EL MUNDO 11/12/14
VICTORIA PREGO
Hay que celebrar muy mucho la puesta en marcha de este Portal de la Transparencia porque nos permite desde su mismísimo estreno hacernos una idea cabal del disparatado mapa de sueldos que impera en la Administración del Estado.
Casi todos estos datos estaban seguramente disponibles para cualquier ciudadano en las distintas páginas web de las correspondientes instituciones y empresas estatales, pero esto permite examinar el panorama en su conjunto y extraer las primeras conclusiones, que serán muchas más cuando vayamos desbrozándolo todo.
Primera impresión: esto es una locura. El sistema de retribuciones en la Administración del Estado no responde a criterio lógico alguno y produce contrastes delirantes y hasta ofensivos entre los sueldos que perciben determinados presidentes de empresas estatales y el nivel de escasez relativa con que se paga a los ministros y no digamos ya al presidente del Gobierno. Naturalmente, no estamos hablando ahora de Mariano Rajoy y de los miembros de su equipo, sino de todos los presidentes de Gobierno y de todos los ministros que han pasado por La Moncloa. No son tolerables esos niveles de retribución a quienes tienen la difícil tarea de gobernar el país y la obligación de dar cuenta de sus actos ante la opinión pública. Sobre todo si los comparamos con las condiciones opíparas con las que se retiran de sus cargos quienes ocupan temporalmente la presidencia de tal o cual Comisión, de las que los ministros, en última instancia, son también los responsables.
Seguro que esto no es lo que más éxito va a tener en una sociedad irritada por la corrupción y doblada por los recortes, pero hay que decirlo claramente: así no se puede administrar seriamente un país. No es de recibo que nuestros gobernantes sean tratados salarialmente como empleados de bajo nivel en cualquiera de las empresas del Estado. Ni es de recibo que quienes ocupan niveles inferiores en la estructura de los gobiernos ganen mucho más que sus jefes. Menos mal que los ministros han sido casi siempre gentes honradas y que la corrupción no ha anidado en sus carteras. Pero no se lo hemos puesto fácil, visto el panorama. Y, al revés, las cesantías de algunos cargos resultan francamente insultantes dentro del cuadro general.
La publicación de este Portal es una buena excusa para que el próximo Gobierno –el de ahora ya no lo va a hacer porque tiene las elecciones a la vuelta de la esquina– introduzca algo de racionalidad, de proporcionalidad y de equidad en las retribuciones dentro de la Administración general. Pero también en las administraciones autonómicas. Porque ése es un capítulo al que todavía no nos hemos asomado, pero que promete ser tan disparatado o más que el que ayer empezamos a conocer.