Editorial, EL CORREO, 19/11/11
La economía ha constreñido un debate electoral sin la amenaza del terrorismo
José Luis Rodríguez Zapatero anunció en julio la anticipación de las elecciones generales, que hubieran debido celebrarse en marzo de 2012, al 20 de noviembre, cuatro meses antes de la conclusión del cuatrienio, con la esperanza de que las débiles señales de un repunte económico que entonces se percibían pudieran compensar su impopularidad después de profundas medidas de austeridad en un país en que la tasa de paro alcanzaba ya el 20% de la población activa. El 26 de septiembre se convocaban las elecciones, que se disputarían como primeros espadas Alfredo Pérez Rubalcaba, candidato del Partido Socialista, y Mariano Rajoy, presidente del PP. Desde entonces, a lo largo de una campaña interminable y agotadora, no solo no ha mejorado la situación económica sino que en el tercer trimestre del año la economía española volvía a estancarse, y quedaba a las puertas de una leve recesión. La caída de popularidad del partido y del Gobierno socialistas ha sido continua, con rara unanimidad en las encuestas, que han arrojado un saldo final promedio de 14,5 puntos de ventaja del PP sobre el PSOE. Rajoy, gran favorito, ha conciliado su obligación de exponer su proyecto con una cuestionada cautela a la hora de explicitar el arduo camino de sangre, sudor y lágrimas que nos aguarda; finalmente, con un mensaje sobrio y moderado, parece haber acabado arrastrando a un sector relevante de la opinión pública, lo que le permite aspirar a la mayoría absoluta. Rubalcaba, ministro de Zapatero toda la legislatura y vicepresidente desde octubre de 2010, ha tenido serias dificultades para defender con verosimilitud un proyecto sensiblemente distinto del que ha aplicado el mismo equipo de gobierno del que formaba parte. Habrá que ver hasta qué punto habrá conseguido frenar el deterioro de los apoyos tradicionales del PSOE. Queda por dilucidar, por otra parte, el reparto de los escaños que corresponden a los partidos vascos, enfrentados, según los sondeos, en un empate técnico entre PNV, PSE, PP y Amaiur. Pero si por algo se ha caracterizado esta campaña ha sido por la ausencia de la amenaza terrorista, lo que no quiere decir que ETA no haya irrumpido en el debate electoral, aunque, afortunadamente, esta vez lo ha hecho en forma de comunicado y entrevista.
Editorial, EL CORREO, 19/11/11