Si lo que vimos en el debate con Feijoó es el fruto de la reclusión sanchista durante cuatro días con sus asesores no es extraño lo que ha pasado en España estos últimos años. Más le hubiese valido irse a Disneylandia a hacerse fotos con Mickey y Pluto o a meditar acerca de la inmortalidad del cangrejo a orillas del Arlanzón. Porque el chiquillo estuvo de pena. No recuerdo haber visto jamás en los años que llevo en estos avatares, y son muchos, de comentar la cosa política a un presidente en ejercicio tan descabalado, tan agresivo, tan faltón, tan maleducado y, sobre todo, tan vacío de cabeza. Los spin doctors, a saber, los encargaos de llevarle el almacén al niño, debieron aconsejarle ser agresivo, interrumpir mucho a Feijoó y pasarse todo el rato hablando de Vox. Que si ustedes y Vox son lo mismo, que si Vox es el retroceso al pasado, que si Vox es culpable de no estar con las mujeres asesinadas por hombres, que si Vox es antivacunas, que si Vox es negacionista del cambio climático. Menos la muerte de Manolete, todo parecía ser culpa de Abascal y su partido, lo que no deja de ser curioso porque, queriendo erosionar a Feijoó con sus pactos con Vox, acabó dándole una presencia a este partido que parecía ser el eje del debate.
No recuerdo haber visto jamás en los años que llevo en estos avatares, y son muchos,de comentar la cosa política a un presidente en ejercicio tan descabalado, tan agresivo, tan faltón, tan maleducado y, sobre todo, tan vacío de cabeza
El líder popular no tuvo más que mantener la sangre fría, y reconozco que a mí me hubiera costado mucho, para decirle a Sánchez que no interrumpiera, fajarse con unos moderadores que iban a favor del monclovita – para que se fíen ustedes de Vallés, ay, ingenuos, que al fin y a la postre trabaja en la empresa del príncipe de las tinieblas -, sacarse de la manga un pacto de investidura sin más valor que hacer que Sánchez se retratase como alguien que prefiere los votos del Frankenstein a los del PP- menuda faltada a Vox, don Alberto – y, como guinda, pegarle el zasca más morrocotudo visto en ningún debate cuando Su Pedridad acusaba a la derecha de estar todo el día sacando a pasear el Falcon y el gallego le espetó “Perdone, el que lo saca a pasear es usted”. De antología.
El líder popular no tuvo más que mantener la sangre fría, y reconozco que a mí me hubiera costado mucho, para decirle a Sánchez que no interrumpiera
Poco más hubo. Un Sánchez desesperado, sin frenos y cuesta abajo, un Feijoó tranquilo y sin despeinarse, Vox de convidado de piedra y todos los asuntos importantes que deberían haberse discutido sin hacer acto de presencia. Seguimos sin saber por qué de todos los millones que le han dado desde Europa a Sánchez no ha llegado ni un duro a los españoles necesitados, a las pequeñas y medianas empresas o siquiera a los afectados por el volcán de La Palma. Tampoco sabemos qué pasa con Marruecos, con el blindaje de los ministros de Podemos, con Tito Berni, con las maletas de Delcy, con los acuerdos secretos con ERC para celebrar una consulta, con el regreso más o menos pactado de Puigdemont, con los pantanos que se destruyen, los peajes en las autovías, los acuerdos vergonzantes con Bildu, el problema del agua, del campo, de la industria, vamos, el quilombo en el que nos ha metido este señor que sólo sabe hablar de leyes como la del sí es sí, la memoria histórica, lo mala que es la derecha y lo bueno que es él. Ah, y decir que es mentira todo lo que digan los demás, aunque sean datos extraídos del propio estado. Mentira, mucha mentira, mentira total, mentirusco gordísimo.
Ante esto poco hay que añadir. Nos ha estado gobernando un soberbio que, además de incompetente, narcisista y malo, es tonto. Lo peor de lo peor. Por eso habrá que estar atentos estos días. Como ya no le quedan muchos cartuchos en la recámara de la propaganda a ver qué hace este Sánchez cada vez menos debatido, pero si más agitado. Que ya conocemos el paño y recordamos a ZP susurrándole a Gabilondo aquello de “Vamos a meter presión”.