Félix Madero-Vozpópuli

  • Han de marcharse todos y al mismo tiempo

La ansiedad no debería traer consigo el desenfoque de la situación, y por eso, en este momento, hemos de asumir y tener muy claro, cristalino que diría el de Podemos, que Pedro Sánchez es una cosa y el sanchismo otra. Querrán que lo veamos todo junto, pero ese es el juego que nos tiene preparado este nuevo tahúr del Misisipi. No nos dejemos engañar; Sánchez sin su gobierno y alrededores, no se explican, pero pueden llegar a funcionar de manera autónoma, para desgracia de la democracia y de ese partido que no quiero nombrar y cuyas siglas se derriten como vela en palmatoria. Lo diré con rapidez: han de marcharse todos y al mismo tiempo.

Este hombre, que el jueves pasado y maquillado como si fuera un cadáver -oportuna expresión de Jesús Cacho– pedía perdón mientras se descojonaba de media España,  y a punto estuvo de llorar, tiene de sí mismo la mejor opinión. De su Gobierno, de los ministros que tiene simplemente no la tiene porque a él sólo le importa lo coyuntural. Va sumando ministros como maese Pedro los iba juntando en su retablo y Cervantes cuenta el Quijote: cambio la historia, cambio el títere. No siente cariño por ninguno de ellos, y de ellas, –mariajezú, criatura cuándo te va a enterar tú-.

Han de marcharse todos porque, si no es así, el flujo y reflujo a leche ácida que deja el sanchismo volverá a reproducirse. No sirve con que se vaya el caimán, y tampoco el Chivo del que habla el último editorial de este periódico, es menester que la compaña siga su camino hacia el exilio y el olvido político. Este no debería ser solo un deseo de aquellos que no le van a votar nunca, también de los cientos de miles de españoles que un día confiaron su voto a un partido que salió por la puerta de atrás después de años de felipismo. Vale recordar aquel tiempo, aunque sólo fuera porque aquel Psoe, con alianzas más que posibles, pudo seguir en el Gobierno, ya que aquello fue una derrota dulce de Felipe González -Aznar le sacó algo más de 300.000 votos-, pero el Psoe consideró que si no había ganado las elecciones no podía ni debía gobernar. Ya ven las diferencias.

Nueve años llevan con el marido de Begoña al mando y en esas están. Pero una ejecutiva crítica es metafísicamente imposible, porque todos sus miembros sin excepción fueron elegidos a la medida del que los nombró

Pues bien, recuperar ese voto que se fue, que se espantó con la incuria y la incompetencia de Zp, y que ha terminado escandalizado ante el desgobierno y los escándalos de Sánchez, debería ser un objetivo para los pocos que hoy dan la cara en ese partido y piden elecciones anticipadas, ejecutivas críticas y comités federales en los que impere el respeto al discrepante y la libertad de expresión. Nueve años llevan con el marido de Begoña al mando y en esas están. Pero una ejecutiva crítica es metafísicamente imposible, porque todos sus miembros sin excepción fueron elegidos a la medida del que los nombró.

En unos casos fue el dedo de Sánchez, en otros, y para su mayor desgracia, el de Cerdán. Y todos tan agradecidos. De hecho, es de esperar cuando llegue el momento final un cierre de filas de los más allegados al yerno de Sabiniano, señor de los prostíbulos gays en Madrid, y donde en Huete (Cuenca) cuentan y no paran de cómo se fue haciendo un negociete a base de abrir locales para que el personal hiciera sus guarrerías sexuales, que diría Chiquito de la Calzada. ¿Estaría usted tranquilo comiendo con un “empresario” dedicado a estos asuntos? De ese ambiente viene el solipsista que manda en España todavía hoy. Al final, terminan saliendo la inmundicia y la podredumbre de un ser de lejanías, convertido en un fatuo que nunca podrá explicar con honor cómo llegó a ser presidente del Gobierno.

La melopea discursiva y la batología semántica, marca de la casa, hace que podamos entenderla a duras penas cuando se declara engañada, traicionada

Ahora, y mientras va sonando un gorigori, la ministra chiqui, la pincerna de María Jesús Montero, se larga ante la militancia un mitin, más bien un relato obsceno, en el que la melopea discursiva y la batología semántica, marca de la casa, hace que podamos entenderla a duras penas cuando se declara engañada, traicionada por un tipo, Cerdán, que ha desprestigiado las siglas del Psoe. Pero el desprestigio, mariajezú, no empezó con el chorizo navarro. ¿O no recuerdas sus mentiras, sus pactos, sus lazos con los enemigos de España y la compra de votos para ser presidente?. A cada uno lo suyo señora. Para la traición y el engaño no hace falta robar.

Zascandil es una palabra que me lleva a la infancia. Ahora no se usa, pero es bien hermosa. Sánchez es mucho más que eso, ya que zascandil es la persona de poca formalidad, inquieta y enredadora, pero es esa figura la que veo al frente de un partido inexistente que, de momento, está haciendo pocos esfuerzos por ser reconocible y respetable. ¿Y si igual no queda nadie ahí para el empeño? ¿Y si fuera que la sombra de Bettino Craxi es alargada y ha llegado la hora, si no de la desaparición, sí de la de una refundación? Pero, ¿con quién, cuándo, cómo?

Para cualquier intento en esa dirección no puede servir el zascandil, el número 1, ese exquisito rostro maquillado como un cadáver que está a punto de llorar mientras implora perdón. Ni Sánchez ni el sanchismo. A los que a duras penas y bastante miedo dan la cara en este momento –Lobato, Page, Lambán, Madina, Soraya Rodríguez, Tomás Gómez, Mikel Torres, Ignacio Urquizu, Elena Valenciano et alii, les recuerdo lo que está escrito en el Apocalipsis: «Dios vomita a los tibios».

 

Y es palabra de Dios.

 

Te alabamos, Señor.