IGNACIO MARCO-GARDOQUI-EL CORREO
El Consejo de Ministros de ayer proporcionó más información sobre el programa de ayudas ‘nacional’, pues ya sabe que hay otro ‘europeo’ del que sabemos poco. Serán 11.000 millones en total y el objetivo es preservar el tejido empresarial y la renta de las familias; anticipar futuros problemas de solvencia; evitar el deterioro de los balances y el sobreendeudamiento de las empresas y, en definitiva, evitar que el impacto del Covid se convierta en estructural. Como ve, intenciones muy encomiables.

Se habilitan tres fondos de los que uno, de 7.000 millones, será de ayudas directas para pago de gastos fijos y proveedores con dos compartimentos: 2.000 millones para Baleares y Canarias y 5.000 millones para el resto. Serán no reembolsables y tendrán carácter finalista. El segundo, de 3.000 millones, servirá para reestructurar créditos del ICO, con extensión adicional de plazos, conversiones en préstamos participativos y, como último recurso, condonaciones. Y el tercero para capitalizaciones a través de Cofides.

Todo eso está muy bien, creo que era necesario, pero aún hay cosas que todavía no sabemos. El Gobierno se ha dado un mes y diez días para concretar cómo será el reparto por CC AA. No será pacífico, pues parece evidente que se primará a los sectores relacionados con el ocio y eso provocará una fuerte discriminación por regiones, con beneficio para las más turísticas y perjuicio, al menos relativo, para las más industriales. Espero los comentarios del Gobierno vasco al respecto.

Y luego viene el mayor defecto del plan, que continúa con la misma orientación de priorizar los efectos de la crisis sobre sus causas. Está muy bien que se ayude a los hoteles y a los bares para evitar la destrucción del sector y la desaparición de millones de empleos actuales, pero ¿no habría que pensar un poco en la creación de nuevos empleos, en la aparición de nuevas empresas? ¿No habíamos quedado en que necesitamos reformar estructuras y potenciar cosas como la digitalización, la sostenibilidad y la transformación energética? Pues de eso parece que no hay nada. Hablamos de los problemas del presente -que son más urgentes-, pero no de las soluciones del futuro -que son más importantes-.

Seguí la rueda de prensa posterior al consejo y no pude evitar una sensación de disgusto en la vicepresidenta, que leyó toda su intervención, como si no se supiera el guión del plan. En cambio le vi espléndida a la ministra de Hacienda quien, al hablar de las autonomías a cuya colaboración se apela, dijo que la intención del Gobierno es contribuir a la estabilidad de todo el entramado político. Lo dijo dos días después de haber presentado mociones de censura en Murcia, en Madrid y en Castilla y León, pero le juro que ni se ruborizó, ni se atragantó. Todo de corrido.