Santiago González, santiagonzalez.wordpress.com, 23/9/12
El periodismo floral ha vuelto. Después de la gesta realizada por doce periódicos catalanes, doce, que publicaron un editorial conjunto, rescatando la idea matriz de la Prensa del Movimiento se demuestra andando o del parte de conexión obligatoria para todas las cadenas de radio, tenía que llegar esto: el almibarado relato de los héroes en close up. Nadie será un gran hombre para su mayordomo, pero eso es porque no tosdos los hombres son Artur Mas y el mayordomo no sería periodista catalán (y catalanista). El president de la Generalitat es un homo cualunque a quien miran con extraordinario arrobo los poetas de un régimen subvencionado. Debo confesar que a mí me pareció un poco ridículo desde que tuvo la ocurrencia de acudir a un notario para que diera fe de que él no pensaba pactar con el PP pasara lo que pasara. Pero eso, que a mí me pareció una estupidez, fue visto por otros (y otras, naturalmente) como un gesto de heroísmo. Ah, aquel desmelene de Pilar Rahola que reinventó la leyenda artúrica con una mínima apoyatura en la pila de su nombre: el Rey Arturo de Catalunya. Oh.
La gesta, el periplo, como lo definen acertadamente sus autores con la primera acepción del DRAE (aunque al tema le vendría mejor la cuarta) acerca más el asunto a Ulises que al Rey Arturo, aunque sigue siendo asombrosa esta capacidad catalana para hacer épica los fracasos que ni siquiera son trágicos. Es la leyenda de Rafael de Casanova, a quien la peña considera caído en la defensa de Barcelona frente al Borbón en 1714. Es, también, la ridícula proclama de Companys, a quien redimió una muerte trágica: su detención por la Gestapo, que lo entregó a Franco y su fusilamiento. “Un bel morir tutta la vita onora”, escribió Petrarca. En fin, pasen y vean.
Titular: “El viaje a lo desconocido”
Entradilla: “‘La Vanguardia’ acompañó a Mas en su periplo a Madrid, en el AVE de ida y en el avión de vuelta, para su trascendental encuentro con Rajoy en la Moncloa”.
Cuerpo (o cuerpazo):
El último viaje de Artur Mas a Madrid marca el inicio de la travesía colectiva hacia terrenos desconocidos que el propio president anunció en caso de que España, el Gobierno español, no atendiera las aspiraciones del pueblo catalán, como exactamente ha ocurrido.[El viaje a lo desconocido es en realidad un viaje al corazón de las tinieblas, con Mariano Rajoy en el papel del coronel Kurtz y el AVE haciendo las veces de Río Mekong. Hay entre los periodistas catalanes del régimen una tendencia irrefrenable hacia la metáfora. Barcelona está unida por ‘puente aéreo’ con ‘lo desconocido’, o sea, Madrit, desde la noche de los tiempos. Desde algo más recientemente, también por AVE, ¡un veintena de trenes al día! dos horas de capital a capital. Tal vez los autores están demasiado influidos por Vázquez Montalbán. La mejor novela de Carvalho se titula ‘Los mares del Sur’ y viene a concluir, que los mares del sur, la otra cara de la luna, están en un descampado suburbial de Barcelona. Para ir a aquellos lugares remotos y exóticos bastaba coger el metro. los periodistas catalanes que van a Madrit van con los ojos sorprendidos de los samoanos a á tierra de los papalagi. Erich Scheurmann publicó en 1920 ‘Los papalagi’, una colección de discursos que el jefe Tuiavii de Tiavea dirigía a su pueblo para explicar con lenguaje sorprendido e ingenuo lo rara que era la tierra de los papalagi (los hombres blancos) y qué inventos tan raros tenían]. El presidente de Catalunya volvió a tomar el tren hacia la capital española como en otros momentos históricos lo hicieron antecesores suyos como Companys o Tarradellas. [acontecimiento histórico: experiencia cotidiana que hacen miles de catalanes por asuntos de su interés, pero que cuando lo hacen los presidents de la Generalitat tiene un mérito extraordinario y merece calificativos campanudos como ‘histórico’].
Mas cogió el miércoles en Lleida el último tren a Madrid. [El último tren, El último tren a Kaytanga, el último tren de Gun Hill, el último tren de la noche, el último tren desde Oriente, El último tren a Auschwitz, El último tren a Madrit, o sea, El viaje a ninguna parte]. Antes, quizá para animarse, presidió la presentación del documental La gran aventura de La Canadenca, sobre la industria que trajo la luz (eléctrica) a Catalunya. [Narcisismo se llama la figura, animarse mediante el chute de las gestas patrias: la luz eléctrica en Catalunya, el primer tren de Espanya]. Al subir al tren, sonríe a Pedro Madueño y hace una sorprendente previsión.
-Tot anirà be.
