Pero la presidenta de Madrid, de las múltiples razones que tiene para justificar sus calabazas a Sánchez, exhibe dos fundamentales. En primer lugar, que el líder del PSOE ha convocado a los presidentes autonómicos después de haber firmado con ERC el pacto fiscal en Cataluña. Y en segundo lugar, las gravísimas acusaciones que Sánchez ha vertido contra ella llamándola corrupta. Una difamación que la Moncloa niega que lo sea. Pero por mucho que repitan la negación, los hechos son imbatibles. Y lo que ocurrió la pasada semana es que el presidente del Gobierno la llamó corrupta al enumerar su lista particular sobre la corrupción del PP: «De la A de Ayuso a la Z de Zaplana». En sede parlamentaria. Ese es el dato. Sánchez la acusó sin que esté imputada. Su pareja es un particular pleiteando con Hacienda. Pero Ayuso no tiene causa alguna. Pero el presidente, acorralado por la investigación a su esposa y los informes comprometedores de la UCO sobre la ‘trama Koldo-Ábalos’, ha estado desviando el foco hacia su mayor obsesión: Isabel Díaz Ayuso. Y se marcó un juicio paralelo llegando a exigir su dimisión por ser la pareja de «un delincuente confeso». Una actitud de contraataque tan endeble que ayer se llenaron las redes sociales de juristas de reconocido prestigio dando clases de derecho procesal al presidente. ¿Cuándo se puede considerar delincuente a un investigado? Cuando haya sentencia judicial ¿no? Un delincuente confeso lo será cuando confiese ante el juez. Por eso el perjudicado ha decidido demandar a Sánchez y Bolaños. ¿Qué dice la directiva del Parlamento Europeo sobre la vulneración de la presunción de inocencia? Que la cometen quienes se refieren a alguien como culpable cuando aún no se ha probado su culpabilidad con arreglo a la ley. Pues eso.

El PP hace acuse de recibo de la escalada verbal de la Moncloa contra ellos desde la imputación del fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, por revelación de secretos. Pero Feijóo iría a la cita con Pedro Sánchez, para mantener las formas institucionales. De todos modos, sabe que la política de confrontación de su compañera no le cuesta ni un voto al PP. Al contrario de lo que cree el ministro Óscar López cuando habla de su política «inútil», a la presidenta madrileña le va bien en las urnas. Y sigue. Por eso Feijóo no tiene nada que añadir salvo que comprende las razones de Isabel Díaz Ayuso para no ir a la Moncloa. Como para no comprenderlas.