Un país de chóferes

EL MUNDO – 10/05/15 – SANTIAGO GONZÁLEZ

· Para que luego digan que las campañas electorales enrarecen el ambiente y envenenan la convivencia. Esa foto en el Salón Internacional del Automóvil, con Rajoy haciendo de chófer para un Artur Mas sonriente y beatífico. Sonreía al día siguiente de que el CIS anunciara para CiU la pérdida de la Alcaldía de Barcelona a favor de una tal Ada Colau, que fue presidenta de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca sin haber tenido en su vida una hipoteca. Milagros de la fe.

El chófer no es sólo una figura relevante en la política venezolana. También en Cataluña. David Fernàndez, el tipo aquel de la sandalia que secunda a Mas en la aventura independentista, le hacía de chófer a Arnaldo Otegi cuando éste viajaba a Barcelona. Felipe VI condujo el coche en el que llevaba a Mas de copiloto el 5 de diciembre último, en el 30 aniversario del Seat Ibiza.

Observen la diferencia. Mientras el líder de la CUP hacía de menestral para un abertzale vasco, a Mas, en un plazo de seis meses, le han servido como chóferes el Rey de España y el presidente del Gobierno. ¿No es este detalle un mentís a cuantos sostienen que Artur Mas es un político muy menor cuyo rasgo más característico es la mediocridad?

Y esto después de haber planteado el más grave desafío contra la Constitución española, pretendiendo la secesión unilateral de la comunidad autónoma en la que precisamente él es el representante ordinario del Estado. La foto de los dos presidentes en el coche se ha producido el mismo día en que el Gobierno autonómico presidido por este tipo se ha pasado por el perineo el auto del Tribunal Supremo que declara obligatorio el mínimo del 25% de enseñanza en castellano en las escuelas catalanas.

Esto ocurre 22 días antes de que el presidente del Gobierno, el Jefe del Estado y el himno nacional sean abucheados en la final de la Copa del Rey que se jugará en Barcelona el día 30, sin que Mas haya hecho un gesto para disuadir a los suyos de la gran pitada, como sí ha hecho el lehendakariUrkullu. Él asistirá en el palco, junto a los ilustres abucheados, con cara inescrutable y su característica sonrisa de conejo, sin que ninguna autoridad haya anunciado el riesgo en que incurren los reventadores y las consecuencias que traerá para ellos. Y esto ha ocurrido, finalmente, cuatro meses y medio antes de que se celebren unas elecciones autonómicas a las que pretende dotar de un imposible carácter plebiscitario.

Vistas así las cosas podría parecer que el presidente Rajoy no defiende con el celo suficiente la Constitución. Nada tan incierto. Lo contaba ayer La Vanguardia en un subtítulo de su página 20: «El presidente dirige sus ataques a Rivera y pide a Mas respeto por la Constitución». España, cristal de copa, no diadema, que escribió Neruda.