EL CORREO – 01/06/14
· La movilización convocada por Gure Esku Dago el próximo domingo entre Durango y Pamplona busca que prenda la mecha del derecho a decidir en la sociedad vasca.
«Lo ideal sería que aquí sucediera como en Cataluña. Allí nadie se plantea lo del derecho a decidir, ni siquiera lo de la conveniencia de pertenecer o no a España. Está mal visto quien considera que lo mejor es seguir en España». La reflexión la realizaba hace unos meses un dirigente de la izquierda abertzale y explica cómo los responsables de Sortu siguen con un enorme detenimiento el proceso que ha emprendido el Gobierno de Artur Mas de la mano de ERC para convocar una consulta el 9 de noviembre. Allí, la movilización ciudadana sorprendió a los partidos hace dos años, cuando más de un millón de personas se manifestaron por el centro de Barcelona convocados por la Asamblea Nacional Catalana (ANC). Era el 11 de septiembre de 2012 y se celebraba la Diada. Aquella movilización prendió la mecha del soberanismo en Cataluña y alcanzó unos niveles que no se recordaban por aquellos lares. Hasta el punto de que en las pasadas elecciones europeas ERC, la formación independentista, superó en votos por vez primera a CiU.
Un movimiento ciudadano similar trata de extenderse por el País Vasco.
‘Gure Esku Dago’ (Está en nuestra mano), plataforma alimentada por la izquierda abertzale aunque en su seno participen también antiguos dirigentes del PNV como Iñaki Zarraoa –exalcalde de Getxo y ex director general de EiTB–, pretende que la reivindicación del derecho a decidir y de una futura independencia prenda en la sociedad vasca. Para ello, ultiman los preparativos de una cadena humana que unirá dos de las ciudades con mayor simbolismo para el ideario abertzale: Durango y Pamplona. En total, 123 kilómetros de recorrido superando los altos de Kanpazar, Deskarga y Lizarrusti, en el que más de 60.000 ciudadanos se darán la mano para escenificar «el deseo de un pueblo», como aseguran los organizadores. Una jornada la del próximo 8 de junio que quiere convertirse en una «fiesta reivindicativa» que haga que quienes tomen parte «se sientan orgullosos» y que conciencie al resto de la población sobre la necesidad de que «los vascos decidamos nuestro futuro».
Las cifras que manejan los responsables de Gure Esku Dago son mastodónticas, propias de la iconografía musical de las giras de los grandes grupos del rock o las estrellas del pop: más de 60.000 personas ya se han inscrito y pagado 5 euros –lo que supone una recaudación total de 300.000 euros– aunque calculan que serán muchos más los que se sumen en la última semana; más de 700 autobuses transportando a los participantes; 2.500 voluntarios controlando el trasiego de gente, el recorrido y hasta los aparcamientos; dos helicópteros y diez motos para tomar imágenes; un centenar de txarangas y grupos de música para animar cada kilómetro de cadena…
«Somos una nación»
Al frente de este colectivo figuran Angel Oiarbide, Zelai Nikolas y Ander Arrese. Todos ellos proceden de una experiencia de colaboración puesta en marcha en Idiazabal en 2007 con el derecho a decidir como eje central. Se llamaba Nazioen Mundua (El mundo de las naciones), participaron en ella miembros «de todas las sensibilidades» abertzales y sirvió para estudiar el modelo de referéndum por la independencia que ya entonces se impulsaba en Escocia.
La experiencia dio pie a un documental con el título ‘Gazta zati bat’ (Un trozo de queso), firmado por el bertsolari Jon Maia. Los integrantes de aquel movimiento, todos ellos de la órbita soberanista, apostaron el año pasado por la constitución de Gure Esku Dago. Con tres pilares fundamentales: «somos una nación», «tenemos derecho a decidir» y «el futuro está en manos de los ciudadanos y ciudadanas de este país». Como primer reto se fijaron el objetivo de convocar una cadena humana al estilo de la que el pasado septiembre cruzó Cataluña desde la frontera con Francia hasta Castellón.
Los responsables de esta movilización llevan un año de intenso trabajo para conseguir que «nada falle» el próximo domingo. Se han impulsado más de 160 grupos de trabajo en los municipios por los que transcurre el trazado y estudiado hasta el milímetro el recorrido. La cadena se materializará entre las doce y las doce y media –durante ese tiempo se cortará el tráfico–, pero a los participantes se les ha recomendado que estén en las cercanías del punto donde se deben colocar antes de las 9.30 horas. Quienes se desplacen en autobús tendrán preferencia y se limitará el paso de automóviles. Pertrechados de agua y comida. Si tienen cierta edad la guía oficial del acto recomienda llevar «una silla». Grupos de música diseminados por cada uno de los kilómetros del recorrido amenizarán la espera.
Los responsables de la movilización aseguran que en los preparativos ha participado gente «de todas las sensibilidades», pero de momento, sólo cuenta con el respaldo expreso de la izquierda abertzale. Hasta el punto de que algunos responsables de la intendencia de la cadena humana han tomado parte en anteriores campañas electorales de Amaiur y EH Bildu, entre otras formaciones. Oiarbide y su equipo se han reunido con la dirección del PNV para exponerles el proyecto, aunque sin demandarles su apoyo expreso a esta convocatoria. Según fuentes de Gure Esku Dago los responsables del EBB advirtieron que no pedirán públicamente a su militancia que tome parte en la cadena, pero que «sí movilizarían a sus batzokis». Algo que no está del todo claro que el PNV vaya a cumplir. Los jeltzales miran esta iniciativa con cierta distancia, al estar convencidos de que se trata de una movilización inspirada por la izquierda abertzale en su beneficio propio. Por parte del Gobierno vasco, no asistirá ningún representante oficial. En el EBB, sin embargo, no aclaran si su presidente, Andoni Ortuzar, participará finalmente. En el fondo, existe el temor a que, como en Cataluña, la exigencia del derecho a decidir beneficie a la formación independentista por excelencia. Allí ERC, aquí, Sortu.
Socialistas y populares tampoco secundan un proyecto abertzale que, según los organizadores, ha servido para «unir» a «personas enfrentadas». Relatan, en este sentido, experiencias como las que dicen haber presenciado en núcleos urbanos como Bergara, un municipio «dividido» por la gestión del sistema de recogida de basuras puerta a puerta. «Gente que se había dejado de hablar y estaba enfrentada ha hallado un punto de encuentro en el derecho a decidir, en que los vascos puedan decidir su futuro», advierten al tiempo que insisten en que su proyecto no pretende «dividir» sino «sumar a los diferentes».
EL CORREO – 01/06/14