Alberto Ayala-El Correo
No se trata ni de la primera asamblea tras la dictadura (Pamplona 1977), ni el objetivo es cargarse al primer lehendakari, Carlos Garaikoetxea (Artea, 1984). Esta vez todo es más sencillo y más complejo: dar con la tecla para que el PNV recupere la confianza de muchos alderdikides y capte voto joven para no perder por segunda vez Ajuria Enea, como ocurrió en 2009, cuando Patxi López alcanzó el poder con los votos de PSE y PP, gracias a que la izquierda abertzale no pudo concurrir a las urnas.
Las luces de alarma se encendieron en Sabin Etxea en noviembre de 2023, tras dos citas electorales a la baja. Ortuzar, presidente del EBB, y su equipo entendieron que había llegado la hora de abrir un nuevo ciclo. Urkullu no repetiría para monumental enfado del jefe del Ejecutivo vasco. ¿Qué había pasado? Una deficiente gestión de Osakidetza, negada día tras día. O la condena por corrupción de un grupo de burukides, entre ellos el ‘número dos’ del PNV alavés, a los que el partido, con Joseba Egibar al frente, mimó y protegió mientras cargaban contra la Fiscalía y la Prensa. El EBB había olfateado bien. Con Imanol Pradales como aspirante, y el apoyo del PSE, el PNV retuvo Ajuria Enea. Pero sólo con 28.800 papeletas de ventaja sobre EH Bildu. La sombra del ‘sorpasso’ era, es, una realidad.
Desde entonces, el PNV ha sustituido a casi todos sus responsables territoriales y al EBB. Ortuzar se ofreció a seguir de presidente para evitar saltos en el vacío. La irrupción sorpresa de Aitor Esteban en la carrera llevó a Ortuzar a dar un paso a un lado. Este fin de semana, en el Atano III donostiarra, el ya exportavoz peneuvista en el Congreso recibirá la makila de mando y podría avanzar claves de hacia dónde quiere llevar al partido para que Otegi y los suyos sigan en la oposición.
Se esperaba que el debate de los ponencias fuera un gran torrente de ideas de por dónde debe caminar el partido. No parece que haya sido tal. Así pues, el debutante y el resto del EBB -pactado con Ortuzar- tienen semanas de intenso trabajo por delante para reilusionar a muchos de los suyos, algunos molestos con el pacto con Sánchez. Y para ir captando votantes jóvenes, objetivo en el que Otegi les lleva una gran delantera, pese a no haber abjurado jamás de los crímenes etarras.
Es del todo improbable que el nuevo PNV de Esteban, que siempre ha definido al partido como una fuerza de centroizquierda en lo social y de centroderecha en lo económico, vire hacia el conservadurismo, como reclama una parte minoritaria de la militancia. Más aún, que deje caer al líder socialista para aupar a Feijóo al poder junto a Vox.
El nuevo PNV está por hacer. No creo que el mejor camino sea discutir en público el mejor trazado para el TAV, si Ezkio, Vitoria u otro. O seguir enchufando amiguetes aquí y allá. O que el consejero de Salud, cuya voluntad no cuestiona casi nadie, siga lanzando semana tras semana ideas para mejorar el servicio que no se pueden materializar.
Esteban, posiblemente uno de los mejores comunicadores jeltzales, deberá hacer lo que nunca ha hecho: fijar estrategias y olfatear terremotos. Veremos.