EL MUNDO 15/01/14
SANTIAGO GONZÁLEZ
Es una suerte extraordinaria que la especialidad profesional del portavoz del Gobierno vasco sea el Derecho y no, pongamos por caso, el peritaje industrial. «ETA es una organización terrorista no disuelta», había escrito el juez EloyVelasco para arrancar el auto con el que enchiqueró a Arantza Zulueta y a sus cómplices del KT. Parece una evidencia pero JosuErkoreka no concibe esa razón. Él no cree en el «todo es ETA». Depende. El Gobierno vasco no lo es, ni el partido que lo sostiene, ni el Parlamento, ni los grupos parlamentarios. Erkoreka es un tío legal; pero pónganse en su lugar: entre un juez español y una terrorista vasca que no mata, ¿a quién creer? La ley era una incógnita al oeste del Pecos y también al sur del Bidasoa.
Sin embargo, dentro de ETA todo es ETA, o sea, una organización terrorista no disuelta y, naturalmente, ilegal. El hecho de que anunciara el abandono de las armas en 2011 no la instala ni un poquito dentro de la legalidad. Hasta su disolución será toda ella una organización ilegal y ninguna de las «actividades estrictamente pacíficas y democráticas» podrá ser otra cosa que una actividad ilegal. ETA no puede alquilar una oficina, ni abrir una herriko taberna, a ver si nos enteramos.
Ha criticado el portavoz actuaciones «no homologables» como la detención de personas sin que hayan empuñado jamás las armas. Este hombre no cree en la división del trabajo. La mayor parte de los condenados en Nüremberg jamás pusieron en marcha una cámara de gas ni encendieron un horno crematorio, por poner un ejemplo. Este periódico ha publicado grabaciones de Arantza Zulueta manifestando ser miembro de ETA y estar dispuesta a matar si la banda se lo ordenaba. Negó el portavoz haberse referido a Zulueta y su peña. Pero si no son ellos, ¿quiénes serían los detenidos en las últimas semanas? Jon Enparantza había propuesto en 2010 asesinar al presidente de PNV y hoy lehendakari, Iñigo Urkullu, y Erkoreka negó tener constancia de ello.
También valoró como «positiva» la manifestación convocada por el PNV y Sortu el sábado pasado y aquí el portavoz se ha hecho con el argumento un lío, o varios. Es positiva, pero el presidente de su partido ha salido decepcionado por el comportamiento de sus socios. Es positiva, pero el Gobierno no suscribió el llamamiento y el PNV se cuidó de dejarlo claro. El Ejecutivo de Urkullu no llama a secundarla, pero la presidenta del Parlamento vasco, Bakartxo Tejeria, recorre el trayecto en cabeza de la manifestación y besa familiarmente a los dirigentes de Sortu: Hasier Arraiz y Joseba Permach. ¿Cómo iba esta mujer a imponer sanción alguna al colega Arraiz, total, por llamar «fascista» en la Cámara a un portavoz de la oposición? Arraiz, como ella, pertenece al bloque de la paz y Borja Sémper es de los que pone obstáculos a la paz. Por otra parte, si ella fue por la paz, ¿cree que Urkullu y el propio Erkoreka no comparten ese hermosísimo objetivo?
Por otra parte, ¿no es todo esto una prueba magnífica de la transversalidad Urkullu style? El PSE y el PP le aprueban los presupuestos y su partido se arregla con Sortu para sostener la pancarta a cuatro manos. Urkullu no puede ser un referente moral de la sociedad vasca en este trance. Aunque él no lo sepa todavía.