-President, Rajoy ya ha dicho en el Congreso que nada de nada…
-Mañana no se acaba nada, todo empieza, y soy optimista.
Al filo de las 10 de la noche, el president subió al tren de alta velocidad que lo llevó a Madrid con parada en Zaragoza. Era un viaje que llevaba implícita una trascendencia histórica. [histórica, no sé si se dan cuenta]. Por eso el séquito era esta vez más numeroso que de costumbre. Lo acompañaban el portavoz y secretario general de la Presidència, Francesc Homs; el director del gabinete, Joan Vidal, además del imprescindible Carles Fabró, jefe de protocolo; el encargado de prensa, Joan Maria Piqué; el fotógrafo, Jordi Bedmar, y los escoltas más discretos del mundo.
Existe una diferencia entre Artur Mas y todos los presidentes de Gobierno del planeta. El actual titular de la Generalitat se empeña en arrastrar personalmente su propia maleta. Y no porque contenga secretos de Estado, ya sea propio o ajeno, sino porque evita cualquier signo de majestuosidad a su alrededor. [Está bien que expliquen los íntimos motivos -bueno, tratándose de un president tendrá motivaciones-. Si no, cualquier lector desavisado podría pensar que desconfía de que se la afanen]. En eso es como Jordi Pujol, pero exactamente al revés. Prefiere pasar inadvertido. Mas suele viajar en clase turista, excepto en el tren a Madrid, en el que va en preferente porque el séquito aprovecha para cenar y enchufar teléfonos, ordenadores e iPads.
En cuanto se acomodó en el tren, Mas sacó varias carpetas. En el vídeo se anunciaba la película One day, una historia de amor con Anne Hathaway y Jim Sturgess…
-¿No mira la película, president? Va bien para desconectar…
-No puedo. Tengo que preparar lo de mañana y me falta leer unos cuantos papeles…
Son las 10.30 de la noche. La jornada había empezado por la mañana con el acto simbólico sobre la hacienda catalana. Luego se reunió con el embajador de Estados Unidos, a continuación inauguró una nueva instalación de Laboratorios Esteve, después, almuerzo de trabajo, tareas de despacho, y a Lleida. O sea, que le faltaba tiempo para prepararse una de las reuniones más importantes de su carrera política. Leía el iPad y contrastaba lo que leía con los documentos de una carpeta. De reojo se podía leer algo tan apasionante como Objetivos de déficit con distribución de los gastos no financieros 2012… Con lo guapa que es Anne Hathaway y lo bonito que es el amor…[Pero un president en marcha hacia Madrit, no tiene tiempo para frivolités: hay un tiempo para amar y otro para reivindicar, como dice aproximadamente el Eclesiastés].
Mas sólo interrumpió el trasiego de carpetas para cenar. Ensalada con pechuga de pollo, mostaza y miel, y merluza con tomate y arroz pilaf… De postre había natillas, pero las dejó. Acabada la cena, vuelta a las carpetas del puñetero déficit, mientras súbitamente un camión arrolla a Anne Hathaway. [¿Ven como es Ulises? Los periodistas como las sirenas tentándole con su canto tentador y él, erre que erre, despreciando la oferta aferrado al mástil de sus obligaciones de Estado (català)].
El president apenas habla por teléfono. Sólo una vez en todo el trayecto, y no era de trabajo. Era con su madre. El resto de las comunicaciones, por SMS. A punto de llegar a Madrid, recogida general de carpetas y todo preparado para abandonar el tren, no se sabe por qué a paso ligero. En Atocha, otra llamada telefónica. Esta vez a su esposa, Helena. Son más de las doce.
-Es la hora del gin-tonic, president.
-Sí, hombre, estoy yo para gin-tonics…
De la estación al hotel, y del hotel a la cama. Hotel Catalonia Las Cortes. Un cuatro estrellas del barrio de las Letras donde suelen alojarse los diputados catalanes. [Bendito ensimismamiento y qué impresionante fetichismo onomástico].
Por la mañana, el president baja a desayunar. No lo hace en su habitación. Tan frugal como siempre, sólo come fruta. No toma café. Jamás toma café. En eso tampoco se parece a Pujol, que cuando era president no bajaba de los 25 al día. Por cierto, tampoco lee la prensa.[¡Qué llaneza y cuánta voluntad de pueblo!]
La comitiva se traslada a la Moncloa. Entrada habitual, quizá más fría que de costumbre, Rajoy lo desafía sin acritud a que lleve lo del concierto al Congreso (“a ver quién te lo vota”). [Para que se vea el grado de despotismo de Madrit, el presidente del Gobierno lo desafía a que cumpla la ley, si tienes lo que hay que tener…] Dos horas sin café… y sin fumar. Artur Mas ya no fuma como cuando tuvo que vérselas con Zapatero para llevar a cabo la inútil misión de rescatar el Estatut. Hace tres años que dejó el tabaco, pero sigue comiéndose las uñas. [Bueno, siempre será mejor eso que lo de Aníbal Lecter].
