EL CORREO 11/04/14
· Las víctimas consideran que la persona que releve a Urkijo deberá ser empática y disponer de «capacidad de maniobra»
Pasada la barrera de los siete días, es decir, de la primera semana, desde que el lehendakari cesara a Txema Urkijo como asesor de Víctimas del Gobierno vasco la pregunta es clara: ¿Quién ocupará ahora este cargo tan delicado? A la espera de que Iñigo Urkullu anuncie el nombre del sustituto o sustituta de Urkijo –algo que podría ocurrir en las próximas horas– lo que parece cobrar forma es el perfil que deberá cumplir dicha persona. Y que, desde luego, va más allá de un requisito obvio: la empatía con los damnificados.
La razón que ha motivado la salida de Urkijo del Ejecutivo no tardó en hacer saltar las alarmas entre las víctimas. Si el nombramiento de Jonan Fernández como secretario de Paz y Convivencia generó las críticas de diferentes colectivos de afectados, el hecho de que fuera la incompatibilidad entre Fernández y el ya exasesor de Víctimas lo que desembocara en la destitución de este último no ha hecho más que alimentar los recelos hacia el rumbo de este área del Gobierno. Natividad Buesa, viuda del dirigente socialista Fernando Buesa, asesinado por ETA, tiene claro que existe «un problema de fondo». En su opinión, la persona que sustituya a Urkijo deberá tener «el respaldo mayoritario de las víctimas, empatizar y defender lo que a ellas les preocupa», pero también «tener voz dentro del equipo».
El ya exasesor de Lakua lamentó no haber podido cumplir con su labor, debido al «control» ejercido por Jonan Fernández. «No hablamos de un tema aparente, sino que la persona en cuestión debe trabajar con autonomía y tener capacidad de maniobra», subraya Rodríguez. «No puede asumir el plan de paz porque sí y ya está, sobre todo cuando todas las asociaciones de víctimas realizamos aportaciones sin que se hiciera ninguna corrección significativa. El futuro asesor o asesora tiene que poder tener opinión y trasladarla», añade.
En la misma línea se pronuncia el catedrático emérito de Ética Xabier Etxeberria. Entre los requisitos que debería cumplir el sustituto del consultor, destaca su capacidad para «generar confianza entre las víctimas», pero también para «amparar las iniciativas sociales en materia de paz» y para «mantener una convicción firme de que el criterio de justicia y memoria que se debe a las víctimas no puede quedar arrinconado por un criterio estratégico de convivencia negociada con quienes apoyaron la violencia».
Etxeberria fue uno de los firmantes del manifiesto hecho público el miércoles por más de 200 exmiembros de Gesto por la Paz en apoyo de Urkijo. Entrevistado en Radio Euskadi, puso en valor el «relevante» papel que jugó el asesor durante sus doce años de andadura en sucesivos gobiernos vascos y no dudó en volver a mostrar su «desacuerdo» con el cese. Con la mente puesta en Jonan Fernández, aunque sin hacer alusión a su persona, el catedrático advirtió que la Secretaría de Paz y Convivencia debería ser «realmente un equipo plural, en el que se acepte el debate interno y suponga un espacio de autonomía creativa». «Precisamente, que se permita a sus miembros algo de lo que no pudo disfrutar Txema Urkijo», apostilla.
Unión con otras comunidades
El futuro asesor de Víctimas tendrá por delante importantes retos. Entre otros, «defender que se clarifique el pasado, en el que se incluyen los asesinatos sin resolver», y «poner en valor lo que ETA ha querido destruir: la democracia y el Estado de Derecho». Así lo afirman desde Covite. El miembro de la directiva de la asociación mayoritaria de víctimas en Euskadi Josu Puelles subraya la necesidad de «deslegitimar ética y políticamente el terrorismo», y evitar que el futuro asesor de Víctimas acabe por convertirse en «un mediador entre partes».
Hermano del inspector de policía Eduardo Puelles, asesinado por la banda terrorista, remarca que reconocer a víctimas que sufrieron otras vulneraciones de derechos humanos no puede traducirse en «una equiparación» entre damnificados, al tiempo que apuesta por un sustituto de Urkijo cuya trayectoria «no esté manchada como la de Jonan Fernández –en alusión a su pasado como concejal de HB– para no levantar suspicacias». Covite solicitó la dimisión de Urkijo a raíz que saliera a la luz que éste retuvo una carta del preso disidente de ETA Kepa Pikabea destinada a un herido en un atentado. Tanto el lehendakari como el propio Urkijo desligaron la destitución de dicha polémica.
La labor del futuro asesor no se circunscribirá al ámbito vasco, sino que también deberá tejer complicidades con los damnificados de otras comunidades. «Este vínculo de unión es muy importante», advierte Joaquín Vidal, presidente de la Federación de Asociaciones Autonómicas de Víctimas del Terrorismo. Vidal todavía recuerda la visita que hace una década realizaron varios parlamentarios vascos, entre ellos Iñigo Urkullu, a Sevilla, ciudad en la que se halla la sede del colectivo andaluz de afectados que él preside. «Fue un momento histórico para nosotros. Entonces ya vimos al ahora lehendakari como una persona comprensiva y un hombre de palabra», expresa. Vidal espera, en este sentido, que el jefe del Ejecutivo vasco «se dé cuenta de lo importante que es esto, sobre todo en el momento en el que estamos, en el que hay que acabar con la impunidad y debe triunfar la verdad y la palabra».
Joaquín Vidal reconoce el «magnífico trabajo» desempeñado por Txema Urkijo en el Gobierno vasco y de él destaca su carácter «dialogante y coordinador». Insiste así en que «ese es el espíritu» que debe tener la persona que ocupe ahora su cargo. «Las asociaciones autonómicas las componen sobre todo víctimas de ETA y para nosotros es muy importante el contacto con el Gobierno vasco», concluye.