El asesino de Joseba ha sido detenido por los otrora sus compañeros de la Ertzaintza, un pistolero durmiente apresado gracias a un ADN demasiado tiempo durmiente en algún archivo y que ha hecho falta despertarlo para empezar a hacer justicia. El cambio político, aunque los más exigentes lo veamos limitado, se nota en estas cosas que son, a la hora de la verdad, las principales, pues no hay impunidad, no se mira hacia otra parte.
Maite se sonríe y se avergüenza un poquito cuando alguien tan arisco como yo la llama «musa de la resistencia vasca», porque le cuesta creerse a sí misma referente de la moral y la entereza que muchas personas necesitamos para no desistir en este país de pilatos y cobardes. Maite y Estíbaliz, en su rueda de prensa, nos volvieron a cargar las pilas -son de verdad musas de la resistencia- para seguir en el esfuerzo de acabar con entereza, inteligencia y generosidad con la banda de fascistas que padecemos en nuestro entorno. Esfuerzo que hay que proseguir un poco más porque sólo hacía falta escuchar los testimonios infames sobre la detención del presunto asesino de su hermano que muchos de sus convecinos daban ante las cámaras -yo no sé nada, no entiendo, yo me lavo las manos- para saber que todavía en esta sociedad, sobre todo en la Euskadi profunda, la de mentalidad cavernosa, sigue mandando el miedo y la indiferencia. Maite nos sigue guiando hacia la libertad.
El asesino de Joseba ha sido detenido por los otrora sus compañeros de la Ertzaintza, un pistolero durmiente apresado gracias a un ADN demasiado tiempo durmiente en algún archivo y que ha hecho falta despertarlo para empezar a hacer justicia. El cambio político, aunque los más exigentes lo veamos limitado, se nota en estas cosas que son, a la hora de la verdad, las principales, pues no hay impunidad, no se mira hacia otra parte.
A los pocos días, quizás al socaire de la buena noticia de la detención del supuesto asesino, se anuncia la remodelación de la Ertzaintza con más comisarios mediante oposición en un intento de profesionalizar al cuerpo, con toda la carga crítica que lleva eso de «profesionalizar» al cuerpo. Pero ojo a tanto mando: a más mando, menos policía, más burocracia y menos servicio a la ciudadanía. Como Emilio Guevara declarara en la primera sesión de la comisión permanente del Parlamento vasco, «la burocracia es una hidra que se lo come todo». No por muchos más comisarios la cosa va a funcionar mejor. Mucho jefe y poco indio, aunque nadie puede negar a esta consejería las ganas de cambio no vaya a pasar como en los ejércitos revolucionarios de opereta, que acababan siendo casi todos generales.
Y que el Departamento de Estado haya dado una visión positiva del Gobierno de López en su implicación frente al terrorismo comparado con el anterior no deja de ser, por muy infantil y casi siempre reaccionario antiamericanismo carpetovetónico que padezcamos, un elogio. Si en este país los polis detienen a los delincuentes, los políticos respetan la ley, los curas no largan soflamas trabucaires y dicen que matar es pecado, y los maestros enseñan lo cierto, eso será maravilloso, es la normalidad. Entonces empezaríamos a ser autocríticos y a pensar que en cierta medida el terrorismo es, en parte, una excrecencia del mal comportamiento de las personas de bien. Pero, concluyendo, en estos días no ha habido una buena noticia; ha habido dos.
Eduardo Uriarte, EL PAÍS, 10/8/2010