ocurre en el interior del PSE para que su magra representación parlamentaria, la más baja desde que existe el Parlamento vasco, esté en el grupo absolutamente mayoritario que apoya el paripé que está representando ETA con el desarme. Pero qué necesidad había. Y qué falta de convicción cuando a la foto de la vergüenza mandan a Rafaela Romero en lugar de a Idoia Mendia.
Pastor ha matizado el entusiasmo inicial para advertir campanudamente «que no esperen un aplauso el sábado. La que ha sido determinante para el final del terrorismo ha sido la sociedad civil y los que han resistido, no los que vienen ahora a echar el cerrojo». No había razón para que esperasen ese aplauso en Bayona mañana: lo habían recibido el miércoles en Bilbao y ayer en el Parlamento vasco. El final del terrorismo, lo dijo Txema Montero, un conocedor, no es obra de la sociedad civil, sino de la guardia, la Guardia Civil. La sociedad vasca se ha conformado con arrastrar su enfermedad moral a lo largo de todos estos años. Hoy está adecuadamente representada por los 65 parlamentarios (faltó uno) que se dirigen a la banda terrorista «para instarle», como se insta a un Gobierno, a un poder fáctico.
Impresiona que los acordantes prefieran la compañía de Otegi a la de, pongamos por caso, Alfonso Alonso. En agosto de 1998, el PNV y EA firmaron un acuerdo con la propia ETA, en el que la banda terrorista les impuso una obligación: «EA y EAJ-PNV asumen el compromiso de romper con los partidos (PP y PSOE) que tienen como objetivo la construcción de España y la destrucción de Euskal Herria». Quedan muy lejos los tiempos en que el socialista Javier Rojo dijo en un debate electoral: «En los campos nazis no se preguntaba a ningún judío si era de derechas o de izquierdas».
Mañana vamos a asistir a la continuación del simulacro de desarme de 2014, aquel ridículo de los verificadores internacionales. Los artesanos de la paz se van a hacer otro manikkalingam, ETA ha anunciado que no podrá entregar todas las armas y no va a entregar con toda seguridad ninguna que pueda ser investigada para esclarecer el 38% de los asesinatos cometidos por la banda que están pendientes.
Los socialistas se han perdido en el laberinto vasco, mientras el PNV toma precauciones por si acaso y Jonan expresa dudas. Si quieren encontrar el camino deberían usar como GPS el manifiesto dado a conocer ayer en el Hotel Londres de San Sebastián, pero no creo que lo hagan.