ARCADI ESPADA-EL MUNDO

CUÁNTO daría yo por ser el columnista exquisito de centro centro que diseña mi querido FJL en su columna de ayer. Ese columnista, bien sûr–sea dicho en la lengua exquisita–, que no se pone sistemáticamente a cubierto, equidistante, en el centro del segmento sino, orgullosa y precisamente, en el centro de todas las dianas. No lo soy, pero aspiro, y ya veréis todos cuando crezca.

Sí, Vox populi es un partido inconstitucional. Estuvo bien que acudiera a Alsasua. Pero yo no dejo de considerar que el Papa de Roma sea un majadero porque esté como yo en contra de la guerra y a favor de la paz en el mundo. Vox populi quiere acabar con el régimen del 78 como quiere hacerlo la Podemia. Propone que el Estado español vuelva a ser un Estado unitario, con un solo Gobierno y un solo Parlamento. Propone la ilegalización de partidos en función de los objetivos políticos que tengan. Propone la deportación de inmigrantes que hayan reincidido en leves delitos. Propone la exclusión de la enseñanza del Islam en la escuela pública. El programa de Vox populi no tiene desperdicio como siempre sucede cuando todo es desperdicio. Incluso comparte con la izquierda las políticas de identidad, por más que sean otros los sujetos. Para Vox populi, por ejemplo, los inmigrantes hispanoamericanos, que privilegiará en esa política de cuotas, ¡por origen!, que se propone establecer. O las víctimas del Síndrome de Down, que no considera víctimas de una enfermedad sino personas con una particular manera de ser y sobre las que proyecta una de las mentiras más innobles que habré leído en un programa político: «Y amparándoles [a esos enfermos] ante la persecución que sufren por parte de quienes se han propuesto exterminarles».

Vox populi no aspira a reformar la Constitución como en su día quisieron hacer otros partidos, UPyD por mejor ejemplo. Vox populi quiere una nueva Constitución y un nuevo régimen. Como lo quieren la Podemia y el independentismo que sostienen al gobierno Sánchez. Todo ese aquelarre de la política es hoy el frente inconstitucional español. La apelación exculpatoria al supuesto patriotismo de Vox populi tiene poco sentido. Incluso Pablo Iglesias se considera un patriota; y podría haberlo sido de haber tenido algo de inteligencia estratégica.

Un importante mandato democrático, y de la pura inteligencia, obliga a no utilizar jamás argumentos ad hominem. De ahí que sea ineficaz e inmoral trazar cinturones higiénicos en torno a Vox populi por lo que es. A ese partido nacionalpopulista hay que tratarlo por lo que dice, y con eso basta y sobre todo sobra.