ABC, 13/2/12
Se opone a que la izquierda abertzale se convierta en un partido político convencional «a cualquier precio»
Un sector de la «izquierda abertzale», que aspira a convertirse en corriente crítica, advierte del peligro de que el Movimiento de Liberación Nacional Vasco (MLNV) se transforme en un partido político convencional y arremete contra los actuales dirigentes porque su apuesta por la «vía políticamente correcta» ha «liquidado la dinámica asamblearia» en favor del pragmatismo que promueve «la línea otegista», a la que acusa de dar la espalda a la militancia.
El colectivo, cuya influencia y proyección aún desconocen los expertos en la lucha antiterrorista pero suscita ciertas incertidumbres, se queja de que el MLNV corre el riesgo de desaparecer y ser absorbido por el «sistema burgués». Cita como precedentes lo que sucedió con las formaciones EIA, Euskadiko Ezkerra —que acabó fusionándose con el PSE— e incluso Aralar, ahora compañero de viaje de los herederos de Batasuna.
«El MLNV —afirman los promotores en un documento— es un movimiento político de liberación nacional con diversas organizaciones que deben cubrir los diferentes frentes de lucha. Si se rompe esa flexibilidad organizativa para amoldarse a un modelo burgués de partido parásito, centrado en un ombliguismo institucional y electoral, se corre un alto riesgo de integrarse en el sistema».
«El sistema burgués»
Así las cosas, los impulsores de esta corriente, cuyo embrión es el grupúsculo ultraortodoxo «Borroka Garaia da» y se plantean tomar el nombre de «Borroka KAS», no son contrarios a que la «izquierda abertzale» tenga una formación política propia —Sortu—, en convivencia con otra serie de «organismos populares», sino a que la «izquierda abertzale» en su conjunto se transforme en un partido convencional que acapare todos los frentes.
En este sentido, la corriente interna critica lo que considera una «obsesión por el institucionalismo», en alusión a la actual estrategia de los herederos de Batasuna. «El objetivo de superar la política de ilegalización no se puede hacer a cualquier precio». Ello, añade, porque «las condiciones políticas de avance en los objetivos no las generan las instituciones sino una acumulación de todos los frentes de lucha. Centralizar el caudal de lucha en las instituciones no hace sino vaciar ese potencial». Es más, «triunfar dentro de los esquemas del sistema burgués —en lo que parece una referencia a los buenos resultados electorales de Bildu y Amaiur— no cambia por sí solo las cosas ni nos acerca a la fase resolutiva del conflicto…».
Asambleas liquidadas
Fuentes de la lucha antiterrorista atribuyen a esta corriente los carteles difundidos durante la última campaña para las elecciones generales, en los que KAS llamaba a la abstención pese a que concurría una candidatura de la «izquierda abertzale».
El caso es que los impulsores critican a los batasunos que diseñaron Bildu y Amaiur el que la apuesta por «la vía políticamente correcta haya liquidado las estructuras de herrialdes», esto es, la dinámica de asambleas en barrios y pueblos. «Pasar de movimientos políticos asamblearios a esquemas estructurales y de toma de decisiones de partido convencional, sabiendo que los partidos políticos tradicionales son auténticas armas integradoras para las clases populares», deja a la «izquierda abertzale al borde de perder sus señas de identidad».
Llegado a este punto, la corriente «Borroka KAS» se muestra disconforme con la disolución de Ekin, Segi y Askatasuna, cuyas funciones han sido asumidas por Batasuna para que encajen en su actual «hoja de ruta»: «La existencia de organizaciones revolucionarias es una necesidad y un valor importante para enriquecer la unidad popular».
Por último, y en lo que parece una crítica a Currin, arremete contra la tentación de «hacerse mediador en vez de confrontador. Un movimiento mediador, desideologizado y defensivo no defiende su posición con contundencia ni ataca con decisión a los elementos opuestos para erosionarlos. Esto no genera las condiciones para que luego exista la mediación y el acuerdo». En este sentido, apuesta por «mantener la actitud ofensiva, tensionar, sin dejar el marco de la solución y el diálogo».
Los expertos antiterroristas ya conocían que un sector significativo de la «izquierda abertzale», liderado, entre otros, por Juan María Olano, se había mostrado en contra de la apuesta por las «vías exclusivamente políticas». Este sector era el que defendía la estrategia «político militar», esto es, alternancia de atentados con movimientos tácticos como treguas condicionales, que contemplaba la ponencia «mugarri». La corriente perdió, porque, aparte de ser minoritario, no contó en ese caso con el apoyo de una ETA debilitada por el acoso policial.
ABC, 13/2/12