Tras la reunión, traslado a la sede de la delegación catalana en Alcalá 44, junto al Círculo de Bellas Artes. Es la sede también de la librería Blanquerna. Hasta ahora, se la conocía como la embajada. Ahora algunos la llaman la sede de Ex-paña y al personal le reprochan “haberse convertido en guiris”. En la fachada hay dos banderas, la catalana y la española. Un señor que asegura trabajar para la Confederación de Cajas de Ahorros aborda a Enric Juliana y le denuncia que las banderas están puestas de tal manera que el viento siempre acaba enrollando la rojigualda para que no se vea. Mientras se desgañita, el viento la desenrolla, pero el señor sigue en sus trece y el viento es cierto que enrolla otra vez la rojigualda y no la cuatribarrada. Vientos del pueblo. [vientos del pueblo lo llevan/ vientos del pueblo lo arrastran/ le esparcen el corazón y le aventan la garganta].
Francesc Homs ha decidido trasladar a la embajada la conferencia de prensa, lo que provoca gran enfado de los periodistas madrileños, primero porque les obliga a trasladarse de un sitio a otro y segundo porque apenas se cabe… con tantos medios internacionales. Homs quería un escenario propio, o sea, sólo con bandera catalana y europea y hablando de entrada en catalán como hacía Guardiola en el Bernabeu. [No parece que al portavoz le sobre el sentido práctico. Ni su habilidad en la relación con los medios].
Tras la comparecencia ante los periodistas, Mas sube a la cuarta planta del edificio donde están los despachos. Recibe un alud de llamadas de felicitación.
–Gràcies, gràcies…
–La millor roda de premsa de la seua vida, diu Partal al Twitter –comenta el meritorio Piqué…
Son más de las tres. Hay que comer. Baja todo el séquito al restaurante de abajo, Nihil Prius. Ni siquiera menú, plato único. Sólo Homs no se conforma. Atún teriyaki y cerveza.
–¿Lleva ajo?
No se sabe…
–Sin salsa, por favor…
–¿No le gusta el ajo, president?
–Me encanta, pero me paso el día hablando con gente y no puedo apestar… [Hombre, Artur, que ya se ha inventado el Listerín].
–Piqué vuelve a felicitar al president y le comenta algunos titulares. Mas sólo se interesa por la prensa internacional. Pide un iPad para leer algo en el Financial Times. Llegan noticias del rendez-vous en la plaza Sant Jaume.
–Al balcón, ni hablar.
–Nos quedan tres minutos, el avión sale a las cinco y diez, dice Fabró.
Al bajar a los coches se observa cerca una dotación de la Guardia Civil. Alguien bromea, pero no, la Guardia Civil casi siempre acata el poder legítimamente constituido. En el aeropuerto se entra por autoridades y los agentes de la Benemérita se cuadran exactamente igual que siempre…
Una vez en el avión, Mas, Homs y Vidal ocupan los asientos de las salidas de emergencia. Se presenta la sobrecargo M.V. García…
–Supongo que puedo hablar en castellano y me van a entender todo lo que diga… Si ven humo o fuego o que sube o baja el agua, por favor no abran…
Se dirige al president.
–Caballero, debe apagar su teléfono, ya hemos cerrado puertas… [Y él lo apaga, como si fuera un viajante cualquiera].
Mas no muestra aspecto de cansado ni abatido, pero en cuanto el avión despega se duerme. Ni siquiera se afloja la corbata, pero es el único momento en que se deja caer.
Iberia anuncia primero en español, luego en inglés y finalmente con una grabación en catalán que hemos llegado a El Prat. La comitiva sale lanzada, del avión a los coches y de los coches a la plaza Sant Jaume. Ya hay gente esperando y una pancarta: “Tots amb el president”. Helena lo espera, se besan y abrazan. Artur Mas se deja caer por segunda y última vez. El viaje a lo desconocido no ha hecho más que empezar.
Extraordinaria pieza. Lástima que, ya puestos a contar el viaje a Ulises y su vuelta a casa no hubieran contratado al gran Lluís Llach para que cantara su ‘Viatge a Itaca’. Y que hubieran tomado buena nota del recado:
En fin, qué hermosura. Como le decía una señora en Montserrat al gran Luis Carandell con frase que el periodista recogió en su ‘Celtiberia Show’: “Estas tormentas catalanas, ¡dejan el aire tan limpio!”
Tingues sempre al cor la idea d’Ítaca.
Has d’arribar-hi, és el teu destí,
però no forcis gens la travessia.
És preferible que duri molts anys,
que siguis vell quan fondegis l’illa,
ric de tot el que hauràs guanyat fent el camí,
sense esperar que et doni més riqueses.
Santiago González, santiagonzalez.wordpress.com, 23/9/12