Una declaración presentista

EL MUNDO 31/05/17
SANTIAGO GONZÁLEZ

Tenía uno ganas de poder escribir cosas distintas sobre Pedro Sánchez y el jueves, tras su llamada a Rajoy, tuvo el momento. Fue admirable su disposición a secundar al Gobierno en la «defensa de la legalidad y de la Constitución contra cualquier intento de romperla y en contra del referéndum ilegal» que pretende convocar el representante ordinario del Estado en Cataluña.

Fue acertado el mensaje en su conjunto y en sus palabras exactas. Se nota que en su núcleo duro hay gente con capacidad de raciocinio. Su número dos, Ávalos, que abundó, no es César Luena, y es de suponer que algo le habrá influido también Pepe Borrell, que aparte de educar mal a sus hijos para que voten a Podemos estas cosas sí las tiene claras. No acaba uno de ver la compatibilidad de las palabras de Pedro de este jueves con la plurinacionalidad que reclamaba una semana antes hasta que no se avenga a explicarla Miquel Iceta.

Tampoco sé si estar con el Gobierno implica para él apoyarle en el uso de eventuales medidas coercitivas para impedir el acto sedicioso. Un suponer, el artículo 155. El Gobierno no necesita estrictamente el apoyo del PSOE, sino la mayoría absoluta del Senado con la que ya cuenta, pero puede haber dudas sobre el apoyo socialista a la medida.

El Gobierno debe emplear todos los medios legales a su alcance, y son muchos más de los que supone el mermado Puigdemont, para hacer descarrilar el proceso. Está obligado por la ley y por la lógica. Explicaba ayer en estas páginas Jorge de Esteban lo insólito de que un Gobierno acuse de golpistas a unos gobernantes que subviertan el orden constitucional y no actúe en consecuencia. ¿Qué preferiría en tal caso el principal partido de la oposición?¿Invitar al diálogo a las partes?¿Actualizar el pacto del capó? España es un país de sustrato religioso, especialmente en sus izquierdas, especialmente inclinadas a las rogativas para invocar la lluvia.

El remedio no funciona nunca. Tengo yo para no olvidar aquel mitin de Carrillo en Murcia en la campaña del 82, después de una sequía larga. Cuando el líder subió a la tribuna empezaron a caer unas gotas. «Hemos tenido que venir los comunistas a Murcia para que vuelva la lluvia», dijo el hombre y cayó lo que no estaba escrito, se desbordó el Segura a su paso por Alicante y Murcia y reventó la presa de Tous en Valencia. El Dios de la lluvia llora sobre Murcia, titularon audaces los colegas, pero no había nada de sobrenatural en todo ello.

No debemos prejuzgar nada, aunque puestas una detrás de otra las declaraciones de Pedro Sánchez no formen un cuerpo de doctrina mínimamente coherente. Él es un líder presentista, un especialista en acomodar su discurso a sus necesidades de presente. Lo hizo populista para hacer frente a la competencia de Podemos y fortalecerse en la militancia frente a la cúpula de su partido. Tal vez haya llegado la hora de acompasar las proclamas y acompañar el sentido de Estado con el común. No hay manera de saber cuánto va a durar, pero esta actitud socialista es una buena noticia en sí misma. Carpe diem.