José Antonio Zarzalejos-El Confidencial
Le consideran «un auténtico delincuente exponente de las cloacas del Estado, desde las que ha venido sirviendo a personas de distinta condición con grandes contrapartidas económicas»
Fuerte impacto en la Audiencia Nacional, en círculos judiciales y en ámbitos policiales tras conocerse los audios de la comida de la ministra de Justicia, Dolores Delgado, con Baltasar Garzón, el comisario Villarejo y otros mandos policiales. Fuentes de la AN califican de “canalla” al policía ahora en prisión imputado por delitos de cohecho, blanqueo de capitales y organización criminal. Añaden que es un “chantajista” y le consideran “un auténtico delincuente exponente de las cloacas del Estado desde las que ha venido sirviendo a personas de distinta condición con grandes contrapartidas económicas, y, por supuesto, a Gobiernos que han aprovechado también sus servicios”.
Se trata de una “persona tóxica” exenta de cualquier criterio ético y que se ha puesto “a disposición del mejor postor, incluidas autoridades públicas”. Villarejo llegó a convertirse en un ‘logrero’ que se prevalió constantemente de su condición funcionarial para deambular libremente por los pasillos de varios ministerios —especialmente de Interior— y de la Audiencia Nacional. Su ‘modus operandi’ consistió siempre “en buscar los puntos débiles de sus interlocutores” engañándoles. “No ha respetado a nadie, ni siquiera a los que se consideraban sus amigos”.
¿Lo era la fiscal Dolores Delgado? Las fuentes consultadas aseguran que “no lo parecía”, aunque la conocía en el desarrollo de sus funciones de fiscal de la AN y a través de Baltasar Garzón, que sí mantuvo con el policía una relación estrecha. “Dolores Delgado y Baltasar Garzón son uña y carne, amigos íntimos, y nada del exjuez le era ajeno a la fiscal. Depende emocional e intelectualmente de él”. Hay coincidencia en señalar que la conexión Delgado-Villarejo se ha producido “siempre o casi siempre a través de Garzón”.
El hecho de que Villarejo grabase una comida con Delgado, Garzón y otros policías no ha llamado la atención —“tiene grabaciones con decenas y decenas de personas: jueces, fiscales, periodistas, empresarios…”, sostienen en la Audiencia Nacional—, pero el contenido de los audios publicados ha “corroborado lo que muchos ya advertimos en Dolores Delgado: su temeridad, su imprudencia, su indiscreción y sus desinhibiciones verbales”. Algunos compañeros de la fiscal y magistrados califican a Delgado como una “persona inestable hasta la ciclotimia” y, aunque “buena profesional”, no particularmente “discreta».
Sin embargo, ha sorprendido que la actual ministra de Justicia “se soltase la lengua hasta los extremos que se han conocido”. Estas fuentes no consideran en absoluto habitual que en la relación entre magistrados, fiscales y policías se produzca el “ínfimo nivel de conversación” que se constata en los audios publicados. “Ella estaba en esa comida como fiscal de la Audiencia Nacional y debió comportarse como tal”. Es cierto que entre los togados y los cargos policiales se produce una “intensa relación profesional” que deriva luego en encuentros más relajados, “compartiendo mesa y mantel”, pero el grado de “desparpajo” con el que Dolores Delgado se conduce en la comida en el restaurante Rianxo en el año 2009 se atribuye “a un comportamiento descontrolado”.
“Delgado es una persona muy directa, gesticulante y poco contenida”, aseguran las fuentes consultadas, que creen que, con independencia de la suerte política que corra como ministra de Justicia, “y aunque sea injusto por la intromisión en su intimidad”, ha perdido “todo el crédito” para desempeñar el cargo y, “lo que es peor”, seguramente también “para luego reintegrarse a la carrera fiscal”, porque sus opiniones sobre aspectos personales de compañeros (caso de Grande-Marlaska), sobre cómo funciona la Administración de Justicia, las composiciones de los tribunales y la arriesgada observación sobre magistrados y fiscales que en Cartagena de Indias (Colombia) habrían estado con menores de edad en el contexto de un viaje institucional, “la incapacitan para el ejercicio normal de sus responsabilidades como fiscal”. La conclusión es que si “Delgado lo tiene mal como titular de Justicia, peor aún como miembro de la carrera fiscal”.
El grado de “desparpajo” con el que Delgado se conduce en la comida en el restaurante Rianxo se atribuye “a un comportamiento descontrolado”
En medios de la judicatura y de la Fiscalía, el nombramiento de Dolores Delgado como ministra de Justicia sorprendió “mucho” y se atribuyó a la influencia de Baltasar Garzón, no obstante enfrentado radicalmente a miembros del Gobierno como Margarita Robles, ministra de Defensa, cuya relación con Dolores Delgado es “difícil”. Por fin, las fuentes consultadas justifican la “pésima gestión de la crisis” por la ministra de Justicia por su “ánimo inicial de ocultar cualquier relación con el comisario Villarejo, llegando a mentir para matizar después” y por su “precipitación y temperamento”, que la han llevado a expulsar fulminantemente a los responsables de prensa del ministerio que, en algún caso, habían sido fichados por la ministra por recomendación de Baltasar Garzón.
Dolores Delgado tiene un grave problema como ministra de Justicia, pero, a tenor del ambiente que se respira en la Audiencia Nacional y en algunos sectores de la carrera fiscal, su reputación ha quedado irreversiblemente dañada. “Y esperemos que las cosas se queden donde están, lo cual no es probable”, asegura un veterano fiscal, según el cual sus compañeros de carrera y jueces y magistrados “no son necesariamente los ministros de Justicia más idóneos y, en este caso, mucho menos, porque la Audiencia Nacional es el órgano jurisdiccional más banderizo en la Administración de Justicia en España”.