Alvaro Nieto-Vozpópuli
El fondo que se acaba de aprobar en Bruselas es una gran noticia para España, pero conviene no engañarse: está supeditado a un plan de reformas y su aplicación será supervisada en todo momento
La aprobación por parte de la Unión Europea de un fondo específico para salir de la crisis del coronavirus es una magnífica noticia. Fundamentalmente, porque renueva el espíritu solidario del proyecto europeo y establece un novedoso método para la creación de ese fondo.
A diferencia de lo que se hacía hasta ahora (la UE se financiaba sólo con las contribuciones de sus Estados miembros), en esta ocasión se autoriza a la Comisión Europea a endeudarse en los mercados de capitales en nombre de la Unión.
Esa deuda tendrá una cuantía máxima de 750.000 millones de euros y servirá para conceder préstamos a los Estados miembros por valor de 360.000 millones y para dar ayudas directas por importe de 390.000.
La mayor parte de ese dinero, y casi todo lo previsto para préstamos, irá a parar a sólo dos países, España e Italia, que han sido los más afectados por la crisis de la covid-19. Entre ambos se llevarán 350.000 millones de euros entre préstamos y subsidios. El resto se distribuirá en cifras muy menores entre los otros 25 países.
Por tanto, el fondo sirve sobre todo para salvar a dos grandes países en apuros. Es decir, la UE está rescatando a España e Italia. Y, como en todo rescate, el dinero está condicionado y su entrega será supervisada hasta el último céntimo por unos particulares ‘hombres de negro’ que vigilarán de cerca la situación.
Planes de reformas
Según contempla el acuerdo alcanzado por la UE, para poder recibir el dinero los Estados miembros tendrán que elaborar planes con sus programas de reformas e inversiones. Esos planes serán evaluados por la Comisión Europea en función de dos criterios: su coherencia con las recomendaciones económicas efectuadas cada año por el Ejecutivo comunitario y su «contribución a las transiciones ecológica y digital».
Una vez supervisado por la Comisión el plan de cada país, serán los 27 quienes lo estudien en el denominado Comité Económico y Financiero, un órgano donde están representados los gobiernos y los bancos centrales nacionales. De ahí tendrá que salir una propuesta de consenso y, si alguien pone pegas porque considera que un país no está cumpliendo «las metas y objetivos pertinentes», la cuestión pasará a la mesa de los jefes de Estado y de Gobierno, que tendrán que buscar una solución.
El dinero, pues, no será gratis. Queda condicionado a la realización de las tareas pendientes y su entrega será supervisada caso por caso por un doble filtro, el de la Comisión y el de los 27.
Por tanto, cada país debe presentar planes concretos a Bruselas sobre cómo piensa gastar el dinero. Allí unos funcionarios examinarán si esos proyectos se ajustan a las reformas que hay que hacer, y luego harán lo mismo los 27 a través de sus representantes en el Comité Económico y Financiero. Y en caso de discrepancia, se decidirá al más alto nivel. El dinero, pues, no será gratis. Queda condicionado a la realización de las tareas pendientes y su entrega será supervisada caso por caso por un doble filtro, el de la Comisión y el de los 27. El que piense que habrá manga ancha para gastar, se equivoca de plano.
Enorme oportunidad
Obviamente, que se trate de un rescate y que esté condicionado no resta ni un ápice de importancia a la cantidad de dinero que España va a recibir en los próximos años. De esos 140.000 millones de euros, 67.300 lo van a ser en ayudas directas, que es casi el doble de lo que nuestro país ha estado recibiendo los últimos tiempos en fondos estructurales y de cohesión. De hecho, esos 140.000 millones representan el 11% de la riqueza anual que se genera en España, lo cual da buena muestra de la magnitud de la que estamos hablando.
No obstante, conviene recordar que la mitad del dinero son préstamos que habrá que devolver algún día y que buena parte de esos euros servirán para pagar la ingente suma que ya hemos tenido que desembolsar como consecuencia de la emergencia en la que nos encontramos. De hecho, solo en el pago de los subsidios por los Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) España se gasta 5.000 millones de euros cada mes.
En cualquier caso, habrá miles de millones para gastar en los próximos años, y eso es un alivio, sobre todo para el Gobierno de Pedro Sánchez, que sin este fondo lo tendría realmente crudo para sostenerse en La Moncloa. Ahora lo que habrá que pedirle al Gobierno es que se ponga las pilas para presentar proyectos adecuados que permitan resolver los problemas pendientes de la economía española y evitar a toda costa que se malgaste el maná llegado de Bruselas.
España ha demostrado en el pasado que sabe aprovechar el dinero de la UE. Lo hizo con los fondos estructurales y de cohesión, que permitieron a nuestro país cambiar completamente y dar un salto de gigante en renta per cápita, y a diferencia de otros países como Grecia o Italia, que recibieron ayudas parecidas y que no sacaron tanto rédito al dinero comunitario (basta comparar Málaga con Nápoles para darse cuenta de que en Italia alguien ‘se llevó’ la pasta). Confiemos en que en esta ocasión ocurra algo parecido y España sepa aprovechar esta enorme oportunidad para dar otro salto adelante.