Sortu no está capacitada para condenar atentados como los de Buesa, su escolta, los pobres que se cruzaron con el comando que iba a matar a Priede…, y así hasta 857 asesinatos. El pasado no es genérico. Tiene 857 nombres. Y eso es lo que están reclamando quienes piden garantías.
Cuando a las víctimas del terrorismo se las recuerda por sus nombres, y se les pone rostro, se estrecha el margen de las excusas y limitaciones que la nueva marca de Batasuna se ha impuesto para poder presentarse a las próximas elecciones, con los estatutos pasados a limpio. El recuerdo de Fernando Buesa y el escolta Jorge Diez asesinados hace once años por ETA forman parte de un pasado muy presente. Es a víctimas como ellos a las que se han referido todos los que mantienen sus dudas sobre la apuesta de la nueva franquicia de ETA. Si no se mueven más de lo que han sido capaces hasta ahora, quedará para la historia: Sortu no está capacitada para condenar atentados como los cometidos contra ciudadanos como el exvicelehendakari Buesa, su escolta, los pobres que se cruzaron en el camino del comando que iba a matar a Priede, el ex consejero José Ramón Recalde, y así hasta 857 asesinatos.
El pasado no es genérico. Tiene 857 nombres. Y eso es lo que están reclamando quienes piden garantías de que la apuesta del entorno político sea, esta vez, algo más que una treta para volver a instalarse en las instituciones. Seguramente Fernando Buesa, cuya actitud crítica fue decisiva para que los socialistas rompieran su acuerdo de gobierno con el PNV en 1998, estaría parcialmente satisfecho de los avances que se han producido en este país, con la disminución de la crispación en la política parlamentaria y en la propia calle. Pero quienes le conocieron, que recuerdan que denunció el acoso que sufrían entonces los dos partidos constitucionalistas hasta una semana antes de que ETA acabara con su vida, saben que estaría parcialmente satisfecho. Por su exigencia democrática. Diría que queda mucho por hacer porque la banda terrorista sigue tutelando a quienes dicen que se quieren separar de la violencia.
Quizás por eso su viuda, Nati, se muestra cautelosa al hablar del fin de la pesadilla. Quizás por eso el propio lehendakari, en las palabras que pronunció en la ofrenda floral, quiso dirigirse a Nati y a Begoña Elorza para decirles que espera no equivocarse. Porque en la pasada tregua se cometieron errores de bulto que el Gobierno socialista ahora no quiere repetir.
Siempre que reaparece Batasuna con una nueva marca electoral, la política se vuelve confusa y el escaso sentido del humor que existe en este País Vasco de nuestras entretelas desaparece como por arte de magia. Y se dan situaciones tan rocambolescas como la protagonizada por Fernando Savater, al que se le ocurrió decir en una entrevista distendida, con muy poca fortuna, que él se divirtió en los años de terrorismo. Y le cayó encima una mole pesadísima de críticas y descalificaciones. En un programa de ETB una tertuliana, que ignoraba que el profesor, víctima de amenazas terroristas , ya había pedido disculpas por su ironía, le llamaba «sinvergüenza». Savater, exclamaba , «había ofendido a las víctimas. En la mesa de tertulianos había dos víctimas que, aunque discrepaban de las expresiones de Savater, no se sentían en absoluto ofendidas. Queda, en fin, mucho por hacer hasta llegar a lograr la sociedad con la que soñaba Fernando Buesa. Lo dijo ayer, con toda solemnidad, la portavoz del Gobierno vasco, Idoia Mendía.
Tonia Etxarri, EL CORREO, 23/2/2011