Ignacio Marco-Gardoqui-El Correo
Muchos ven al empresario como el lobo a abatir o la vaca a ordeñar, pocos como el caballo que tira del carro
Hemos tenido una semana en la que no hemos ganado para sustos. Cada día uno, a veces dos. Todos los organismos -la Comisión Europea, la OCDE, el Gobierno Vasco, la patronal CEBEK, etc.-, que han publicado sus previsiones económicas las han empeorado para el presente y las han alargado para el futuro. La caída va a ser tan tremenda como los peores temores y la salida va a ser más tardía y costosa que las mejores esperanzas. Y ya no son solo cifras. Hemos empezado a rellenar las portadas de los periódicos y a completar los informativos de la televisión con las escenas habituales de los tiempos de crisis, manifestaciones de trabajadores angustiados, carreteras cortadas, neumáticos incendiados y propuestas desesperadas.
La omnipresencia del gobierno a la hora de comentar los asuntos sanitarios y de plantear las medidas de apoyo social, se tornan aquí en silencios espesos y preocupantes. Nada más allá de los típicos «El gobierno se ocupa del asunto y busca una solución para el problema». De qué se ocupa en el caso Nissan y dónde busca una solución en el caso Alcoa -por poner solo el ejemplo de los primeros de una lista que será muy larga-, no lo sabemos, no nos lo cuentan.
De todas formas, no seré yo quien le exija a este, ni a ningún otro gobierno, que solucione la cantidad de problemas empresariales que nos van a llegar en el próximo futuro. Entre otras razones porque no es capaz de solucionarlos. Lo que nos amenaza, en forma de empresas desaparecidas y de empleos perdidos, no lo va a solucionar el gobierno de turno, ni aquí, ni allí, ni lo hicieron antes ni lo harán ahora. El gobierno tiene la obligación de no estorbar, que no es poco, y de crear unas condiciones de entorno favorables para que sea la sociedad en su conjunto la que se enfrente a la nueva y tremenda situación que nos creó el maldito bicho.
¿O cree usted que las nacionalizaciones que proponen algunos del gobierno y otros de los partidos que le apoyan son la solución? ¿Invertiría usted sus ahorros en una Nissan gestionada por el Sr. Rufián que es quien lo reclama? Afirma que si en Bankia estuvo bien porque fue una nacionalización de derechas, en Nissan valdrá aunque sea de izquierdas. Se equivoca. La nacionalización de Bankia se hizo ‘a pesar’ del gobierno y debido al desastre al que le había abocado una ‘conducción pública’ de la empresa, en cuyo consejo no se sentaban inversores sino políticos y agentes sociales nombrados por ellos. Y no se hizo para salvar a los accionistas, sino para rescatar a los depositantes. Es decir a las personas que confiaron en ellos. En la Nissan pública habría paredes y despachos, pero no habría ni tecnologías, ni productos, ni marcas, ni redes comerciales.
Por eso confío muy poco en la Comisión para la Reconstrucción que se desarrolla en el Congreso y en la que participan demasiados políticos con escasa preparación en materia de generación de empresas y creación de empleo y que ocupan su tiempo en tirarse los insultos a la cabeza. Me ilusiona mucho más la cumbre convocada por la CEOE para esta semana, dirigida a «Ofrecer una respuesta a la crisis… proporcionar un abanico de planteamientos, propuestas y enfoques para encarrilar la salida de la crisis y plantear el camino hacia un modelo productivo más competitivo. Y todo ello con la vocación de poder establecer líneas de colaboración público-privada para llevarlas a cabo». Recuerde a Churchill cuando decía que «hay muchos que ven al empresario como el lobo a abatir y más como la vaca a ordeñar, pero muy pocos como el caballo que tira del carro». Nuestro carro se ha parado y cae hacia atrás por la pendiente. Necesitamos a alguien, a muchos, que tiren ahora de él o nos quedaremos todos atrás. Si no lo hacen los empresarios, ¿lo harán los Iglesias y los Rufianes, dicho sea sin animo de ofender? Creo que no. Así que vamos a esperar a la semana que viene para escuchar las propuestas empresariales. Le prometo que las comentaremos.